A 30 años del accidente que cambió la vida de Christopher Reeve: de Superman a héroe de carne y hueso

hace 2 días 1
Christopher Reeve se convirtió enChristopher Reeve se convirtió en "Superman" en 1977 (Grosby Group)

La vida de gloria que conocía el actor Christopher Reeve cambió por completo el 27 de mayo de 1995. El mundo se estremeció al conocerse la trágica noticia: el hombre que había interpretado al Superman más célebre de la pantalla grande sufrió un accidente y quedó paralítico. Tenía 42 años y una carrera en ascenso cuando debió recurrir al héroe que llevaba dentro para enfrentar la vida con su nueva condición.

En 1977 filmó la primera película de Superman, que se estrenó en diciembre de 1978. La producción, dirigida por Richard Donner, se realizó, principalmente, en el Reino Unido y fue la primera superproducción cinematográfica sobre el popular personaje de DC Comics. Se caracterizó por una representación novedosa del superhéroe: noble, sereno y profundamente humano, con una mezcla de fuerza y vulnerabilidad, diferenciándose del torpe e ingenuo Clark Kent. Su actuación aportó realismo al personaje de historietas, ayudando a cimentar el género de superhéroes en el cine.

Tras el accidente, que le provocó una fractura en las vértebras cervicales que lo dejó tetrapléjico y dependiente de un respirador artificial, Reeve se convirtió en un referente mundial por su activismo en favor de las personas con discapacidad y la investigación médica. Fundó la Christopher Reeve Foundation (hoy Christopher & Dana Reeve Foundation), dedicada a promover terapias para lesiones medulares. Continuó su carrera como director, actor y conferencista, y abogó por el financiamiento público de la ciencia, especialmente en el campo de las células madre. A lo largo de los años, recibió varios premios y distinciones tanto por su labor actoral como por su activismo. Falleció en 2004, a los 52 años.

Christopher Reeve  en unaChristopher Reeve en una conferencia sobre los potenciales beneficios de la investigación con células madre que dio en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)

Era un sábado de primavera cuando Reeve participaba en una competencia de equitación en Culpeper, Virginia. Montaba a su caballo Eastern Express y se preparaba para saltar. Pero el animal no estuvo dispuesto: frenó de golpe y Christopher salió volando por encima del cuello del caballo y cayó de cabeza. En el acto, se fracturó las vértebras cervicales C1 y C2, ubicadas en la base del cráneo. La médula espinal quedó seccionada, lo que le provocó una parálisis total desde el cuello hacia abajo (tetraplejía) y una incapacidad para respirar por sí mismo. Cuando despertó, ya en el hospital, entendió que no podía mover ni sus brazos ni sus piernas. Estaba completamente paralizado del cuello hacia abajo.

Para el público, fue un golpe brutal. ¿Cómo podía caer Superman? ¿Cómo podía el emblema de la fuerza, el vuelo y la esperanza quedar postrado en una silla de ruedas? Pero Reeve, lejos de ocultarse o caer en la autocompasión, transformó su tragedia en causa. Durante treinta años, el hombre nacido el 25 de septiembre de 1952 en Nueva York, fue el rostro de la lucha por la investigación sobre lesiones medulares, por los derechos de las personas con discapacidad y por el financiamiento de terapias que, hasta entonces, eran consideradas imposibles.

Christopher Reeve y su caballo,Christopher Reeve y su caballo, Expreso oriental

Fue uno de los hijos del matrimonio de Barbara Pitney Lamb, periodista, y Franklin D’Olier Reeve, profesor universitario y escritor, quienes se divorciaron cuando él tenía apenas 3 años. Barbara asumió la custodia de Christopher y su hermano menor, Benjamin, y se mudaron a Princeton, Nueva Jersey.

Desde pequeño demostró interés por la actuación, la música y el deporte: estudió piano, participó en obras escolares y jugó al hockey sobre hielo, al béisbol y al fútbol. Según contó en su autobiografía Still Me, se sintió atraído por el escenario desde muy joven. Estudió en Princeton Day School, donde comenzó a actuar en producciones teatrales estudiantiles. A los 15 años ya había definido su carrera y tuvo su primer trabajo como aprendiz en el Williamstown Theatre Festival. Allí conoció actores y directores profesionales.

Años más tarde, ingresó en la Universidad de Cornell, donde estudió literatura inglesa y afianzó sus estudios actorales: allí fue becado para formarse en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York, donde conoció a Robin Williams. En 1973, los dos fueron seleccionados entre cientos de aspirantes para formar parte del exclusivo Programa Avanzado de Formación en Interpretación dirigido por John Houseman. Allí fue donde los actores comenzaron a estrechar lazos.

Antes de consagrarse interpretando a Superman, Reeve tuvo papeles menores en teatro y televisión, entre ellos una participación en Love of Life. Pese a eso, siempre se destacó por su disciplina y apariencia física.

Al lado de su amigoAl lado de su amigo Robin Williams. Se conocieron en 1973

Cuando despertó en el hospital, Reeve estaba intubado, inmóvil y completamente desorientado. “Quería que me desconectaran. No veía ningún sentido en seguir viviendo así”, contó sus sensaciones en Still Me cuando los médicos le dijeron que no volvería a mover su cuerpo por debajo del cuello.

No lo soportó: intentó mover un dedo, un pie, cualquier parte de su cuerpo, sin éxito. La sensación de encierro lo devastó. Pero, en ese momento, recibió la contención de su esposa Dana que, según el libro, le dijo: “Estás vivo y eso es algo. Yo estaré contigo en lo que decidas. Pero quiero que sepas que estaré a tu lado para siempre. Sigues siendo tú, y te amo.”

Fue el paso del tiempo lo que lo ayudó a cambiar el pensamiento que lo abrumaba. Comenzó a concebir la posibilidad de una existencia distinta. “Comprendí que debía encontrarle sentido a esta vida. Que podía contribuir de otra manera”, escribió.

Reeve creó una fundación queReeve creó una fundación que busca mejorar la calidad de vida de personas con parálisis (AP)

Durante el tiempo de internación en el Instituto de Rehabilitación Kessler, Reeve comenzó a documentar sus progresos, las sesiones diarias de fisioterapia, sus frustraciones físicas y emocionales, como también el deseo de convertirse en una voz pública a favor de las personas con discapacidad. “No pedí ser un modelo. Pero si mi lucha podía servirle a otros, entonces debía intentarlo”, admitió en Still Me.

Las primeras semanas no pudo hablar debido al tubo traqueal, pero se valió del movimiento de sus ojos y de teclados para comunicarse. Más adelante, gracias a una válvula especial adaptada a su respirador, pudo recuperar parcialmente el habla, lo que le permitió expresarse en público y participar en entrevistas. Más tarde, empleó tecnología como computadoras controladas por voz o seguimiento ocular, herramientas que le permitieron escribir, dar conferencias y continuar trabajando activamente como activista y director.

En 1998, Christopher volvió a actuar en la película Rear Window, donde interpretó a un arquitecto paralítico, en un papel adaptado a su condición física. Un año antes, en 1997, había debutado como director de In the Gloaming, un drama de la cadena HBO que recibió elogios de la crítica y varias nominaciones a los premios Emmy. Esos trabajos marcaron su regreso al mundo de espectáculo y consolidaron su compromiso artístico y personal con historias de profundidad humana. En 1996, había hecho una aparición en los Premios de la Academia, apenas un año después del accidente. No pudo evitar las lágrimas, que fueron contenidas con ovaciones. Demostró que era alguien más que Superman: era un ser humano que no se rendía.

Años 2003, Christopher Reeve yAños 2003, Christopher Reeve y su esposa Dana en la 13ª Gala Anual 'Una Noche Mágica' de la Fundación de Parálisis Christopher Reeve, en Nueva York (REUTERS/Marion Curtis)

En 1999, fundó la Christopher Reeve Foundation (hoy Christopher & Dana Reeve Foundation) y se convirtió en un activista incansable: llegó a hablar ante el Congreso de Estados Unidos, mantuvo reuniones con científicos y recaudó millones de dólares investigaciones médicas. “Un héroe es una persona común que encuentra la fuerza para perseverar a pesar de los obstáculos abrumadores”, definió.

El 10 de octubre de 2004, Reeve murió como consecuencia de una infección generalizada.

Su legado perdura en la ciencia, en los avances médicos que hoy permiten que muchas personas con lesiones medulares vivan con mayor autonomía, y en la memoria colectiva de millones que vieron en él el verdadero significado del heroísmo.

Leer artículo completo