
Ecuador amaneció en estado de alerta tras la emisión de un mensaje oficial del Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (INOCAR), que advirtió de la posible llegada de un tsunami a sus costas, consecuencia de un sismo de magnitud 8.8 registrado el 29 de julio en la región de Petropavlovsk-Kamchatsky, en Rusia.
El fuerte terremoto, ocurrido a las 18:24 hora local (23:24 UTC), generó un potencial desplazamiento de masas oceánicas que, según las autoridades, podría traducirse en olas de hasta 1.5 metros en las zonas más expuestas del país. En su evaluación, el INOCAR señaló que existe un “peligro inminente de que se genere un tsunami” y que la amenaza para las costas ecuatorianas se mantiene en monitoreo constante.
Ante este escenario, las medidas de prevención no se hicieron esperar. En las Islas Galápagos, el Consejo de Gobierno del Régimen Especial activó la alerta para la región insular y dispuso la evacuación preventiva de playas y zonas costeras. Se espera que la primera ola toque tierra entre las 09:48 y 10:11 (hora insular), con posibilidades de que las siguientes olas sean más grandes, conforme a lo que indica la literatura técnica sobre estos fenómenos: la primera onda no siempre es la de mayor tamaño.

Además se ordenó la evacuación preventiva de todas las zonas consideradas de alto impacto en las islas, así como la operatividad inmediata de los COE cantonales. Además, se solicitó a la Dirección de Aviación Civil y a las aerolíneas que posterguen sus vuelos hasta las 11:00, en espera de una evaluación técnica sobre el comportamiento de las olas. Las zonas seguras habilitadas en San Cristóbal, Santa Cruz e Isabela incluyen estadios, escuelas, patios institucionales y el helipuerto.
El Ministerio de Turismo instó a los operadores turísticos a dirigir a los visitantes hacia las zonas seguras ya establecidas. En San Cristóbal, por ejemplo, se habilitaron los patios de la Policía Nacional, el helipuerto, el parque Ciudad de la Alegría y patios del Consejo de Gobierno como sitios de resguardo. En Santa Cruz y en Isabela también se dispusieron estadios y escuelas como puntos de evacuación temporal. “Es fundamental que los turistas permanezcan en estas zonas hasta que se levante la alarma”, enfatizó la cartera.
En el continente, el Ministerio de Educación decidió suspender las clases presenciales en varias zonas del litoral. La medida aplica para distritos educativos de Esmeraldas, Manabí, Santa Elena, Guayas y El Oro, donde las clases se desarrollarán únicamente en modalidad virtual este miércoles. El objetivo es “precautelar la seguridad de los estudiantes, así como del personal docente y administrativo”, señala el comunicado oficial.

La provincia de Santa Elena, cuya capital es una de las principales zonas turísticas del país, se mantiene en vigilancia activa. Las playas de Salinas, Ayangue, Montañita, San Pedro y otras están bajo monitoreo a través de las cámaras del ECU 911, según confirmó la Coordinación Zonal 5 y 8 de esta institución. Aunque hasta la madrugada no se registraban alteraciones visibles en la marea, las autoridades decidieron reforzar las alertas.
En Guayaquil, la empresa municipal de seguridad Segura EP activó el protocolo de vigilancia en zonas costeras como Posorja y la Isla Puná. “Hasta el momento no se registran novedades”, indicaron en sus redes sociales. En cambio, en el cantón Santa Rosa, en la provincia de El Oro, hubo desalojos preventivos en el balneario de Jambelí.
En Esmeraldas, particularmente en Atacames, el anuncio de la alerta generó movilización ciudadana. Testigos reportaron tráfico durante la noche, filas en gasolineras y familias que optaron por trasladarse hacia zonas altas o fuera del cantón.
Aunque se estima que las olas llegarán con alturas menores a los dos metros, el riesgo no radica solamente en su magnitud. De acuerdo con la información del boletín de INOCAR, un tsunami no es una sola ola, sino una serie de ondas cuyo intervalo puede ir de cinco minutos hasta una hora. El fenómeno puede extenderse durante varias horas y afectar de forma distinta dependiendo de la configuración geográfica de la costa. “Un tsunami costero de un metro por encima del nivel del mar puede causar fuertes corrientes en un puerto, ser peligroso para bañistas y embarcaciones”, señala el documento.
Además, se ha advertido sobre la posible generación de corrientes inducidas por perturbaciones de la onda de tsunami, lo que implica un riesgo adicional incluso en zonas donde no se perciban grandes olas.
Un tsunami no es solo altura. Es una masa de agua con enorme energía que puede recorrer cientos de kilómetros por hora. Una ola de 1.4 m puede generar corrientes capaces de arrastrar personas, autos, embarcaciones y estructuras costeras. Por ejemplo, tras la erupción del volcán en Tonga, se registraron olas de entre 30 cm y 1 m en Perú, las cuales causaron inundaciones, arrastre de personas y una víctima mortal en Lambayeque.
Las autoridades han insistido en que la población permanezca atenta a los canales oficiales y evite difundir rumores o información sin verificar. El monitoreo se realiza mediante boyas de evaluación, estaciones de nivel del mar y videovigilancia, tanto en la costa continental como en la insular.
Mientras tanto, las autoridades recomiendan a las comunidades costeras mantener la calma, respetar las instrucciones de los organismos de emergencia y no regresar a las playas hasta que las autoridades lo determinen. La seguridad de la población y la preparación ante riesgos naturales vuelven a ser puestas a prueba en un país con alta exposición sísmica y volcánica.