¿Agua o soda? Cuál es mejor para acompañar el café

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En Sudamérica, Argentina se destaca como uno de los países con mayor consumo de café. Esta bebida adquiere una relevancia cotidiana similar a otras infusiones tradicionales y logró consolidarse no solo por su sabor sino también por las propiedades benéficas que se le atribuyen en distintos ámbitos de la salud.

Actualmente, se observa que aproximadamente el 80% de los argentinos incluye el café en sus hábitos diarios y lo hace principalmente en el hogar, aunque crece el fenómeno de las cafeterías de especialidad que se instalaron con fuerza en los últimos años.

El ritual de tomar café en bares y locales especializados, tal como se puede ver en las redes sociales, incluye detalles que resultan llamativos, especialmente para quienes comienzan a frecuentar estos espacios. Uno de los más notorios es la costumbre de servir el café acompañado de un vaso de agua, práctica que trasciende el gesto cortés o la cortesía del servicio.

El café en Argentina seEl café en Argentina se acompaña tradicionalmente con agua o soda para potenciar la experiencia sensorial (Imagen Ilustrativa Infobae)

En muchas mesas porteñas y del interior del país, la taza de café se posiciona junto a un pequeño vaso de agua o, en ciertas cafeterías tradicionales, un vaso de soda frío. Esta costumbre, aunque muchas veces naturalizada, cuenta con fundamentos prácticos y sensoriales que enriquecen el momento del consumo.

Contrario a la creencia extendida de que el vaso de agua es simplemente un complemento decorativo, la realidad indica que su función está directamente relacionada con maximizar la experiencia sensorial del café. Si bien estas pautas de servicio nacieron en cafés históricos y en regiones alejadas como Viena e Italia, la costumbre se adaptó con fuerza a los bares locales.

Los expertos y baristas coinciden en que el agua o la soda cumplen un rol esencial antes y después del consumo de la infusión, facilitando tanto el disfrute de los matices propios del café negro como una adecuada hidratación.

La tradición de acompañar el café con un vaso de agua o soda se convirtió en un rasgo característico en las cafeterías de Argentina y en varios países con fuerte cultura cafetera. Aunque muchos interpretan este gesto simplemente como una muestra de atención hacia el cliente, detrás existe una razón sensorial y práctica.

El cometido principal del vaso de agua, o de soda en algunas versiones porteñas, es limpiar el paladar antes de tomar el primer sorbo de café, según la opinión de baristas. Tomar agua ayuda a neutralizar sabores que hayan quedado en la boca por alimentos, tabaco o bebidas previas, lo que permite percibir con mayor intensidad los matices y aromas.

La soda, popular en baresLa soda, popular en bares porteños, aporta frescura y refuerza la limpieza del paladar (Imagen Ilustrativa Infobae)

En los bares clásicos y los cafés de especialidad, este pequeño vaso acompaña la taza en la mesa, y su inclusión forma parte de lo que expertos y aficionados reconocen como el ritual completo del café. Al beber agua antes de la infusión, la boca queda preparada para recibir los matices complejos y aromas característicos de cada tipo de grano. Esta práctica no sólo potencia la experiencia gustativa, sino que también protege la mucosa bucal y el esófago, sobre todo en quienes consumen café en ayunas o son sensibles a la acidez de la bebida.

El agua, tomada después del café, cumple otra función relevante: elimina el sabor residual del café de la boca, ayuda a evitar el mal aliento y contribuye a restaurar la hidratación, especialmente tras el consumo de varias tazas.

En el caso de la soda, al ser carbonatada, refuerza el efecto de limpieza del paladar y aporta una sensación refrescante que contrasta con la temperatura y la intensidad del café, un detalle muy valorado en cafeterías porteñas y de otras ciudades sudamericanas.

La pregunta sobre si es preferible acompañar el café con agua o con soda genera opiniones divididas tanto entre consumidores habituales como entre baristas. Ambas opciones cumplen la función básica de limpiar el paladar antes de saborear la infusión, pero existen diferencias notables que pueden influir en la experiencia sensorial.

El ritual de café conEl ritual de café con agua o soda tiene raíces en tradiciones europeas y se adaptó a la cultura local (Imagen Ilustrativa Infobae)

El agua natural, fría pero no helada, es la elección tradicional en diversos rituales cafeteros de Europa y América Latina. Al neutralizar los sabores previos en la boca, facilita la identificación de aromas, notas y características específicas del café, sobre todo en las variantes de alta calidad o especialidad.

Los especialistas y los expertos en degustación recomiendan el agua sin gas para no interferir con la percepción limpia y directa de los atributos del café.

Además, el agua natural contribuye a mitigar la sed, es fácil de digerir y resulta adecuada para quienes puedan experimentar molestias gástricas o acidez si eligen otras variantes.

Por otro lado, la soda, que es agua con gas y suele servirse fría, ganó popularidad especialmente en cafeterías argentinas y en bares porteños clásicos. Su composición carbonatada refuerza el efecto de limpieza del paladar y genera una sensación efervescente que contrasta con el calor del café, lo que puede hacer más agradable la experiencia, sobre todo en quienes buscan un toque refrescante adicional.

Sin embargo, algunos baristas y expertos advierten que la soda, al combinarse con el café, podría aumentar la irritación intestinal o la acidez en personas sensibles. Además, el ritual clásico internacional privilegia el agua natural por sobre la soda, aunque la tendencia local la mantiene vigente en muchos establecimientos.

El dietista Scott Keatley, copropietario de Keatley Medical Nutrition Therapy, destacó que la carbonatación por sí sola no tiene efectos negativos en el cuerpo: “Tanto el agua con gas como el agua del grifo proporcionan la hidratación esencial que el cuerpo necesita para funcionar, ya que ninguna de ellas contiene calorías, azúcar u otros componentes que puedan perjudicar la salud”.

En definitiva, la preferencia entre agua y soda suele depender del hábito cultural, el tipo de local y el gusto personal. Para una apreciación pura de los matices del café, el agua fría y natural se mantiene como la opción preferida por los especialistas.

Para quienes priorizan la frescura y la limpieza intensificada del paladar, la soda se presenta como una alternativa válida, aunque no está exenta de algunas advertencias en casos de sensibilidad digestiva.

La soda, popular en baresLa soda, popular en bares porteños, aporta frescura y refuerza la limpieza del paladar (Imagen ilustrativa Infobae)

El café negro, consumido sin leche, crema ni azúcar, ocupa un lugar destacado en la vida cotidiana de millones de personas y es valorado no solo por su sabor intenso sino también por sus efectos positivos para el organismo.

Numerosos especialistas coinciden en que el consumo moderado de café aporta múltiples beneficios a la salud física y mental, aunque recomiendan no exceder las tres o cuatro tazas diarias para evitar riesgos asociados a una ingesta excesiva de cafeína.

Entre las ventajas más reconocidas del café negro, se encuentra su capacidad para mejorar el rendimiento mental y físico. La cafeína presente en la bebida actúa sobre el sistema nervioso central, ayuda a mantener la concentración y la alerta, y también puede incrementar el desempeño en tareas que requieren atención sostenida.

Diversos estudios señalan que un consumo responsable de café contribuye a reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson, debido en parte a su contenido de antioxidantes y compuestos que protegen el tejido cerebral.

El café negro también se asocia con la protección del hígado y la prevención de enfermedades crónicas. Se comprobó que quienes lo incluyen en su dieta tienen menos probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2, y algunos análisis sugieren que puede reducir el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.

En Corea del Sur, una investigación reciente acaba de arrojar nueva luz sobre el consumo de café negro y su relación con el metabolismo de la glucosa. El hallazgo más destacado del estudio señala que beber café negro podría estar vinculado con un mejor control del azúcar en sangre.

A nivel emocional, el café está vinculado a una mejora del estado de ánimo y una disminución en el riesgo de depresión, efectos atribuidos tanto a la acción de la cafeína como a la costumbre social de compartir la bebida.

A pesar de estos beneficios, el café negro no es recomendable para todos. Personas con ansiedad, insomnio, hipertensión no controlada o mujeres embarazadas deben consumirlo con precaución o evitarlo, ya que puede provocar acidez, nerviosismo o palpitaciones, sobre todo si se supera el límite de 300 a 400 miligramos de cafeína diarios. La clave, según los expertos, está en la moderación y en adecuar el consumo a las necesidades particulares de cada individuo.

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