
Hoy, 10 de agosto de 2025, Banderas Banderas cumple 65 años. La fecha es una excusa ideal para retomar, con detalle y profundidad, las numerosas historias, anécdotas y episodios que conforman la vida de uno de los actores españoles más admirados del mundo y figura central en la historia reciente de Hollywood.
José Antonio Domínguez Banderas nació el 10 de agosto de 1960 en Málaga, Andalucía, en un hogar donde la autoridad y el amor por el conocimiento marcaron sus primeros años. Su padre, José Domínguez Prieto, era policía nacional; su madre, Ana Bandera Gallego, profesora de un instituto.

Según la reconstrucción biográfica de Vanity Fair, Banderas creció en un departamento modesto, entre la disciplina paterna y la vocación docente materna: ese entorno mixto le permitió, por un lado, cultivar el sentido del deber y del esfuerzo, y por otro, alimentar una sensibilidad por el arte y la palabra que después resultaría definitoria.

Desde niño, Banderas se mostró como un inquieto soñador, de espíritu curioso y decidido. En su casa no abundaban los lujos ni las posibilidades para acercarse al mundo de la interpretación o el espectáculo, pero sí se respiraba una atmósfera de respeto por el trabajo y el sacrificio.
La figura materna tuvo un peso especial en el desarrollo de su personalidad: la influencia de su madre se refleja no solo en el cariño que expresa en entrevistas, sino también en la elección consciente de adaptar su apellido materno como nombre artístico, agregándole una “s” para darle sonoridad e identidad al futuro Antonio Banderas, según detalla El Confidencial.

El deseo artístico llegó después de una frustración clave. Durante toda su infancia y adolescencia, Banderas soñó realmente con ser futbolista.
Este ideal no fue una ocurrencia pasajera, sino una vocación profunda. Banderas se entrenaba a diario en el equipo local de Málaga y llegó a enfrentar al juvenil del Real Madrid, según relata The Guardian, que confirma el nivel y la proyección que tenía para la época. Se destacaba como delantero, con habilidad en el área y una actitud distinguida por la caballerosidad.
Su exentrenador, Antonio Matez, recuerda que Banderas era conocido entre sus compañeros y rivales por su buen carácter. Nunca fue expulsado de un partido y rara vez protestaba una decisión arbitral, una actitud a contramano de lo que suele presionar la competitividad del fútbol juvenil de alto nivel.

Pero el destino tenía preparado un viraje radical: una lesión grave en el tobillo a los 16 años lo apartó definitivamente de su primer sueño. El golpe anímico fue duro. Según confiesa el propio Banderas en entrevistas citadas por The Guardian, la imposibilidad de caminar o correr con normalidad lo obligó a desmontar ese proyecto de vida y a buscar, en el teatro local y en las tablas de Málaga, la redención de una pasión desconocida.
Despojado del sueño futbolístico, Banderas canalizó su rebeldía y su energía en el teatro. Entre fines de los 70 y comienzos de los 80, comenzó a estudiar arte dramático en Málaga y, atraído por los aires de cambio de la transición española, decidió mudarse a Madrid.
Fue un salto sin red: no tenía contactos ni dinero y la capital era hostil con los provincianos, sobre todo con los que hablaban con acento andaluz.
Sin embargo, Banderas resistió y perseveró. Aferrado a pequeños papeles en teatros independientes y a trabajos ocasionales para sobrevivir, Banderas logró ingresar a la Compañía Nacional de Teatro. Según Vanity Fair, esta etapa fue clave no solo para su formación profesional, sino también para reafirmar su convicción de que el esfuerzo y la disciplina (enseñadas desde la infancia en Málaga) podían derribar cualquier prejuicio o barrera social.

Fue en ese contexto que apareció la figura de Pedro Almodóvar. Entre actores, directores y escenógrafos, Banderas ya comenzaba a sonar como un rostro nuevo y carismático, alguien con velocidad para cambiar de registro y mucha intuición para interpretar papeles complejos. El joven Banderas se movía entre hostales baratos y cenas improvisadas con sus incipientes colegas, convencido de que, tarde o temprano, llegaría un papel capaz de cambiarlo todo.

En 1982, Pedro Almodóvar convocó a Banderas para “Laberinto de pasiones”. Fue la primera de ocho películas en común y el inicio de una amistad y sociedad profesional fundamental para ambos.
Banderas se volvió una especie de actor fetiche para Almodóvar, y ambos se potenciaron mutuamente en una etapa bisagra para el cine español, que recién salía de la censura franquista y buscaba romper todos los moldes posibles.
Las películas “Matador” (1986), “La ley del deseo” (1987), “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988) y “¡Átame!” (1990), no solo fueron éxitos de crítica y taquilla, sino vehículos para ensayar nuevos lenguajes y elevar la figura de Antonio como sex symbol y actor de carácter.

Según Vanity Fair, fue el propio Almodóvar quien lo animó a redefinir su nombre artístico. En un ambiente donde la identidad pesa casi tanto como el talento, lo persuadió de usar la variante “Banderas”, por su sonoridad y fuerza en pantalla. El cineasta también lo empujó a asumir riesgos, a no temerles a los personajes impopulares, homosexuales, complejos o violentos, abriéndole la mente y la interpretación.
La invitación a probar suerte en Estados Unidos llegó tras el éxito internacional de “Mujeres al borde de un ataque de nervios”. Banderas viajó a Los Ángeles en 1989, según reconstruye Vanity Fair, sin hablar inglés.
Su primer casting para una producción importante fue fallido: apenas entendía una palabra y no podía responder adecuadamente. Ana Leza, su primera esposa, fue clave como profesora y traductora personal, y lo acompañó desde el inicio del proceso.
A la par, un conserje de la agencia ICM, desconocido entonces, se animó a ofrecerse como su representante. Banderas fue citado para una segunda prueba en Londres y, con mucha disciplina, aprendió el texto fonéticamente, sin comprender su significado integral.
La perseverancia (y un carisma innegable) le ganaron el papel en “Los reyes del mambo” (1992), una película que lo mostraba como músico cubano y donde su actuación resultó convincente para el público y la prensa, a pesar de las limitaciones lingüísticas. Según Vanity Fair, fue una hazaña para la época. Al aprender los diálogos como un monólogo musical, Banderas sorteó la barrera idiomática, y eso marcó su perfil como actor dispuesto a asumir cualquier reto.
Después de ese debut, los papeles en Hollywood se sucedieron con rapidez: “Philadelphia”, que fue compañero de elenco de Tom Hanks y luego llegó “Entrevista con el vampiro”, junto a Brad Pitt y Tom Cruise; el protagónico en “Desperado” y finalmente “La máscara del Zorro”, que lo catapultó aún más como estrella internacional.

Entre las curiosidades de su juventud, destaca un episodio de riesgo con la ley. En una entrevista en el programa de televisión española, “El árbol de tu vida”, Banderas relató su paso por los calabozos de la policía madrileña.
Junto a su amigo Imanol Arias, asistió a la famosa discoteca Rockola en una noche cualquiera. Una redada policial alteró el ambiente. Cuando un agente insultó a Imanol Arias por su look —llevaba el pelo de colores, ambos fueron conducidos a la dependencia policial, a pesar de que el propio Banderas era hijo de un agente.
No hubo privilegios. Pasó la noche en una celda, experiencia que, si bien hoy narra con humor, tuvo riesgos en un momento donde cualquier escándalo podía costarle el futuro artístico.

Ya instalado en el circuito internacional, Antonio Banderas logró lo que nadie en el cine español del momento: un lugar reconocido en los géneros más diversos en Hollywood, desde el drama hasta la acción, el musical y la comedia.
Dirigió sus propias películas como “Locos en Alabama” (1999) y “El camino de los ingleses” (2006). En Broadway, impactó con el musical “Nine”.
Aunque su fama mundial llegó a un nuevo público gracias a una faceta inesperada: la voz del Gato con Botas en la franquicia “Shrek”, que luego tendría su propia saga.

El 26 de enero de 2017, mientras se encontraba en su casa de campo próxima a Londres, Antonio Banderas experimentó un episodio cardíaco que, según narró en detalle en el programa “Cuarto Milenio” de Iker Jiménez, puso su vida en riesgo inmediato.
El propio actor relató que la noche anterior al evento había estado viendo un partido de fútbol en compañía de un amigo, mientras su pareja, Nicole Kimpel, salió a comprar medicamentos porque sentía dolor de cabeza. Las adquirió junto con una botella de agua y se fue a dormir.

A la mañana siguiente, Banderas siguió su rutina habitual de ejercicios en el pequeño gimnasio de su casa. Posteriormente, tras ducharse y mientras preparaba una taza de té, sintió una molestia atípica en ambos brazos.
Inicialmente, creyó que se trataba de un dolor muscular producto de los ejercicios con pesas. Sin embargo, el malestar evolucionó rápidamente: según describió, empezó a sentir un sudor frío y una extrema dificultad para respirar, una sensación de cansancio extremo y una pesadez en la mandíbula. Él mismo ha especificado que sintió la clara tentación de dejarse caer en un estado de rendición, pero optó por tumbarse en el suelo intentando aferrarse a la consciencia.
Nicole Kimpel, al percatarse de su estado, reaccionó con rapidez. Según relató en “Cuarto Milenio”, su pareja tomó dos aspirinas, que habían comprado el día anterior, y se las colocó bajo la lengua, una acción que, según los médicos, resultó fundamental.

Llamaron de inmediato a una ambulancia y, ya en el hospital St George de Londres, los sanitarios confirmaron que aquellas aspirinas administradas en los instantes previos a la llegada de los servicios médicos probablemente salvaron la vida del actor.
Durante la noche en el hospital, Banderas vivió momentos tanto de reflexión como de extrañeza, como el encuentro con una enfermera mayor que le habló sobre la relación entre el corazón y los sentimientos en la cultura popular.
En entrevistas posteriores, Banderas profundizó en cómo este evento modificó radicalmente sus hábitos y su filosofía de vida.
En una conversación con Men’s Health, explicó que la vivencia le obligó a modificar sustancialmente su dieta, reduciendo drásticamente el consumo de carne roja, minimizando la sal y priorizando una alimentación balanceada, consciente y supervisada.
Según Mayo Clinic, y tal como respalda el propio testimonio del actor, este tipo de alimentos pueden elevar el colesterol LDL y aumentar el riesgo de recaídas, motivo central de su cambio de hábitos.
Además del ajuste alimenticio, incorporó con rigor el ejercicio físico regular a su día a día. Banderas comentó que corre entre 10 y 15 kilómetros cada dos o tres días, convencido de que la actividad cardiovascular es fundamental para mantener la salud luego de un evento de estas características.
Paralelamente, la cocina se tornó en una actividad fundamental para su equilibrio mental y físico. El propio actor relató en esa entrevista con Men´s Health, que disfruta cocinando como parte de un proceso de autoconocimiento y autocuidado, eligiendo siempre ingredientes que le resulten beneficiosos y evitando tentaciones que puedan perjudicarle.
En una entrevista con Page Six, exploró el impacto filosófico de la experiencia, describiendo el infarto no solo como un reto físico sino también emocional.

En sus palabras, “probablemente era una de las mejores cosas que me habían pasado en la vida porque lo que no era importante y me preocupaba todos los días, no tenía sentido”. El actor encontró en el suceso una oportunidad para jerarquizar lo verdaderamente esencial: la familia, el bienestar, la paz y las pequeñas cosas de la vida cotidiana.

Su pareja, Nicole Kimpel, fue la responsable directa de su pronta atención médica y, en palabras del propio actor, de su supervivencia. Nicole nació en Alemania, vivió en diversos países de Europa y América, y es empresaria en los sectores de moda, blogging y asesoría financiera.
Según People, Nicole y Banderas se conocieron formalmente en el Festival de Cannes de 2014, mientras él aún estaba casado con Melanie Griffith, aunque ambos sostuvieron que Kimpel jamás fue el motivo de aquella ruptura.
La relación con Nicole se formalizó poco después de la firma del divorcio con Griffith, estableciéndose desde entonces como compañeros tanto personales como profesionales.

La primera esposa de Antonio Banderas fue Ana Leza, actriz y traductora madrileña con quien se casó el 27 de julio de 1987.
Según detalló Vanity Fair, Ana resultó determinante para sus primeros años en Hollywood, ya que lo apoyó en la superación de la barrera idiomática, ayudándole a traducir guiones y enseñándole inglés.
Sin embargo, el matrimonio concluyó en 1995 en medio de una sonada disputa legal: Ana Leza obtuvo una importante compensación económica, una pensión mensual y el derecho vitalicio al 50% de los beneficios de las películas rodadas por Banderas durante su matrimonio.
Tras el divorcio, Ana rehizo su vida en Estados Unidos, casándose con Dharma Villareal, con quien tuvo dos hijas, Clara María y Sofía Macarena, y se dedicó con su familia a la meditación y las actividades de la organización Siddha Yoga Meditation en Nueva York.

Durante el rodaje de “Two Much” (1995), Banderas conoció a Melanie Griffith. Su vínculo fue inmediato, aun cuando ambos estaban casados: Banderas con Leza y Griffith con Don Johnson. Tal como confesó en entrevistas recogidas por La Vanguardia, la conexión fue instantánea y ambos decidieron ser transparentes con sus respectivas parejas, lo que desembocó en un proceso de divorcio y posterior noviazgo entre los actores.
Banderas y Melanie se casaron el 14 de mayo de 1996 en Londres; ese mismo año nació su hija Stella del Carmen. El matrimonio se sostuvo durante casi dos décadas. Si bien durante los años finales de la relación surgieron rumores de distanciamiento y Banderas fue visto públicamente con Nicole Kimpel en Cannes 2014, el divorcio se oficializó en 2015.
Pese a la separación, ambos han reiterado públicamente mantener una relación sólida y afectiva, que prioriza el bienestar de su hija. Melanie, en entrevistas, ha afirmado que se enamoró desde el primer momento, y Banderas declaró en diversos programas que sigue considerando a Griffith “familia” y una de sus mejores amigas.