Atenas rescató un acueducto romano para enfrentar la crisis hídrica

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Atenas rescata el acueducto romanoAtenas rescata el acueducto romano de Adriano para enfrentar la crisis hídrica y promover una nueva cultura del agua (Fuente: Wikimedia Commons)

La ciudad de Atenas se encuentra en un momento crucial en la gestión de sus recursos hídricos, enfrentando una crisis que se agrava año tras año por el efecto combinado del cambio climático, la presión demográfica y el incremento del turismo. Grecia, situada en el extremo sureste de Europa, vive una situación especialmente delicada: el descenso de las lluvias y el aumento de temperaturas han forzado a muchas de sus islas a racionar el agua, mientras los agricultores luchan por mantener sus cultivos en condiciones extremas. La capital no está exenta de este problema. De hecho, los niveles de agua en Atenas han caído a su punto más bajo en una década. Para abordar este desafío, las autoridades han impulsado medidas como la conexión del embalse principal a un lago artificial, la mejora de la red de distribución para evitar fugas, y el fortalecimiento de los sistemas de reciclaje de aguas residuales.

Sin embargo, la respuesta más innovadora a la crisis proviene de mirar hacia el pasado. En un giro inesperado, la capital griega ha decidido apostar por la recuperación y reutilización del Acueducto de Adriano, una imponente obra hidráulica erigida hace casi dos milenios, durante el apogeo del Imperio Romano. Este acueducto, encargado por el emperador Adriano en el siglo II, fue una solución visionaria para satisfacer la creciente demanda de agua en Atenas y, durante más de 1.300 años, proveyó de agua a la ciudad, hasta que la ocupación otomana y el posterior desarrollo de nuevas infraestructuras lo relegaron al abandono.

La restauración del acueducto deLa restauración del acueducto de Adriano integra tecnología moderna y conciencia ciudadana en la gestión del agua en Atenas (Fuente: Wikimedia Commons)

El Acueducto de Adriano, de veinticuatro kilómetros de longitud, sigue siendo un ejemplo de ingeniería avanzada. Su diseño permitía transportar agua desde una montaña situada al norte de Atenas hasta el corazón de la ciudad, abasteciendo durante siglos a una metrópoli en desarrollo. Aunque el paso del tiempo y las obras urbanas deterioraron parcialmente su estructura, el agua nunca dejó de fluir por sus túneles subterráneos. La arqueóloga Theodora Tzeferi, encargada de la supervisión del actual proyecto, subraya que es el único monumento antiguo del país que ha permanecido en funcionamiento continuo durante tanto tiempo. Para asombro de muchos habitantes, gran parte del agua terminaba en el mar, desperdiciándose al no estar integrada en la red moderna de distribución.

La decisión de reutilizar el acueducto toma forma concreta con la implementación de un proyecto piloto que comenzó a operar tras cinco años de preparación. La idea central consiste en redirigir el caudal del acueducto a través de una nueva tubería de cuatro kilómetros, destinada inicialmente al suburbio de Halandri, en el norte de Atenas. El agua extraída de un pozo romano es procesada y filtrada en una unidad moderna, y luego distribuida no para el consumo humano, sino para usos como el riego de jardines y la limpieza de calles. En una primera fase, los edificios públicos y unas ochenta viviendas serán los beneficiados con este suministro alternativo, con el objetivo de aliviar la presión sobre el agua potable y permitir un uso más racional de los recursos.

Vestigios del Acueducto de AdrianoVestigios del Acueducto de Adriano en el municipio de Nea Ionia (Fuente: Wikimedia Commons)

El plan contempla conectar las viviendas más cercanas al acueducto mediante un grifo exterior, mientras que otras recibirán el agua gracias a camiones cisterna. Una infraestructura de medidores digitales facilitará el control y seguimiento del consumo. Aunque el ahorro previsto representa alrededor del uno por ciento del total anual de agua que consume la ciudad, las autoridades insisten en que el valor de la iniciativa va más allá de los números: se trata de crear una nueva “cultura del agua”, donde el consumo responsable y el respeto al recurso se conviertan en parte integral de la vida urbana. El director de estrategia e innovación de la Compañía de Abastecimiento de Agua y Alcantarillado de Atenas, Giorgos Sachinis, enfatiza la importancia de evitar el derroche, como el hábito extendido de usar agua potable para enfriar las aceras durante el verano.

Los promotores del proyecto han puesto el acento en la concienciación, involucrando tanto a residentes como a estudiantes en la protección y gestión del recurso hídrico proveniente del acueducto. Campañas educativas y actividades comunitarias buscan que los ciudadanos tomen conciencia sobre la escasez y aprendan a valorar el agua como un bien común. Organizaciones locales participan activamente en la administración del sistema de distribución recuperado, y en las escuelas los alumnos se implican en el diseño y gestión de tanques para almacenar el agua destinada a sus instalaciones.

Los investigadores dentro del AcueductoLos investigadores dentro del Acueducto de Adriano (Facebook)

El reconocimiento internacional no se ha hecho esperar: en 2023, el proyecto fue galardonado con un premio de planificación y diseño urbano, y ha despertado el interés de otras ciudades europeas que afrontan su propia lucha contra la escasez de agua. El equipo de Halandri, dirigido por Christos Giovanopoulos, asesora actualmente a ciudades como Roma y Serpa, en Portugal, en la restauración y adaptación de antiguos acueductos para usos similares. El objetivo es replicar el modelo en otros siete distritos de Atenas por donde aún fluye el antiguo acueducto, y expandir un enfoque basado en la sostenibilidad, la innovación y el respeto por el patrimonio histórico.

La experiencia de Atenas demuestra que la resiliencia urbana puede surgir de la combinación entre la ingeniería ancestral y la tecnología contemporánea, y que la clave de un futuro sostenible radica tanto en las infraestructuras como en la conciencia colectiva. Frente a la amenaza real de quedarse sin agua, la capital griega convierte el legado romano en un motor de cambio cultural y ecológico, apuntando a que las próximas generaciones encuentren una ciudad menos reseca y más comprometida con el cuidado de sus recursos naturales.

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