El fallecimiento de Shannen Doherty en julio de 2024 reavivó la inquietud que, desde hace años, acompaña a los seguidores de Beverly Hills 90210. La serie, referente para la generación de los 90, enfrenta desde hace tiempo la leyenda de una “maldición” que afectó a su elenco con muertes prematuras, enfermedades graves y adversidades personales. ABC señala que la cadena de tragedias sufrida por los actores impulsaron el debate sobre si se trata de simples coincidencias o de un destino más sombrío.
Se convirtió en un fenómeno global. Durante 10 temporadas, millones de espectadores siguieron las vidas de Brenda, Dylan, Kelly y compañía, identificándose con sus conflictos emocionales, el consumo de drogas y alcohol y las presiones adolescentes. La serie dejó una marca indeleble en la cultura popular y en la memoria de quienes crecieron junto a esos personajes. El medio sostiene que la relación emocional con el elenco fue tan intensa que cada tragedia real impactó profundamente a sus seguidores.
La muerte de Shannen Doherty, Brenda Walsh en la ficción, representa el episodio más reciente de esta secuencia de desgracias. Doherty falleció en julio de 2024 a los 53 años, tras una larga batalla contra el cáncer de mama que comenzó en 2015 y que, aunque remitió temporalmente, regresó en 2020 con mayor agresividad y metástasis.

La actriz compartió de manera pública su experiencia, convirtiéndose en un símbolo de fortaleza y visibilidad frente a la enfermedad. “Es un trago muy amargo en todos los sentidos”, afirmó entre lágrimas en una entrevista con Good Morning America. Su apertura sobre la enfermedad reforzó la idea de que la fama de la serie significó un costo personal elevado para algunos de sus protagonistas.
El 4 de marzo de 2019, la noticia de la muerte de Luke Perry sacudió el mundo del espectáculo. Perry, quien encarnó a Dylan McKay, falleció a los 52 años debido a un derrame cerebral masivo. ABC relata que el actor atravesaba una etapa feliz, preparaba su boda con Madison Bauer y mantenía una carrera activa en cine y televisión.
Perry había superado previamente un diagnóstico de células precancerosas en el colon, lo que lo motivó a volverse un activista de la prevención médica. “Hay 23 millones de estadounidenses que no fueron examinados y necesitan controlarse. Si hubiera esperado ahora estaría viviendo un escenario totalmente diferente”, expresó en 2015 según el medio. Su fallecimiento es considerado el inicio de una serie de desgracias que muchos atribuyen a la “maldición” de la serie.

La lista de infortunios alcanza también a Denise Dowse (Sra. Teasley), quien murió en 2022 a los 64 años tras entrar en coma por meningitis, y a Joe E. Tata (Nat Bussichio), fallecido después de una larga lucha contra el Alzheimer. Ambas pérdidas, subraya ABC, reforzaron la percepción de vulnerabilidad que pesa sobre el elenco de la serie.
Tori Spelling, Donna Martin en la ficción, enfrentó problemas económicos, de salud y escándalos públicos tras el final de la serie. Hija del productor Aaron Spelling, recibió USD 800.000 de herencia tras una larga disputa familiar, según ABC.

Su situación financiera se vio agravada por demandas bancarias y episodios de salud graves, como una intoxicación por moho que obligó a su familia a vivir en una casa rodante. Además, en 2015 sufrió quemaduras en un restaurante japonés, lo que resultó en una demanda judicial y la necesidad de injertos de piel. La vida de Spelling se caracterizó por la exposición mediática de conflictos amorosos y dificultades financieros.
Jason Priestley, el inolvidable Brandon Walsh, tampoco escapó a la adversidad. La fama desencadenó para él problemas de adicción al alcohol que casi le cuestan la vida. En 1999 chocó su auto bajo los efectos del alcohol, lo que le costó prisión y el retiro de la licencia de conducir.
En 2002 sufrió un accidente automovilístico durante un entrenamiento de carreras en Kentucky, al estrellarse contra un muro a 300 km/h. Priestley fue operado de urgencia y permaneció en cuidados intensivos. En sus memorias, relató el desafío que implicó la recuperación y su lucha contra el alcoholismo.

En 2015, una caída de un caballo durante un rodaje le causó una conmoción cerebral. “Tengo un historial de conmociones cerebrales... Pero estoy definitivamente en vías de recuperación y con ganas de volver a trabajar”, escribió entonces, según ABC.
Jennie Garth, Kelly Taylor en la serie, fue diagnosticada en 2002 con un problema cardíaco congénito. “Es una cosa común. Mucha gente lo tiene y no lo sabe... pero estoy preparada, esa es la clave”, explicó a Access Hollywood en declaraciones recuperadas por ABC.

Mantiene una vida estable bajo control médico, pero ha enfrentado varios divorcios y relaciones de alto perfil, lo que la ha mantenido bajo la atención de medios especializados en celebridades.
Brian Austin Green, David Silver en “Beverly Hills 90210”, atravesó disputas legales y complicaciones familiares recurrentes tras la serie. Primero enfrentó una amarga batalla legal por la custodia de su hijo con la actriz Vanessa Marcil.
Después mantuvo una relación larga con Megan Fox, con quien tuvo tres hijos. En 2015, la pareja anunció su separación, aunque más tarde retomaron la convivencia. ABC apunta que las disputas familiares estuvieron presentes de forma constante en su vida, añadiendo un nuevo episodio a las dificultades sufridas por el elenco.

La secuencia de tragedias, enfermedades y escándalos que marcaron al elenco alimenta la leyenda de una “maldición” asociada a la serie. Mientras algunos creen que se trata únicamente de una leyenda popular, otros reconocen el patrón reiterado de infortunios que parece perseguir a los protagonistas. ABC subraya que la percepción pública oscila entre la incredulidad y la fascinación, y que la serie mantiene su huella tanto por sus historias como por el destino de quienes les dieron vida.