
(Enviada especial a Madrid) En el majestuoso Jardín Botánico de Madrid se llevó a cabo esta semana la cumbre Diálogos Mutis de Biodiversidad América Latina & el Caribe-España, organizada por CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe). El encuentro, nombrado así en homenaje al botánico José Celestino Mutis (1732-1808), pionero en el estudio del tema en la región, reunió actores estratégicos involucrados en el cuidado del medio ambiente.
Una de las voces protagonistas -y para nada nueva en el palo ambiental- fue la de Brigitte Baptiste, bióloga colombiana reconocida por su pensamiento disruptivo. Con una mirada que interpela los límites tradicionales de la ciencia, Brigitte propone nuevas formas de concebir la relación entre la naturaleza y la cultura, al subrayar la urgencia de repensar los marcos de conocimiento y de acción frente a la aceleración de la crisis climática.
Baptiste es egresada de la Pontificia Universidad Javeriana y posee una Maestría en Estudios Latinoamericanos con énfasis en Conservación y Desarrollo Tropical por la Universidad de Florida. Ha recibido títulos de Doctora Honoris Causa en Gestión Ambiental (Unipaz) y en Leyes (Universidad de Regina).

La experta integra, sin dudas, el club de las mentes brillantes que replantea el saber de la ciencia desde los márgenes. Bióloga, ecóloga y una de las voces más provocadoras del pensamiento ambiental contemporáneo, fue incluida en 2024 por la BBC en su listado de las cien mujeres que inspiran e influyen en el mundo.
Durante casi diez años trabajó en el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, primero como subdirectora y luego como directora. Actualmente es rectora de la Universidad Ean, institución dedicada al emprendimiento sostenible y la transformación ecológica.
Brigitte, sobre todo, es una gran comunicadora ambiental basada en su propio talento científico y en su compromiso con las causas de los derechos humanos, de género y ambientales. “Trato de que mi discurso sea real y sin imposturas a la hora de construir narrativas sobre la crisis ambiental que vive el planeta. Durante años, me dediqué a aportar conocimiento desde mi rol de científica: era un tiempo de sumar evidencia y ampliar la base crítica de conocimiento sobre la importancia de proteger la biodiversidad y trabajar para mitigar el cambio climático”, explicó en diálogo con Infobae en Madrid.
“Pero ahora, para que la acción se vuelva contundente, llegó el tiempo de los de abajo, de la gente que habita el lugar de la sociedad civil toda”, advirtió. Su reconocimiento global tiene que ver con su labor justa, seria y original en la intersección entre ciencia, política, academia y arte. La bióloga ha impulsado espacios de diálogo fundamentales para la construcción de un futuro más inclusivo y sustentado en la vida común.

A través de un enfoque que ella misma denomina ecología queer, Baptiste propone abandonar las certezas para abrir preguntas incómodas sobre la forma en que consumimos, habitamos y proyectamos el futuro del planeta. En ese camino, su más reciente libro, Transecología, reúne siete ensayos que funcionan como una guía para repensar el vínculo con el entorno en un momento de transformaciones globales aceleradas.
Desde esa perspectiva, que cruza ciencia, cultura y diversidad, invita a revisar los patrones de población, las dinámicas extractivas del sector privado y público de las distintas naciones, la desigualdad ambiental y el impacto de la revolución digital. Su propuesta no es solo conceptual: advierte que estos cambios, combinados con una transición energética impostergable, podrían permitir ganar tiempo en un ciclo histórico que amenaza con la extinción de miles de formas de vida, incluida la humana.
En Colombia, cuando se menciona el nombre de Brigitte Baptiste, no solo se evoca a una científica, sino a una figura que ha reconfigurado el modo de pensar la naturaleza, la identidad y el conocimiento. Bióloga, académica, activista y mujer transgénero, su trayectoria entrama disciplinas, territorios y relatos que durante mucho tiempo parecían incompatibles.

El punto de partida de su recorrido profesional fue la biología. Desde ahí comenzó a estudiar los ecosistemas colombianos, pero rápidamente su mirada se desplazó hacia lo que ella misma definió como “una barrera compartida”: la dificultad de reconocer la biodiversidad natural y, al mismo tiempo, la diversidad sexual, cultural y de género.
“Comencé a pensar que había una barrera compartida que impedía pensar, tanto la diversidad biológica del mundo, apreciar la diversidad étnica y cultural, como la diversidad de género y sexual”, había dicho en una entrevista a Infobae en 2022.
Bajo el enfoque de la transecología, un concepto que ella misma desarrolló, Brigitte articula ecología, identidad y disidencia, cuestiona las nociones fijas de la naturaleza, rompe la idea de un mundo inmutable y propone una lectura queer de los ecosistemas.
“Utiliza una lente queer para analizar paisajes y especies en un intento de ampliar la noción de ‘naturaleza’ y proteger mejor los ecosistemas”, destacó la BBC al incluirla en su lista de las 100 mujeres más influyentes del mundo en 2024.

En esa misma publicación se rescató uno de los ejemplos más poderosos que Brigitte describió en una charla TEDx en 2018: la palma de cera del Quindío, árbol nacional de Colombia, que cambia su género a lo largo de su vida y desafía las categorías binarias también en el reino vegetal.
Brigitte explicó a Infobae anteriormente: “Mi transición de hombre a mujer fue bien recibida en el mundo académico. Hice un esfuerzo genuino de entenderme mejor a mí misma y a mi lugar en el ecosistema. Así, libre, pude dar más”.
Sin embargo, llegar hasta ahí implicó atravesar silencios, miedos y duelos. “Siempre pensé que podía hacer de mi trabajo intelectual, como investigadora y docente, un espacio seguro donde Brigitte no molestara. Estaba encadenada y guardada por miedo, básicamente”, había revelado a este medio en aquel reportaje.
La Fundación Príncipe Claus, que la premió en 2017 en Países Bajos, la describió como “científica, defensora de la diversidad de género e intelectual pública inspiradora”, y destacó su aporte al concepto de socioecosistemas, clave en la protección de la biodiversidad colombiana.

Baptiste también fue profesora de ecología durante más de dos décadas en la Pontificia Universidad Javeriana, institución jesuita donde formó a generaciones de biólogos, y ha mantenido una presencia constante en medios de comunicación, columnas de opinión y redes sociales. Su estilo de comunicación combina rigurosidad científica con una sensibilidad accesible y provocadora, que la convirtió en una de las voces más reconocidas del país.
En marzo de 2024, el Museo Nacional de Colombia presentó su libro Transecología: repensar la naturaleza en tiempos de cambio. Allí, Baptiste propone integrar el conocimiento ancestral, las perspectivas de género y los enfoques interdisciplinarios como herramientas para enfrentar los desafíos ambientales. Durante la presentación en el museo, se divulgó que su libro “no es solo otro texto, sino una invitación a repensar nuestra relación con el planeta desde una perspectiva más humana, inclusiva y transformadora”.
Más allá del ámbito académico, ha luchado por el acceso equitativo a la educación para personas LGBTQ+, al plantear la necesidad de una mejor financiación que elimine las barreras estructurales en el sistema de educación superior. Su activismo, sin desligarse del lenguaje científico, dialoga con las luchas sociales por el reconocimiento de las identidades diversas.

Baptiste evita fórmulas cerradas y prefiere la duda como método. Lo dejó claro cuando, consultada sobre temas controversiales como el fracking, respondió en Infobae: “No estoy segura de que podamos hacer fracking sin destruir todo y acabar con el mundo. Preferiría no hacerlo, pero si pudiéramos responder a la pregunta y abordarla dentro de ciertos parámetros —como lo estamos haciendo en Colombia—, es lo que estamos viendo”.
En su vida, como en su pensamiento, no hay dicotomías rígidas, sino tránsitos. Su experiencia personal —vivida desde un cuerpo, un país y una historia particular— se volvió una herramienta de análisis. Y su tránsito de género, lejos de apartarla del debate científico, lo amplificó.
La cumbre Diálogos Mutis de Biodiversidad América Latina & el Caribe - España organizada por CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), en la que Infobae participó y conversó con Baptiste, evidenció que ningún debate serio sobre los déficits que enfrenta el planeta y sus ecosistemas puede darse sin la presencia de actores transdisciplinares, sin financiamiento público y privado sostenido, y sin el compromiso de la sociedad civil y los medios masivos como aliados estratégicos para la transformación.

El encuentro reunió a representantes de distintos sectores: políticos, bancos de desarrollo, universidades, organizaciones ambientales, científicas, filantrópicas y sociales, junto con periodistas. Frente a frente, debatieron en profundidad y propusieron acciones concretas. Uno de los temas destacados en la cumbre Diálogos Mutis 2025 de Madrid fue la importancia de incorporar a los pueblos locales u originarios, considerados por científicos y organizaciones ambientales como los principales garantes de la biodiversidad.
Se trata de una temática en la que Baptiste insiste hace tiempo. Históricamente asentadas en territorios diversos, estas comunidades actúan como guardianas de esos espacios y no deben ser desplazadas, invadidas ni transformadas. “Sin involucrar ni empoderar a los de abajo, a las comunidades en el terreno, el cambio ambiental no podrá ser posible. Tiene que ser un círculo virtuoso y transformador, pero son los de abajo y la sociedad civil en su conjunto quienes transformarán a los de arriba”, aseguró Baptiste a Infobae en Madrid.
Entre las conclusiones de la cumbre organizada por el CAF estuvieron las brechas de financiamiento en ecosistemas estratégicos de América Latina y el Caribe. A partir del diagnóstico compartido, se plantearon lineamientos para revisar la arquitectura financiera internacional, en el contexto de la próxima Conferencia de Financiación al Desarrollo (FfD4), convocada por la ONU para julio 2025 en Sevilla.
Uno de los puntos centrales fue el déficit de más de 400.000 millones de dólares estimado para conservación y restauración de la biodiversidad (CAF, 2024). Por eso, se remarcó la necesidad de identificar proyectos capaces de movilizar inversiones públicas y privadas, y de diseñar instrumentos que aseguren la sostenibilidad financiera en el largo plazo.

Pese a algunos avances en el debate ambiental, se mantiene una fragmentación en la articulación de políticas ambientales. Los vínculos entre científicos y funcionarios aún están debilitados por la polarización, lo que dificulta la ejecución de iniciativas conjuntas. La exposición de este problema en Mutis evidenció, no obstante, una voluntad de transformación, en el marco del surgimiento de un nuevo paradigma de gobernanza del conocimiento.