
La tasa de mortalidad en Estados Unidos experimentó en 2024 su descenso más marcado desde el inicio de la pandemia, situándose en el nivel más bajo de los últimos cuatro años. De acuerdo con un informe provisional del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), citado por CBS News, el registro total de defunciones alcanzó las 3.072.039 personas, equivalente a 722 muertes por cada 100.000 habitantes. Esta cifra representa una reducción del 3,8% en comparación con 2023, cuando la tasa había sido de 750,5 por cada 100.000, y destaca la evolución favorable tras el impacto masivo de COVID-19 a comienzos de la década.
Un dato relevante del documento es que, por primera vez desde 2020, COVID-19 quedó fuera de las diez principales causas de muerte en la población estadounidense. El virus, que había causado un repunte sostenido en la mortalidad general, cede ahora espacio a otras patologías preexistentes en el país. “Esta es la primera vez desde 2020 que COVID-19 no figura entre las diez causas principales de fallecimiento”, apuntaron los autores del reporte, según CBS News.
La mortalidad relacionada con COVID-19 disminuyó hasta desaparecer del listado de enfermedades más letales, aunque el informe advierte que los datos continúan siendo provisionales y están sujetos a revisión. El análisis, sin embargo, ya ofrece señales tempranas que pueden orientar la toma de decisiones en el ámbito de la salud pública, subrayan los expertos de los CDC.
El informe estatal ubica a las enfermedades cardíacas como la principal causa de fallecimientos, registrando 683.037 muertes en 2024. Le sigue el cáncer, con 619.812 defunciones, consolidándose como el segmento de mayor impacto sobre la salud pública junto a las patologías cardíacas. En tercer lugar aparecen las lesiones no intencionales, responsables de 196.488 muertes durante el último año.
El documento oficial incluye en el grupo de las diez primeras causas al accidente cerebrovascular, la enfermedad respiratoria crónica baja, la enfermedad de Alzheimer, la diabetes, las enfermedades renales, las hepáticas crónicas y cirrosis, y el suicidio. La comparación interanual revela que, si bien descendió la mortalidad general, tanto las muertes por enfermedades cardíacas como las asociadas al cáncer mostraron un leve aumento respecto a 2023, según los datos reflejados por CBS News.

Uno de los apartados destacados por el reporte es el análisis de las tasas de mortalidad por grupos demográficos. El mayor índice corresponde a los hombres, los adultos mayores y la población afroamericana. La información recopilada por los CDC —según la presentación de CBS News— pone de manifiesto que las disparidades en salud continúan siendo un factor relevante para los formuladores de política pública y los investigadores en Estados Unidos.
Los autores del informe subrayan que, aunque el uso de datos provisionales puede conllevar margen de error, las tendencias recogidas ayudan a anticipar desafíos futuros y a diseñar estrategias preventivas frente a enfermedades crónicas y patologías emergentes.
Mientras la enfermedad cardíaca sobresale como principal amenaza de muerte, la conciencia sobre sus factores de riesgo no es uniforme. Una encuesta realizada este año por la Cleveland Clinic revela que una parte significativa de la sociedad desconoce elementos como el consumo de tabaco y la contaminación atmosférica que inciden en la prevalencia de patologías coronarias. Así lo reseñó CBS News al contextualizar el liderazgo persistente de los problemas cardiovasculares.
Por su parte, un informe emitido en 2024 por la American Heart Association —según recoge CBS News— proyecta que más de 61% de los adultos estadounidenses podría padecer alguna forma de enfermedad cardiovascular para 2050. La anticipación de este panorama refuerza la importancia de la prevención y el monitoreo continuo de los indicadores de salud.

El mismo informe federal recuerda que el análisis se basa en datos de defunción aún provisionales y sujetos a futuras revisiones. Aun así, los expertos recalcan que la información permite a los investigadores y hacedores de políticas identificar a tiempo posibles alteraciones en las tendencias y preparar respuestas más rápidas ante nuevas amenazas.