
El frío extremo marcó el comienzo de la semana en gran parte del país. Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), 18 provincias se encuentran bajo alerta por bajas temperaturas, con registros que descienden hasta los -16,2 °C en algunas localidades.
El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) atraviesa jornadas con mínimas de hasta 0 °C y máximas apenas superiores a los 8 °C, mientras en la costa se reportaron nevadas y ráfagas de viento de hasta 41 km/h. En este contexto, no solo las personas deben tomar precauciones: los animales también corren riesgo de sufrir hipotermia, congelamiento o afecciones respiratorias.
Durante el invierno, los perros pueden experimentar alteraciones en su comportamiento o en su salud a causa del frío, y muchas veces estos signos pasan desapercibidos. Algunas razas son más sensibles que otras, pero todos, sin excepción, necesitan protección frente a las temperaturas extremas. Reconocer las señales tempranas y saber cómo actuar puede evitar complicaciones.

Las bajas temperaturas afectan de distintas formas a los animales domésticos. Comprender su lenguaje corporal y prestar atención a ciertos indicios permite identificar si el frío está afectando su bienestar.
- Temblores o escalofríos: son los signos más visibles. Tal como advierte la asociación de caridad británica Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals (RSPCA), el temblor es una respuesta fisiológica que puede observarse especialmente en perros pequeños o de pelo corto.
- Búsqueda de calor: cuando sienten frío, muchos perros intentan ubicarse cerca de estufas, radiadores, mantas o al sol. Este comportamiento indica que buscan elevar su temperatura corporal.
- Letargo o menor actividad: de acuerdo con la American Veterinary Medical Association (AVMA), si un perro reduce su nivel de actividad habitual o se muestra más lento, puede ser una señal de hipotermia.
- Cambios en el apetito o consumo de agua: según la RSPCA, durante el invierno algunos perros comen más para mantener la temperatura corporal, pero también pueden beber menos, lo que aumenta el riesgo de deshidratación, especialmente en ambientes calefaccionados.

- Vocalizaciones o quejidos: los lamentos persistentes pueden ser una forma de expresar malestar. También pueden buscar mayor contacto físico con sus cuidadores o con otros animales para obtener calor.
- Postura encorvada: algunos animales adoptan una postura rígida o encorvada para minimizar la pérdida de calor. Esta señal también puede asociarse a la incomodidad por el contacto con superficies heladas.
- Hipersensibilidad al contacto: si el perro rechaza caricias o reacciona con molestia al tocar zonas como orejas, cola o patas, podría tratarse de un caso leve de congelamiento. En caso de que se note una decoloración de la piel o inflamación, desde la American Animal Hospital Association (AAHA) recomiendan consultar con un veterinario.
El nivel de tolerancia al frío varía según el perro. Los de pelaje corto, cuerpo pequeño, patas cortas o escasa grasa corporal sienten más rápidamente las bajas temperaturas, mientras que los de pelo largo o razas adaptadas a climas fríos resisten mejor, aunque también son susceptibles a riesgos si la exposición es prolongada.

La AVMA señala que todos los caninos, sin importar su pelaje, pueden sufrir hipotermia o congelación si permanecen demasiado tiempo en el exterior. Por eso, en días muy fríos, se recomienda reducir la duración de los paseos.
La AAHA sugiere hacer salidas breves y más frecuentes, sobre todo si el animal es de tamaño pequeño, de edad avanzada o tiene problemas de salud. En perros sensibles al frío, se puede usar un abrigo que cubra el lomo y el pecho sin limitar su movimiento.
Las patas también requieren cuidados: el contacto prolongado con superficies frías puede provocar sequedad, grietas o lesiones en las almohadillas plantares. Las asociaciones veterinarias recomiendan revisarlas después de cada paseo, limpiarlas con un paño húmedo tibio para retirar restos de hielo y aplicar bálsamos protectores, realizados especialmente para animales, si es necesario.
Dentro del hogar, el perro debe tener un lugar seco, cálido y alejado de corrientes de aire. Según la RSPCA, muchos animales buscarán por sí mismos fuentes de calor. Asimismo, las estufas o mantas eléctricas deben utilizarse con precaución y, si el canino está cerca de ellas, que siempre sea bajo supervisión para evitar accidentes.

El resfrío o la gripe canina no es estacional, pero puede manifestarse con mayor frecuencia durante el invierno debido al estrés térmico o la exposición a otros animales enfermos en ambientes cerrados. El American Kennel Club (AKC) señala que el virus responsable de la influenza canina se transmite por vía aérea y también por contacto con objetos contaminados como correas, bebederos o la ropa del tutor.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
- Tos seca o húmeda.
- Estornudos.
- Secreción nasal transparente o espesa.
- Ojos llorosos.
- Fiebre.
- Letargo.
- Dificultad para respirar.
Según el AKC, “la mayoría de los casos son leves, pero algunos pueden desarrollar neumonía o fiebre alta”. Aunque no existe cura, el tratamiento es sintomático y, según las indicaciones de un veterinario, puede incluir antiinflamatorios, líquidos y antibióticos si hay infecciones secundarias.