
El acceso al agua en las comunidades aborígenes del norte argentino ha sido un tema de preocupación desde hace décadas, en especial en regiones tan aisladas como la Misión Santa María, Salta, situada sobre el río Pilcomayo, a unos 500 kilómetros de la capital provincial y a 1900 de la ciudad de Buenos Aires. Las comunidades de esa región han enfrentado históricamente retos muchas veces infranqueables para asegurar el suministro de agua potable, un recurso vital que afecta directamente su calidad de vida y salud.
Según el resultado del último informe presentado por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina, la situación en el año 2020 era particularmente crítica, con solo un 40% de los hogares teniendo acceso al agua de red. Pero en solo 5 años esta subió al 96%. Según los autores, esta mejora es un reflejo de los esfuerzos concertados para aumentar la disponibilidad diaria de agua para consumo, que pasó del 11% al 42% en hogares.
Estos datos, destacan la vulnerabilidad de estas comunidades, que dependían de fuentes de agua alternativa con estándares de calidad inferior o inciertos, exponiendo a la población a riesgos severos de salud relacionados con el consumo de agua contaminada.
En 2020, las comunidades wichi enfrentaban serios problemas de infraestructura en el acceso al agua, lo cual resultaba en un alto índice de enfermedades transmitidas por el agua, como la diarrea. En aquel momento, un significativo 84% de la población que consumía agua de red reportaba haber padecido de diarrea por más de dos días. Esto revelaba la necesidad urgente de intervenciones efectivas que mejoraran el acceso a agua de calidad para estas comunidades.

En respuesta a la crítica situación de acceso al agua, Cruz Roja Argentina inició una serie de intervenciones humanitarias estratégicas desde el año 2020 a través de su “Campamento Humanitario”, con un enfoque integral orientado a mejorar las condiciones de vida de las comunidades wichi, toba y chorote en el norte de Salta.
Según el informe, uno de los logros más destacados es la expansión de la cobertura de agua de red. En febrero de 2025, el acceso al agua de red había aumentado notablemente, con un 96% de población incluida, lo cual representa un incremento de más del doble en comparación con el estado inicial en 2020. Este avance fue atribuido por el relevamiento a la extensión de la infraestructura y a las intervenciones directas de la Cruz Roja, incluyendo la distribución de tanques de almacenamiento y filtros de agua, elementos fundamentales que han permitido mejorar significativamente la resiliencia de la comunidad frente a problemas de desabastecimiento.
El porcentaje de hogares con tanques de almacenamiento subió del 53% en 2020 al 74% en 2025, algo que permitió sortear problemas de disponibilidad.
La organización también contabilizó el esfuerzo de más de 300 voluntarios en el campo durante estos cinco años, quienes, mediante programas educativos y de concienciación, han potenciado el conocimiento comunitario sobre manejo y conservación del agua, factores clave para la sostenibilidad de los recursos hídricos.
A pesar de los notables avances, las comunidades continúan enfrentando importantes desafíos en la calidad del agua disponible. Según el informe del Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina, el suministro de agua de red presenta deficiencias visibles. El 80% de las personas perciben un olor desagradable en el agua, mientras que al 83% el color amarillo y rojizo les resulta preocupante, factores que sugieren problemas en los procesos de potabilización y en el mantenimiento de la infraestructura de distribución.
Rodrigo Cuba, subsecretario de Desarrollo Humano de Cruz Roja Argentina, explicó a Infobae que, “si bien se reportan mejoras en la cobertura de agua, es importante distinguir entre cobertura y calidad. La cobertura se refiere a la capacidad de llevar el agua hasta los hogares, ya sea mediante tendidos de red o distribución con cisternas. Sin embargo, esto no garantiza que el agua que llega sea de calidad”.

“Hay dos obstáculos principales —describió—, por un lado, un déficit de potabilización, que se da cuando el agua de tendido de red se alimenta directamente del río. En ese caso, la cobertura está satisfecha, pero no así la calidad del agua”, por otra parte, “el segundo factor, es la cantidad de conexiones irregulares. Muchas veces, al instalar una red troncal esta queda a mucha distancia de los hogares familiares. Por este motivo, muchas familias se conectan de manera informal, ‘pinchando’ para lograr acceso sin necesidad de trasladarse. Esto deteriora progresivamente la calidad del agua, ya que esos caños suelen estar sucios, permiten el ingreso de microorganismos, y eso reduce el nivel de cloro en el agua, lo que impide que llegue en condiciones seguras y potables a los hogares”.
Por su parte, en contraposición a las percepciones negativas respecto del agua de red, el agua distribuida por el Campamento Humanitario se destaca como una alternativa confiable. De acuerdo con el informe, el 75% de las personas que la reciben la describen como incolora, y el 94% como inodora, en tanto que el 81% está conforme con su sabor.
Según evaluaron los autores del informe, la mejora en el acceso al agua refleja un avance en criterios técnicos y logísticos y un profundo impacto social y sanitario sobre las comunidades implicadas. Desde 2020, la prevalencia de enfermedades como la diarrea ha disminuido de manera significativa, situándose en un 54% en 2025 entre quienes consumen agua de red, cuando en 2020 se ubicaba en el 84%; y aún más bajo, en un 22%, entre quienes utilizan el agua suministrada por Cruz Roja.
Cuba detalló que “la proliferación de cuadros diarreicos está fuertemente asociada a la falta de higiene. Una persona que tiene diarrea y no puede higienizarse adecuadamente las manos por no contar con agua segura, tiene muchas más probabilidades de volver a contagiarse a sí misma, mediante lo que se conoce como transmisión ano-mano-boca. Por ejemplo, al ir al baño, pueden quedar bacterias como Escherichia coli en las manos, que luego terminan en la boca, reiniciando el ciclo de la enfermedad”.
Esas bacterias también se transmiten a otras personas dentro del entorno “si no hay condiciones adecuadas de higiene. Es decir, sin agua segura, el déficit de higiene se mantiene y el círculo de la diarrea no se corta”, subrayó.

Por otro lado, agregó, “la diarrea provoca una pérdida importante de electrolitos, lo que genera deshidratación. Esa pérdida constante de nutrientes es una de las principales causas de malnutrición severa. Entonces, si una persona tiene diarrea, pierde nutrientes; si no tiene agua segura, no puede prevenir nuevos episodios; y así, aunque reciba alimento, seguirá perdiendo lo que gana”.
Por todo esto, resumió Cuba, “el acceso al agua segura es tan transversal: no solo es clave para la alimentación, sino también para la higiene y, en definitiva, para evitar que se perpetúe este ciclo que lleva a la malnutrición crónica”.
Cuando Infobae consultó al directivo de la Cruz Roja las prioridades para el trabajo que sigue, señaló que lo más importante “sigue siendo el acceso al agua segura, que implica tres componentes fundamentales: cantidad, distancia y calidad. Es decir, que haya suficiente agua, que esté disponible a una distancia adecuada (menos de 500 metros) y que cumpla con los estándares de calidad requeridos”.
“Hoy lo que estamos haciendo es avanzar en dos direcciones al mismo tiempo: por un lado, extendemos nuestras intervenciones a nuevas comunidades, y por otro, profundizamos y mejoramos las acciones en aquellas que ya veníamos asistiendo. Por ejemplo, al inicio distribuíamos agua con cisternas, y con el tiempo fuimos incorporando soluciones más sostenibles, como tendidos aéreos y redes troncales. Eso no significa que dejemos de usar las cisternas; simplemente las destinamos a nuevas comunidades que aún no tienen ese nivel de desarrollo”, remarcó.
La Cruz Roja impulsa acciones que inicien a las comunidades en el camino de la autosuficiencia. “En las comunidades donde ya se han alcanzado ciertos estándares, podemos hablar de avances en términos de desarrollo”, dijo Cuba, a la vez que recordó que la entidad de ayuda humanitaria continúa “priorizando los derechos más vulnerados”.

“Actualmente, además del acceso al agua, estamos trabajando fuertemente en el acceso a medios de vida (trabajo), en derechos sexuales y reproductivos, y en la prevención de distintos tipos de violencia, con especial foco en violencia de género y en el acompañamiento a las diversidades”, concluyó.