
P: A mi hijo lo acaban de despedir tras cuatro meses en un nuevo trabajo al que se había mudado especialmente. Fue, en gran medida, culpa suya. Hubo un largo periodo sin seguro médico y no hizo lo necesario para asegurarse sus medicamentos para el TDAH. Como resultado, cometió errores que le costaron dinero a la empresa.
Parece que está encarrilando su vida y va a empezar a postular a nuevos empleos (y también a gestionar su medicación).
¿Debería incluir este último trabajo en su currículum? Como acaba de mudarse a esta nueva ciudad, podría parecer razonable que haya tomado este tiempo para establecerse. Sé que no debe mentir, pero ¿está bien omitir este empleo? ¿O tienes alguna recomendación sobre cómo debería abordar el tema en entrevistas? Su empleador anterior le daría una buena referencia.
R: En un mundo ideal, explicar que se dejó un trabajo para atender un problema médico que afectaba el rendimiento no debería jugar en contra. Pero también, en un mundo ideal, el acceso al sistema de salud sería sencillo, sin importar el ingreso, estado civil o situación laboral, lo que habría evitado este escenario desde el principio.
Dado que esos escenarios ideales no están disponibles, enfoquémonos en lo práctico. Presentarse como candidato laboral se trata de destacar lo positivo. Un currículum es una lista de logros, no una enciclopedia. Y unos pocos meses de vacío entre empleos es bastante común, incluso en un buen mercado laboral. En resumen, omitir ese trabajo breve de su historial probablemente evitará más preguntas de las que generaría.

Pero el mundo puede ser sorprendentemente pequeño, y nadie está exento de la ley de Murphy. Así que si decide no incluir ese trabajo en su currículum, de todos modos deberá estar preparado para responder la inevitable pregunta si llega a saberse la historia completa: ¿por qué y cómo dejó ese puesto tras tan poco tiempo?
Decir que “no fue un buen encaje” es una opción vaga, pero también puede generar dudas sobre qué fue exactamente lo que no encajó y si es propenso a abandonar una situación similar sin previo aviso. Decir que se trató de atender un problema médico es tanto cierto como comprensible, aunque también podría despertar preocupaciones silenciosas sobre si ese problema podría repetirse y volver a afectar su desempeño. Si opta por esa vía, deberá elaborar un relato claro y tranquilizador, compartiendo solo el nivel de detalle personal con el que se sienta cómodo.
Un empleador prudente evitará hacer preguntas que puedan violar la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA), pero si puede anticiparse a esas dudas no expresadas con una narrativa clara y preparada, mejor aún. Y una referencia positiva de su empleador anterior, que destaque su dedicación y confiabilidad, puede demostrar que este revés reciente fue una excepción.
Más allá de lo que diga en entrevistas, también debería considerar estrategias para evitar que vuelva a encontrarse en esta situación. Podría enfocarse en empleos donde los errores no impliquen pérdidas económicas significativas, o donde haya sistemas de revisión y medidas de seguridad que impidan que él sea la última línea de defensa.

La buena noticia es que, a medida que crece la conciencia sobre la neurodiversidad, cada vez más empleadores con una visión moderna ven condiciones como el TDAH, el autismo y otras diferencias cognitivas simplemente como una variable más en la gestión de una fuerza laboral inclusiva y de alto desempeño. Es posible que termine trabajando en una empresa donde se sienta cómodo hablando abiertamente con sus superiores sobre su condición y colaborando en soluciones y adaptaciones para asegurarse de rendir al máximo.
Por cierto, entiendo la necesidad de reconocer la responsabilidad de tu hijo en su situación, pero calificarla como “su culpa” tampoco termina de ser justo. Tener TDAH sin tratar puede dificultar incluso las gestiones más básicas necesarias para acceder a tratamiento. Además, es posible que se sintiera obligado a seguir adelante solo, ocultando sus dificultades y poniéndose a sí mismo en una posición insostenible.
Espero que este sea uno de esos tropiezos típicos de la adultez temprana que no deja daños a largo plazo, pero que le deja una valiosa lección aprendida, y que para nosotros sirva como un recordatorio de lo frágil que puede ser la red de seguridad social en este país.
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