Al menos una persona resultó herida de gravedad y varias más sufrieron lesiones durante los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad, en el marco de las nuevas protestas opositoras que tuvieron lugar en Belgrado este sábado.
Las movilizaciones, que reunieron a decenas de miles de personas según fuentes oficiales y organismos independientes, coincidieron con el aniversario de la Batalla de Kosovo de 1389, un símbolo central del nacionalismo serbio.
Las protestas, tanto a favor como en contra del gobierno, comenzaron en distintos puntos de la capital, especialmente en la plaza Eslava y frente al Parlamento serbio. Allí, los disturbios se intensificaron con cargas policiales y enfrentamientos directos, lo que provocó varios heridos y al menos uno grave.

El ministro del Interior, Ivica Dadic, condenó lo que calificó como “brutales ataques contra agentes de la policía por parte de manifestantes de una concentración no registrada en la plaza Eslava”, según declaraciones recogidas por la televisión pública RTS.
Dadic advirtió que las fuerzas de seguridad “adoptarán todas las medidas necesarias para restablecer el orden público y la paz, repeler todos los ataques y detener a todos los que han atacado a la Policía”.
Las fuerzas del orden utilizaron gases lacrimógenos y granadas ensordecedoras para dispersar a los manifestantes. Testigos presenciales y periodistas confirmaron la presencia de ambulancias y el traslado de heridos tras los enfrentamientos más violentos.
El clima de tensión en Serbia se ha exacerbado en los últimos meses a causa de una serie de protestas organizadas por la oposición, que denuncia prácticas de corrupción y reclama la convocatoria de elecciones anticipadas. Estas movilizaciones se intensificaron tras el derrumbe de la estación de tren de Novi Sad, en el que murieron 15 personas.
El sábado, la movilización sumó un componente simbólico especial debido a la conmemoración de la Batalla de Kosovo, episodio fundacional para la memoria nacional serbia. Además, el movimiento estudiantil, activo desde hace más de siete meses, mostró fuerza en estos actos. En el parque de los Pioneros, el presidente serbio, Aleksandar Vucic, visitó a un grupo de estudiantes concentrados y expresó su respaldo a la juventud movilizada.
El mandatario, cercano a la Rusia de Putin, afirmó sentir “orgullo” por la movilización de los jóvenes que, según él, buscan “estudiar” y luchan por sus ideales. “Los estudiantes han ganado y las barricadas han perdido”, declaró, aludiendo a la diferencia de convocatoria con respecto a protestas ocurridas en marzo.

La magnitud de la protesta del sábado es objeto de declaraciones contradictorias. Según la policía, alrededor de 36.000 personas participaron en la marcha principal registrada en la plaza más grande de Belgrado y las calles adyacentes. No obstante, periodistas presentes en el lugar y las imágenes aéreas disponibles muestran que la multitud podría haber sido más numerosa.
Organismos independientes calcularon la asistencia en unas 140.000 personas, el número más elevado desde la protesta del 15 de marzo, que tuvo una convocatoria estimada de 300.000 manifestantes.

La agencia AFP, que dio cobertura a la movilización, describió a una multitud portando banderas serbias y pancartas con nombres de ciudades y pueblos del país. Los manifestantes corearon consignas como “¡Queremos elecciones!” a lo largo de la jornada.
En una carta abierta enviada al Gobierno, los estudiantes indicaron que “las elecciones son el mecanismo fundamental de toda sociedad democrática y que no existe una solución alternativa”.

Vucic, quien suele tildar a los estudiantes como “terroristas”, aseguró hoy que las protestas “no pueden desarrollarse sin violencia”, informó la agencia de noticias Beta.
A medida que caía la noche, el clima se volvió más tenso y se produjeron nuevos choques entre grupos de manifestantes y fuerzas de seguridad. El uso de la fuerza por parte de la policía generó diversas reacciones tanto de la oposición como desde organismos de derechos humanos.

El movimiento de protestas desafía la continuidad del gobierno liderado por Aleksandar Vucic y pide una respuesta institucional ante denuncias de corrupción y demandas sociales acumuladas. La presión sobre el Ejecutivo sigue en aumento, en un contexto de profunda polarización política.

La jornada del sábado expuso la capacidad de movilización de la oposición, el descontento presente en diferentes sectores sociales y la complejidad de un panorama donde aún no se vislumbra una resolución inmediata ni un acuerdo para la convocatoria de elecciones anticipadas. Las autoridades señalaron que continuarán “restableciendo el orden” mientras la oposición reitera su intención de mantener la movilización en las calles.
En víspera de la protesta de hoy, el presidente había dicho que “Serbia no acepta el ultimátum” de los estudiantes y que no habrá elecciones adelantadas: “El Estado serbio ha estado muchas veces ante ultimátums de grandes potencias extranjeras. Y esta vez, las potencias extranjeras, a través de sus sirvientes locales, nos han enviado otro. La respuesta del Estado serbio siempre ha sido la misma: no”.



Según Vucic, quien domina la política serbia desde 2012 y al que la oposición acusa de ser autoritario, las protestas representan un intento de “potencias occidentales” de derrocar su Gobierno, porque les molesta su independencia y la prosperidad económica del país.