
Irán enfrenta nuevas turbulencias económicas y políticas a medida que el valor de su moneda registra una fuerte caída y las principales potencias europeas presionan para restablecer sanciones internacionales sobre el programa nuclear del país. El precio del dólar estadounidense superó los 1.060.000 riales en el mercado abierto de Teherán este lunes, cifra ligeramente superior al valor previo al inicio de negociaciones entre Teherán y Washington en abril.
El gobierno iraní y el banco central aseguraron que la depreciación no responde a una disminución de la actividad económica, sino que se trata de una reacción psicológica ante el deterioro de las condiciones políticas.
Las autoridades de Francia, Alemania y el Reino Unido, los tres países europeos que permanecen en el acuerdo nuclear firmado en 2015 entre Irán y las potencias mundiales, activaron el procedimiento de “snapback”, lo que conlleva la posibilidad de restituir automáticamente las sanciones de la ONU, levantadas anteriormente a cambio de limitar el programa nuclear iraní.
La iniciativa de las potencias europeas otorga a Irán un plazo de un mes para negociar un posible acuerdo que podría posponer la reactivación de sanciones por un año o menos. Entre las condiciones exigidas figuran la reanudación del diálogo con Estados Unidos, el acceso de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) a las instalaciones nucleares, y la justificación de los 408,6 kilogramos de uranio altamente enriquecido, según los datos de la OIEA.
Irán sostiene que su programa nuclear tiene fines pacíficos y argumenta que las demandas occidentales deberían ser el resultado de negociaciones, no requisitos previos. A pesar de que inspectores de la OIEA supervisaron el reemplazo de combustible en la central nuclear de Bushehr esta semana, no han obtenido más acceso. Las autoridades iraníes han criticado al organismo internacional, acusándolo de allanar el camino para potenciales ataques de Israel y Estados Unidos en junio.

Teherán también rechaza la legalidad de la activación del “snapback”, alegando que la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo en 2018 y la imposición de duras sanciones —iniciadas bajo el entonces presidente Donald Trump y reforzadas por la administración de Joe Biden y, posteriormente, nuevamente por Trump— invalidan la autoridad de los europeos para reinstaurar sanciones.
La presión ha llevado a Irán a buscar alianzas con China y Rusia, también signatarios del acuerdo nuclear de 2015. Los ministros de Exteriores de los tres países emitieron este lunes un comunicado conjunto declarando que la medida europea contradice la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que respalda el acuerdo nuclear, calificándola como “legal y procesalmente defectuosa”. Abogaron por abordar las causas raíz de la disputa y demandaron el abandono de sanciones y amenazas de fuerza.
El ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, acusó a los estados europeos de “traicionar” el mandato del Consejo de Seguridad y convertirlo en “un instrumento de presión”. Araghchi manifestó en la red social X que la prioridad es restaurar la legalidad internacional y crear condiciones para el éxito de la diplomacia.
Por su parte, el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, sostuvo una reunión de dos horas con el presidente ruso, Vladimir Putin, durante una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai en la ciudad china de Tianjin.
La tasa de inflación en Irán permanece por encima del 35%, una de las más elevadas en el mundo. Un nuevo castigo internacional profundizaría la exclusión del país de los mercados globales y dificultaría aún más la venta de petróleo y otras exportaciones.
Irán enfrenta, además, diversas crisis internas agravadas por décadas de mala gestión y sanciones. La capital y extensas regiones del país sufren cortes diarios de electricidad debido al deterioro de la infraestructura y a la escasez de capacidad para afrontar la elevada demanda del verano. Estas interrupciones afectan tanto a la ciudadanía como a sectores industriales ya debilitados por las sanciones.
A ello se suma el severo problema de agua que aqueja a grandes zonas urbanas y rurales, alimentado por la sobreexplotación de recursos y sequías crecientes en los últimos años. Desde el conflicto más reciente con Israel, la conectividad a internet en el país se ha vuelto irregular y muchos servicios y plataformas internacionales siguen bloqueados por el Estado.
El sistema de posicionamiento global (GPS) continúa fuertemente alterado, sobre todo en la capital, sin que las autoridades hayan clarificado cómo estas medidas protegerán frente a posibles futuros ataques de Israel ni la duración prevista de las restricciones.