Después de pagar el peaje para transitar por la carretera que enlaza la ciudad de Matanzas con el poblado de Varadero, Eugenio, ex profesor de química, detiene a un costado de la vía el viejo Ford de 1954 y abre el capó delantero para ajustar los bornes de la batería. Faltan veinte minutos para las dos de la tarde. El calor es intenso. Luego de la breve reparación se lava la cara con un litro de agua que guarda en la parte de abajo del asiento del conductor.
Prende un cigarrillo fuerte y reinicia el viaje hasta el poblado de Santa Marta, en el municipio de Cárdenas, colindante con la playa de Varadero. Eugenio es taxista privado. “Boteo desde las siete de la mañana hasta las diez u once de la noche”. Pero cuando pasa por la circunvalación se desvía a su derecha. “Es un mismo país con dos sistemas. A la izquierda, bienvenido a Varadero, la playa más linda del mundo, según los inútiles que gobiernan Cuba. Al otro lado, el poblado de Santa Marta, donde un día sí y otro también sufrimos apagones de más de veinte horas”, comenta Eugenio molesto.
“En Varadero jamás se va la luz, a pesar que la tasa de ocupación habitacional en los casi 60 hoteles es del 25%. Tampoco falta el agua y la velocidad de conexión de internet es diez veces más rápido que en otros lugares de la ‘Cuba socialista’. En los mercados, restaurantes y cafeterías puedes pagar con dólares y euros en efectivos. Varadero es un municipio especial. Tiene garitas con guardias en la entrada y lo atiende el Consejo de Estado. No hay propaganda con la muela jorobada de Fidel ni consignas del partido comunista sobre la resistencia creativa”.
“Aunque la Seguridad del Estado tiene bajo control a los cubanos que residen en Varadero, es tanta la corrupción que la mayoría de las personas viven de lo que 'se cae del camión', o sea, vendiendo comida y productos que se roban en los hoteles. La mayoría de las casas tienen antenas donde se ven canales extranjeros. Es un bolsón de capitalismo dentro del mismo país. Una especie de Hong Kong con playas, bares y centros nocturnos. Al otro lado de Varadero la 'república de Santa Marta', lo más parecido a Haití, donde tres horas con electricidad es un lujo. Yo salgo por la mañana a pinchar y no hay luz. Y cuando regreso por la noche seguimos a oscuras. En el poblado, a pesar que muchos trabajan en Varadero, hay personas pasando hambre y un montón de necesidades”.
“Hace unos años atrás nadie quería irse de Santa Marta ni de Cárdenas. Se hacía dinero. Ahora hay tremenda pasmadera. El deporte nacional aquí es tomar ron. Los que pudieron emigraron. Otros buscan mudarse. Vivo en el Callejón de los Perros. Los apagones son maratónicos. En las últimas 72 horas hemos estados 65 horas sin electricidad. La gente coge los plátanos de las matas y los salcochan en el medio de la calle. Es la comida principal junto al picadillo de 'averigua' (se desconocen los ingredientes) que venden en las MIPYMES. En pleno agosto, con temperaturas de 35 grados centígrados, vapuleados por mosquitos enormes y sin agua potable, las personas intentan llevar una vida normal”.
“Pero es imposible. Nadie hace una fiesta. El pueblo parece una funeraria. Es tan corto el tiempo con electricidad que no te da tiempo ni a lavar en la lavadora. Reuní un dinero y me compré una planta eléctrica que me trajeron en tres semana por una agencia de Miami. Fue por gusto. Para mantenerla funcionando se necesitan 20 o 30 litros diarios de gasolina especial. El litro cuesta por la izquierda casi 400 pesos, gastas unos 10 mil pesos al mes. Además, cada cierto tiempo tienes que darle mantenimiento con un aceite especial. Es más el tiempo que la tengo apagada que funcionando”.
“La solución para escapar de los apagones es comprar una estación portátil de electricidad. No trabajan con gas ni combustible. Es una batería que se recargan en dos horas y algunas vienen con paneles solares. Para que te cubra toda la casa, incluyendo refrigerador y nevera, tienes que comprar una estación portátil de 3,000 W para arriba. Sucede que los refrigeradores le chupan la carga en cuatro o cinco horas. Y cuestan el ojo de una cara, entre 1,700 y 2 mil dólares las de mayor potencia. Para tener soberanía eléctrica y no depender de la pandilla de delincuentes que gobiernan el país, lo ideal, me dijo un especialista, es comprar un kit solar. Pero cuestan de 10 mil a 14 mil dólares. Ni trabajando toda mi vida puedo conseguir ese dinero. Mientras tanto, la comida echándose a perder en la nevera y nosotros en Santa Marta viviendo como en la época de las cavernas”, concluye Eugeio.
En las últimas dos semanas, los apagones en Cuba han arreciado. Entre el 46% y 53% del territorio nacional está apagado. Raciel, trabajador agrícola residente en Cienfuegos, a 300 kilómetros al sureste de La Habana, afirma que “fesde hace un año y medio el promedio sin electricidad es de 18 a 25 horas. Ya me he acostumbrado a vivir sin luz. Cuando llega la corriente me asusto”.
A Graciela, ama de casa, oriunda de Guantánamo, le llama la atención, “lo rápido que se mueve el sector privado. En medio de la nada, tú ves que se aparece un camión de una agencia radicada en Miami que te trae una planta de combustible, que ya no es negocio, pues tienes que gastar al mes miles de pesos para conseguir el combustible o una estación eléctrica portátil. Mi hija me mandó una. Tengo luz en toda la casa y puedo poner los ventiladores. Me va enviar otra para el refrigerador y los electrodomésticos. Gracias a los emigrados, los cubanos en la isla no andamos en taparrabos”.
Incluso en La Habana, donde los apagones solían ser de cuatro horas diarias, han arreciado los cortes de electricidad. En el mes de julio el promedio fue entre ocho y once horas diarias. Los pedidos de lámparas, ventiladores recargables y plantas eléctricas han aumentado. En la ciudad de Miami hay decenas de agencias -presuntamente la mayoría opera con instituciones del régimen-, demora entre quince y veintiún días la entrega en Cuba de plantas eléctricas, motorinas, lámparas y ventiladores recargables, así como televisores inteligentes, electrodomésticos y alimentos.
Cobran entre tres y cuatro dólares por cada libra. Y si necesitas recibir la carga en menor tiempo te cobran un importe extra para enviarlo por avión. Esas agencias cuentan con un marketing agresivo. A miles de teléfonos móviles en Cuba les envían sus propuestas de negocios, en las cuales priorizan una lista de equipos para aliviar los apagones. Reinier, diseñador, reconoce que “se aprovechan de la miseria en la Isla para ganar mucho dinero. Somos rehenes del gobierno. Ellos no van resolver los múltiples problemas que padecemos los cubanos. Pero saben que los familiares en el extranjero no van a dejar que sus parientes se mueran de hambre, enfermedades o sufran constante estrés debido a los extensos apagones”.
Yadiel, obrero, no tiene familia en el extranjero que le pueda socorrer "cuando me falte un medicamento o necesite una lámpara recargable para alumbrarme en medio del apagón. Pero es insostenible que un pariente te tenga que mantener durante años por culpa de un gobierno que no funciona. A veces son personas mayores enfermos y con achaques. Lo que está pasando en Cuba es un fenómeno paranormal”.
Varias personas consultadas coinciden que recibir del extranjero una estación portátil de energía o un kit solar es un alivio a corto plazo. Pero la solución definitiva a los apagones y el desabastecimiento general que padecen los cubanos pasa por cambiar el inoperante modelo económico y político. No queda otra.