
Un descubrimiento realizado por un equipo de científicos encabezado por Kyung-Hoon Jeong, de la Universidad Nacional de Jeonbuk, ha revelado la existencia de cuatro nuevas especies de pseudoescorpiones en Corea del Sur, enriqueciendo el conocimiento sobre la biodiversidad subterránea del país.
Este avance resultó de exploraciones minuciosas en diversas cuevas ubicadas en sistemas kársticos surcoreanos. Hasta la publicación de este trabajo, solo se conocían cinco especies de pseudoescorpiones adaptados a hábitats cavernícolas en la región. Con este hallazgo, la cifra asciende a nueve.
Según informaron los autores en la revista PLOS One, donde se publicó el estudio, los investigadores detectaron ejemplares en diferentes cuevas, cada una con poblaciones singulares y características propias.
Las nuevas especies, denominadas S. dugigulensis, S. geumgulensis, S. magwihalmigulensis y S. yamigulensis, reciben su nombre de las cavernas donde fueron encontradas.

Según los autores, en Corea del Sur hay más de mil cuevas distribuidas principalmente entre las cordilleras Taebaek y Sobaek. La mayoría permanece prácticamente inexplorada, lo que sugiere que podrían existir muchas más especies desconocidas.
El estudio describe en profundidad la biología y morfología de los conocidos como pseudoescorpiones dragón, arácnidos cavernícolas cuyo tamaño oscila entre uno y tres milímetros.
A pesar de su diminuta talla, poseen mandíbulas desproporcionadamente grandes, reminiscentes de las de un dragón, facilitando la captura de presas en la oscuridad total de las cuevas. Estas mandíbulas especializadas han evolucionado como respuesta a la escasez de luz y a la competencia en un entorno exigente.

A diferencia de los escorpiones convencionales, con quienes están emparentados, los pseudoescorpiones dragón no presentan aguijón en la cola. Este atributo no limita su capacidad depredadora, siempre de acuerdo con los expertos.
Ellos también plantearon que el exoesqueleto muestra tonalidades que varían entre el naranja claro y el marrón suave, consecuencia de la pérdida de pigmentación propia de las especies que evolucionan en ambientes sin luz. Además, los ejemplares descubiertos son completamente ciegos, una adaptación extrema al ecosistema subterráneo.
Las cuatro nuevas especies presentan variaciones morfológicas sutiles pero fundamentales en la disposición y forma de las mandíbulas, estructuras apendiculares, surcos corporales y detalles microscópicos del exoesqueleto. Según detalla el estudio, se desplazan entre grietas pequeñas y el suelo de las cavernas, desempeñando un papel relevante en la depredación de microartrópodos dentro de la cadena trófica del ecosistema.
El hábitat de estos arácnidos se caracteriza por alta humedad, temperaturas estables y ausencia casi total de luz, condiciones que han propiciado adaptaciones anatómicas particulares y una fauna endémica sensible a alteraciones ambientales.

Para identificar formalmente las nuevas especies, los científicos utilizaron un enfoque integrativo. Se realizaron campañas de colecta en cuevas seleccionadas, preservando los ejemplares en etanol para su posterior análisis detallado en laboratorio.
Los expertos combinaron técnicas de análisis morfológico tradicional bajo el microscopio con herramientas genéticas avanzadas, especialmente el estudio del ADN y análisis filogenéticos, lo que permitió delinear relaciones evolutivas entre los ejemplares.
A través del examen minucioso de mandíbulas, patas, tórax y mediante la secuenciación genética, los investigadores establecieron diferencias consistentes entre las especies. Esta minuciosidad confirmó que cada especie es endémica de una cueva concreta, restringiendo su distribución a microhábitats reducidos.
El protocolo incluyó también observaciones sobre el tipo de sustrato, microclima y la convivencia con otras especies, lo que se incorporó en la descripción final que valida la singularidad de estos nuevos taxones.
El análisis de los ejemplares ha permitido identificar un nivel notable de diferenciación entre las especies del género Spelaeochthonius presentes en Corea del Sur. Cada una posee una huella genética particular, lo que apoya la hipótesis de que la fragmentación del hábitat y el aislamiento geográfico en las cavernas promueven la diversificación.

El aislamiento impulsó el surgimiento de linajes exclusivos, permitiendo que cada cueva albergue especies que evolucionaron de manera independiente respecto de sus parientes en otros sistemas subterráneos.
De acuerdo con los análisis filogenéticos destacados por el medio, esta diversidad genética local va de la mano con la riqueza morfológica del grupo, situando la fauna de cuevas coreanas como un sistema de especial interés para estudiar procesos evolutivos.