
“Este domingo, y cada día, lo celebraré desde lo más profundo porque hay ausencias que nunca se van. Devuélvanme a mi papá”, es el grito angustioso de una profesional de la comunicación, Loredana Hernández Barboza, hija del General (GNB) Héctor Armando Hernández Da Costa, uno de los oficiales más destacados de la institución armada, y quien tiene casi siete años detenido, condenado sin pruebas por el intento de magnicidio a Nicolás Maduro.
Hoy Día del Padre en Venezuela, fecha que se celebra el tercer domingo de junio, cientos de hijos de presos políticos no estarán con el padre, pero así mismo muchos padres militares y civiles tampoco estarán con sus hijos que están tras las rejas.
Loredana es una hermosa joven que se vio obligada a huir del país porque al régimen de Nicolás Maduro no le basta con detener a líderes políticos o militares, también atentan contra sus familias.

“En Venezuela, muchos padres, civiles y militares, están presos injustamente. Muchos hijos, como yo, seguimos creciendo sin ellos. Este es mi testimonio, como la hija de Héctor Hernández Da Costa”, dijo la joven desde que hace unos días empezó la publicación de una serie de mensajes cargados de la nostalgia y la tristeza por el padre lejos y encarcelado, sin comunicación, mucho menos abrazos.
Sobre el día de hoy sin su papá, reflexiona. “Hace días escuchaba las canciones de mi padre y vinieron a mi mente los últimos días de su libertad. Héctor Hernández Da Costa, lleva años encerrado por algo que no hizo. He entendido qué es extrañar todos los días, de hablarle a una foto, de esperar una llamada que nunca llega”.

Dolorosamente ha entendido que “sigo creciendo sin él. Son 7 años que la silla de mi padre sigue vacía. Solo pido que lo miren con justicia y se le conceda la libertad plena”, expresa en unos de sus mensajes.
Describe al general Héctor Hernández Da Costa, su padre, como un venezolano, “apasionado del béisbol y de la música. Un padre excepcional. No está libre, pero es inmenso. No habla, pero me guía. Es mi raíz, mi lucha callada, mi orgullo eterno. Me dio ejemplo, me dio principios. Y aunque no está cerca, vive en todo lo que soy. Mi papá no está muerto, está encarcelado”.
Hace unos días, cuando inició la serie de mensajes sobre la fecha de hoy, dijo “se acerca el día del padre. Es un recordatorio de una ausencia que no elegí. Se interrumpió la posibilidad de tener un papá presente. Se apagaron abrazos, palabras, hasta su voz. Pero no se ha podido borrar lo que él representa”.
Arrancó diciendo “esta semana hablaré de Héctor Hernández Da Costa, mi padre. Un hombre cuya integridad y fuerza moral siguen intactas, más allá de cualquier encierro”.
En Venezuela había cientos de presos políticos, cifra que se disparó a cerca de dos mil, después del 28 de julio 2024, fecha de las elecciones presidenciales, que la Oposición liderizada por María Corina Machado reclama como un triunfo de Edmundo González Urrutia, pero Nicolás Maduro se niega a entregar el poder con respaldo de organismos bajo su control.

La gran mayoría de los detenidos fueron sometidos a desaparición forzada, la mayoría de ellos fueron obligados a ser representados por defensores públicos, muchos torturados, algunos lograron huir, a la mayoría nunca les han cerrado los procedimientos judiciales o se los reabren.
Las víctimas detenidas o excarceladas, con medidas de protección por instituciones internacionales, no están seguros en Venezuela, porque el Ministerio Público, los tribunales y los organismos de inteligencia militar y policial no acatan dichas medidas.
A la hora de apresarlos y violentar los derechos de las personas, para el régimen venezolano tampoco hay discriminación en que sean dirigentes de partidos opositores, que alguna vez hayan acompañados a la revolución chavista o solo sean ciudadanos de la sociedad civil.
La hija del general Hernández Da Costa recuerda que su papá, Héctor Hernández Da Costa, “posee Medida de liberación inmediata del Grupo de Detenciones Arbitrarias de la ONU asignada bajo el número 20/2020. Resolución del Parlamento Europeo solicitando libertad plena y petición de justicia inmediata con el número: B9-0181/2024”.

También “Medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) bajo el número: 289-19”, agregando Hernández Barboza que esas medidas internacionales mencionadas “deben ser acatadas por Venezuela para que se proceda de inmediato la libertad de mi padre, Héctor Hernández Da Costa, recluido en la Cárcel El Rodeo I”.
Destaca, a propósito de ser su padre autor del libro Nociones de Investigación Criminal, que escribiera antes de ser encarcelado, “hoy lo leo para recordarme quién es él. No un número, ni un caso más”, destacando como “hay pensamientos que no se apagan. Y hombres que no se vencen. La cárcel donde lo tienen no puede encerrar esto”.
Enfatiza Loreda “mi papá no es solo un preso. Es un escritor, un experto en criminalística y criminología, un pensador crítico y para mí, sigue siendo una brújula. Una mente brillante. Una presencia que no se apaga, aunque la injusticia intente encerrarlo”.
Loredana era una chica de solo 18 años cuando hombres encapuchados y sin identificarse, llegaron a la puerta de su apartamento en Caracas. Dijeron tener la orden de llevarse al general activo Héctor Hernández Da Costa para la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), amenazaron con usar la fuerza, mientras él alto oficial logra grabar un video alertando que está con su familia.

Su hija recuerda que después de apresar a su padre “sufrí los múltiples allanamientos en mi casa por parte de antisociales sin credenciales y lo más difícil: salir de mi país, luego de que me detuvieran y con el gran dolor de dejar a mi familia, mi razón de ser”.
El 8 de diciembre 2023 contó “hace unos días me gradué en mi postgrado con la ayuda de la beca fesonline. En mi mente siempre suenan las palabras determinadas de mi padre. ‘Nunca dejes de estudiar. El esfuerzo académico será el camino para escalar tus sueños y cumplirlos’, siendo este siempre el vértice de mis padres, quienes llegaron a culminar estudios de cuarto nivel, posicionándose en los primeros lugares”.
Lo rememora como “un reto combinado de mucho esfuerzo y preparación por ser en otro idioma, muchas lágrimas, noches largas de estudio, porque no podía concentrarme pensando en mi papá... Mucha incertidumbre. Además, un estudio con mucho sudor, porque aparte de ser doblemente becada y estudiar, trabajaba 20 horas semanales”.
Sin resentimiento, pero no sin dolor recuerda que ese día de su graduación “estaba sin mi familia. No tenía a nadie entre el público, solo a mis compañeros de estudio”.
“Cuando subí a la tarima, con el crucifijo de mi padre en mi pecho, vinieron a mi mente todos los momentos que he vivido desde aquel 13 de agosto de 2018, pero con la gran satisfacción de que cumplí y de que me preparé en un área que estoy segura de que va a aportar para conseguir la libertad de mi amado y honrado padre”.

Asegura “mi sonrisa no era solo de orgullo, era sobre todo mi escudo ante tanta adversidad. Además, quise darle el regalo a mi padre de ser uno de los mejores promedios, porque se lo merece y lo representa”.
Ese día se dijo “papá, aquí estoy, vestida como siempre soñaste verme, con la fortaleza y disciplina que me has enseñado durante toda mi vida; con la dignidad y la conciencia limpia de que pertenezco a una familia honesta, que cree en la meritocracia y con la satisfacción de que nuestros pensamientos se encontraban juntos en ese momento tan esperado. Un sueño muy anhelado”.
“Nuestros apellidos volvieron a brillar y Dios nos volvió a bendecir haciendo cumplir el sueño que diseñamos los dos juntos tomados de las manos. Hoy, lejos, pero con los corazones unidos. Te amo”, dijo Loredana Hernández, la hija del general preso a muchos kilómetros de distancia.
El 13 de octubre 2023, con motivo del cumpleaños del General Hernández Da Costa, Loredana le confesó en una carta pública: “nunca te lo dije, pero esa noche del 13 de agosto de 2018 marcó mi vida. Nunca imaginé cómo cambiaría todo desde el momento que fuiste detenido ilegalmente y desaparecido, siendo inocente”.
“A partir de ese momento se rompieron muchas cosas en mí, al ver que no había respuestas ante esta injusticia tan grande y dolorosa. Ese día me sentí huérfana sin ti, padre. Supe que la vida no sería cómo antes, me obligaron a renunciar a ti y a tus abrazos. Tuve que empezar a conformarme con verte por escaso tiempo y con personas ajenas a nosotros”.
Recordó la última vez que lo vio y fue “a través de un muro de vidrio. No pude tocarte, ni abrazarte, sólo las miradas y el silencio fueron testigos de excepción”.
Finalizó diciendo que “no importan las adversidades ni las ausencias, seguiré luchando hasta que regreses a casa. Mi único deseo es tu libertad y la de todos los presos políticos de Venezuela”.
No es solo esta joven, lejos de su patria, quien padece el dolor de su padre encarcelado, son muchos, cientos de testimonios, algunos resaltados por el Comité de familiares de Presos Políticos, así como la organización de varias mujeres llamadas Madres en Defensa de la Verdad, que hizo la campaña “Día del padre sin hijos presos” “Día del padre sin mi papá preso”.

La esposa de Juan Carlos Rodríguez, un hombre de 46 años, relata que su pareja trabajaba como comerciante antes de ser detenido injustamente el 28 de julio 2024”.
Rodríguez recibió una llamada informándole que le salió una credencial para ser miembro de mesa: “al llegar al Centro de Votación lo detuvieron arbitrariamente. Todavía se encuentra preso en el comando de la GNB 411 en Mañongo, Naguanagua, estado Carabobo”.
Su esposa agrega que “han pasado 11 meses y en casa estamos toda su familia con la fe puesta en Dios, deseando que le den su Libertad. Exijo que sean liberados él y todos los presos poselectorales inocentes. ¡No son terroristas!”.
Finaliza diciendo que “Juan Carlos es una persona tranquila, padre de familia, es único hijo y su mamá depende de él; Juan Carlos es el sustento del hogar”.