
Con motivo del Día Mundial del Cáncer de Sangre, que se celebra cada 28 de mayo, la fecha busca aumentar la conciencia sobre las enfermedades hematológicas.
Este día tiene como fin principal informar sobre condiciones malignas como la leucemia, el linfoma y el mieloma, todo ello con el propósito de promover detección temprana y asistencia a los pacientes. Este tipo de cáncer afecta la producción de sangre del cuerpo y uno de los tratamientos posibles es el trasplante de células madre sanguíneas, procedimiento que enfrenta el reto de encontrar donantes compatibles, dado que solo uno de cada tres pacientes encuentran coincidencias entre sus familiares.
Entre los cánceres de sangre, la leucemia mieloide crónica (LMC) es un subtipo de leucemia que constituye alrededor del 15% de los casos en adultos. La médica hematóloga y jefa de investigación en FUNDALEU, Carolina Pavlovsky (MN 93.882) la describió como “a menudo asintomática en sus fases iniciales” y aseguró que puede detectarse incidentalmente mediante análisis de sangre rutinarios".

Este tipo de cáncer se desarrolla en la médula ósea, transformando células precursoras de glóbulos blancos en células malignas, desplazando a las sanas. Aunque la enfermedad se diagnostica principalmente en adultos mayores de 67 años, puede presentarse a cualquier edad.
En este contexto, Pavlovsky describió la aprobación del uso de Asciminib desde la primera línea de tratamiento para adultos con leucemia mieloide crónica en fase crónica, como un “mecanismo de acción altamente selectivo”, resaltando que, a diferencia de otras terapias, ofrece una nueva era en el control de esta enfermedad al permitir potencialmente la discontinuación del tratamiento a largo plazo.
Según dijo Pavlovsky sobre el abordaje de esta patología, “las opciones para su tratamiento dependen de la fase de la enfermedad (crónica, acelerada o blástica) y pueden incluir inhibidores de la tirosina cinasa (ITK) -medicamentos que bloquean la actividad de la proteína BCR::ABL1, responsable de la proliferación celular descontrolada- y el trasplante alogénico de células madre, considerado en casos refractarios o en fases avanzadas de la enfermedad. La elección del tratamiento se basa en factores individuales del paciente, incluyendo edad, comorbilidades y respuesta al tratamiento inicial”.

El objetivo principal es alcanzar una respuesta óptima y asegurar que los pacientes tengan una expectativa de vida similar a la de la población general. Asimismo, el objetivo secundario es lograr una respuesta molecular profunda, lo cual podría permitir en algunos casos la discontinuación del tratamiento.
Asciminib, que fue aprobado recientemente para su uso desde la primera línea de tratamiento, es destacado por Pavlovsky como un verdadero avance: “La incorporación de Asciminib en líneas tempranas amplía las opciones terapéuticas para esta enfermedad y puede mejorar la calidad de vida de los pacientes”.
Según la especialista, “desde la llegada de los tratamientos dirigidos como los ITK, el tratamiento de la leucemia mieloide crónica evolucionó de manera significativa.
“La incorporación de Asciminib en líneas tempranas amplía las opciones terapéuticas para esta enfermedad y puede mejorar la calidad de vida de los pacientes”, analizó Pavlovsky, y concluyó: “Debido a su mecanismo de acción único, no solo reduce la carga de efectos secundarios, sino que también demuestra una eficacia sostenida, lo que puede traducirse en una mayor estabilidad en el tratamiento y una mejor adherencia por parte de los pacientes. Esto fue demostrado en ensayos clínicos recientemente publicados”.