
Un desastre de características excepcionales sacudió Kerr County, Texas, el pasado 4 de julio, cuando una avalancha de agua sumergió comunidades enteras y dejó a centenares en vilo. El número de personas reportadas como desaparecidas tras el desbordamiento histórico ha descendido abruptamente: de más de 160, la cifra se ha reducido a solo tres luego de la verificación del paradero de decenas de individuos.
Las autoridades locales, tanto del condado como de la ciudad de Kerrville, atribuyeron esta disminución al “extenso trabajo de seguimiento” y a “esfuerzos extraordinarios” desplegados en la región.
Según declaraciones oficiales reproducidas por NBC News, “este progreso notable refleja incontables horas de operaciones coordinadas de búsqueda y rescate, trabajo investigativo minucioso y un compromiso inquebrantable para aportar claridad y esperanza a las familias durante un momento inimaginablemente duro”, indicó Dalton Rice, administrador municipal de Kerrville.
Lo acontecido implicó una labor continua de verificación, eliminando sistemáticamente a personas del listado de desaparecidos a medida que se confirmaba su bienestar. Un comunicado conjunto de la ciudad y el condado destacó: “Muchos individuos informados inicialmente como desaparecidos han sido verificados como seguros y retirados de la lista. Esta ha sido una tarea permanente mientras los investigadores se esmeraron en corroborar los reportes”.
Hasta el sábado, no se precisó si hubo un solo elemento determinante, como la restitución del servicio de telefonía móvil interrumpido por la tormenta, que favoreciera la localización de los desaparecidos. Según la información de NBC News, la falta de respuesta inmediata por parte de funcionarios del condado dejó sin respuesta varios puntos en torno a la evolución de la emergencia.
La madrugada del 4 de julio, el rápido incremento de las aguas sorprendió a los moradores y a visitantes de bungalows ubicados junto al río, arrastró vehículos por las carreteras e incluso dejó a sobrevivientes aferrados a los árboles. Un “oleaje de inundación” avanzó velozmente por el río Guadalupe, multiplicando varias veces su caudal y anegando infraestructuras ribereñas.
Datos federales citados por NBC News indicaron que el río, que recorre Kerrville y Kerr County, aumentó 7.9 metros en apenas 45 minutos.
Uno de los escenarios más trágicos se vivió en Camp Mystic, donde al menos 27 campistas y miembros del personal perdieron la vida. El campamento, que albergaba a más de 750 menores al momento de la catástrofe, quedó devastado por la crecida repentina del río.
El senador Ruben Gallego, demócrata por Arizona, solicitó esta semana una investigación formal sobre la actuación del Departamento de Seguridad Nacional durante la emergencia. Mientras tanto, el presidente Donald Trump recorrió la zona afectada la semana pasada y defendió la gestión de su administración, asegurando que la respuesta federal fue inmediata. Trump también destacó que la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, “estuvo presente desde el primer momento”.
Las autoridades estatales y locales tampoco escaparon a las críticas sobre la demora en la emisión de alertas a la población antes de la llegada brutal de las lluvias. NBC News recogió las palabras de Dalton Rice, quien valoró que “ocurrió con tal rapidez que nadie, nadie pudo haberlo anticipado”. Rice sostuvo que el carácter histórico y devastador del evento hizo prácticamente imposible evitar las consecuencias, incluso con las mejores predicciones y advertencias.
Numerosas familias de la región de Kerrville y de otros puntos de Texas continúan recuperándose del impacto, afrontando tanto la destrucción material como la angustia de la búsqueda y la espera. La gestión de la emergencia, el saldo fatal y la revisión de los sistemas de alerta ocupan ahora el centro del debate y la reconstrucción local tras una tragedia que sacudió a toda la comunidad.