
La especie Ceiba speciosa, conocida con el término popular de palo borracho, es una alternativa resistente y de abundante sombra para quienes desean plantar un árbol en casa sin enfrentar los desafíos de climas áridos.
Esta especie nativa sudamericana gana popularidad tanto por su adaptabilidad como por su aporte estético y funcional al entorno urbano.

La especie Ceiba speciosa proviene de regiones de Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay y Bolivia. Su principal fortaleza radica en la forma de su tronco, que se ensancha en la base y actúa como un reservorio natural de agua, lo que permite soportar periodos prolongados sin riego frecuente.
El aspecto abultado de su estructura inspiró el nombre “palo borracho” y lo distingue entre las especies adaptadas a ambientes áridos.
Esta característica, sumada a su copa amplia, permite que el palo borracho proyecte una sombra generosa, lo que lo convierte en un complemento valioso para jardines familiares. Su rápida adaptación y bajo requerimiento hídrico representan ventajas frente a otras alternativas que suelen demandar cuidados intensivos o presentan problemas de raíces invasivas.

El palo borracho contribuye a regular la temperatura del hogar, genera un microclima agradable y mejora la calidad ambiental. Sus flores, que varían desde el rosa intenso hasta el blanco o amarillo, añaden un valor ornamental significativo durante buena parte del año.
La estructura del árbol permite mitigar la erosión del suelo y reduce el efecto de las altas temperaturas en jardines y veredas.
A diferencia de especies que tienden a levantar el suelo o requieren podas frecuentes, Ceiba speciosa mantiene un comportamiento menos invasivo y favorece la biodiversidad urbana, al atraer insectos polinizadores y aves, entre ellas pequeños pájaros y colibríes.

El tronco del palo borracho es liso, verde en sus primeros años, y suele estar recubierto de espinas cónicas, que con el paso del tiempo desaparecen. Suele alcanzar entre 10 y 20 metros de altura en condiciones favorables y su copa puede tener un diámetro igual o mayor a su altura. Las hojas compuestas, con entre cinco y siete folíolos, emergen desde un punto central y caen durante el invierno.
Sus flores llaman la atención no solo por el colorido, sino también por el tamaño, de hasta nueve centímetros en el caso del samohú o palo borracho rosado. Los frutos aparecen como cápsulas leñosas de hasta 20 centímetros de longitud, que al madurar liberan semillas rodeadas de fibras semejantes al algodón.
Para asegurar su prosperidad, conviene plantar el palo borracho en zonas soleadas y con espacio suficiente para el desarrollo de su copa y raíces. La siembra con semillas es sencilla, aunque se recomienda remojarlas durante un día antes de colocarlas en tierra. A la hora de plantarlo, no se deben dejar de considerar las dimensiones que podría alcanzar el árbol adulto, por lo que es necesario prever la distancia respecto a construcciones y veredas.

A la hora de elegir el palo borracho para un jardín residencial, es fundamental analizar el espacio disponible. Esta especie manifiesta un crecimiento acelerado y, si bien no suele presentar raíces que deterioran severamente las veredas, el cuidado en la ubicación inicial es clave para aprovechar sus ventajas y evitar futuros inconvenientes. El ejemplar tolera tanto suelos pobres como zonas con altas temperaturas, lo que amplía su rango de adaptación en climas cálidos y templados.
Es una especie tolerante a plagas y enfermedades comunes en ambientes urbanos, lo que reduce la necesidad de intervenciones químicas o mantenimiento intensivo.

Las flores del palo borracho destacan por su vistosidad y generan un impacto visual durante los meses de floración, que se extiende desde verano hasta otoño. El árbol aporta fibras aptas para uso en textiles, rellenos y aislantes. Además de mejorar el paisaje, su presencia enriquece el ecosistema urbano, sumando refugio y alimento a la fauna local.
Varias leyendas y tradiciones populares de Sudamérica giran en torno al palo borracho, cuya silueta trascendió el plano biológico para instalarse en la cultura de las regiones donde crece. La combinación de resistencia, sombra y valor ornamental posiciona a esta especie como un recurso versátil para quienes buscan arreglar o adornar sus espacios verdes sin descuidar la sustentabilidad.