
En un entorno global marcado por la ansiedad económica, la fatiga digital y la incertidumbre social, las marcas están redefiniendo sus estrategias mediante el marketing escapista, una tendencia que prioriza la fantasía y la inmersión para ofrecer alivio emocional.
Según The Conversation, este enfoque se ha intensificado en 2024 como respuesta a la necesidad psicológica de evasión, especialmente entre la Generación Z, que demanda conexión emocional, creatividad y propósito.
El escapismo ha dejado de ser un simple mecanismo de evasión para convertirse en un fenómeno cultural y una herramienta poderosa de conexión emocional. Así lo confirma el estudio “The Truth About Escapism”, realizado por Truth Central, la unidad de inteligencia de McCann Worldgroup, con más de 16.000 participantes en 26 mercados.
Según el informe, el 91% de las personas a nivel global afirma necesitar escapar ocasionalmente, y esta necesidad ha dado lugar a la Escape Economy, valorada actualmente en 9,7 billones de dólares, con proyección de alcanzar 13,9 billones en 2028.

The Conversation subraya que el marketing escapista se apoya en principios psicológicos que explican su eficacia. La teoría del nivel de construal indica que la distancia psicológica —temporal, espacial o de familiaridad— permite procesar la información de forma más abstracta, favoreciendo la imaginación y la resonancia emocional.
Esta dinámica se refuerza con el diseño visual: formas cóncavas o fluidas incrementan la inmersión y fortalecen la recordación del mensaje. Además, el antropomorfismo, al atribuir rasgos humanos a objetos o entornos, facilita vínculos afectivos sólidos con las marcas, especialmente en contextos de estrés.
El estudio de Truth Central revela que el escapismo se manifiesta en la vida cotidiana mediante micro escapes, que se han convertido en grandes oportunidades para las marcas. Ya no se trata solo de vacaciones o grandes eventos, sino de momentos breves: escuchar música, meditar, ver series o navegar por redes sociales.
Esta multiplicidad de formas amplía las posibilidades de conexión emocional. De hecho, el 82% de los consumidores afirma que anticipar una experiencia puede ser tan gratificante como vivirla, lo que subraya la importancia de la planificación y la expectativa en las campañas de marketing emocional.

De acuerdo con The Conversation, estas iniciativas ofrecen un refugio emocional frente a la saturación informativa y fortalecen la relación con los consumidores, que buscan desconectarse de la rutina.
El informe “The Truth About Escapism” identifica tendencias emergentes que amplían la oferta de experiencias escapistas: desde el sleep tourism y el day guesting hasta la reinvención psicodélica o la popularización de la ficción y la fantasía mainstream.
Asimismo, destaca que uno de cada dos usuarios utiliza internet como vía de escape, lo que evidencia el rol crucial del entorno digital en este fenómeno.
No obstante, tanto The Conversation como el estudio advierten sobre los riesgos de la inautenticidad. El greenwashing, el uso excesivo de inteligencia artificial o mensajes desconectados de las acciones reales pueden erosionar la confianza del público.
La transparencia y la coherencia entre relato y práctica se vuelven esenciales para evitar la percepción de espectáculo vacío.

En definitiva, todas las marcas están ahora en el negocio del escape. Según el estudio, quienes comprendan esta necesidad y diseñen experiencias relevantes podrán construir vínculos más profundos, emocionales y duraderos.
Desde pequeños alivios diarios hasta experiencias transformadoras, el escapismo se consolida como una necesidad humana que redefine la forma de consumir, impulsando la lealtad y la diferenciación en mercados saturados de estímulos y ansiedad.es, quienes temen que el exceso de interacciones artificiales pueda diluir la autenticidad y la conexión humana que buscan en sus experiencias de marca.
Esta tensión refleja la creciente distancia entre la novedad tecnológica y la necesidad de relaciones genuinas. A medida que la tecnología evoluciona, también lo hacen las expectativas de los consumidores respecto a la implicación emocional e imaginativa que esperan de las marcas.
Según The Conversation, el próximo capítulo del branding basado en la fantasía no solo ofrecerá una vía de escape, sino que podría transformar la manera en que se experimenta el comercio y el consumo, siempre que las empresas logren mantener la autenticidad y la transparencia como pilares fundamentales de su propuesta.