
El uso generalizado de protectores solares convencionales ha generado alarma por sus efectos negativos en los ecosistemas marinos, especialmente en los arrecifes de coral. Estudios de laboratorio advierten que la exposición concentrada de ciertos ingredientes de estos productos puede inducir el blanqueo de corales en apenas dos días, además de provocar la muerte de colonias completas en menos de una semana.
Según explica Popular Science, esta realidad pone en cuestión la sostenibilidad de los bloqueadores solares tradicionales, que, pese a su importante papel en la prevención del cáncer de piel, constituyen una amenaza para microorganismos cruciales del entorno marino.
En busca de soluciones, un equipo de científicos en la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur, ha diseñado un protector solar experimental que aprovecha los propios mecanismos de defensa de la naturaleza contra la radiación ultravioleta.
El grupo, liderado por Cho Nam-Joon y citado en un estudio en la revista Advanced Functional Materials, centró sus esfuerzos en emplear polen de flores como materia prima principal. Su meta era crear una alternativa que proteja la piel sin los impactos adversos sobre los arrecifes de coral y otros microorganismos marinos presentes en los océanos.

La innovación parte de las características únicas del polen. A lo largo de la evolución, este conjunto de granos diminutos ha desarrollado envolturas resistentes a los rayos UV que protegen su contenido interno de condiciones ambientales extremas, incluidos los efectos dañinos del sol.
Estas cubiertas deben su fortaleza a la sporopolenina, uno de los biopolímeros más duraderos que se conocen, presente incluso en fósiles de millones de años.
Justamente, la resistencia natural a los rayos ultravioleta inspiró a los investigadores a explorar el uso de la sporopolenina como escudo en aplicaciones dermatológicas.
La metodología utilizada supuso una mejora notable en cuanto a sostenibilidad y seguridad. A diferencia de métodos tradicionales que aplican calor elevado y químicos agresivos para separar las partes internas del polen de camelia (Camellia sinensis) y girasol (Helianthus annuus), el equipo de Singapur desarrolló un proceso más suave, basado en agua.

Tras la extracción, las capas externas obtenidas se agruparon en un microgel transparente, de textura similar a la de muchos productos actuales para el cuidado de la piel.
Los ensayos de laboratorio revelaron que una capa delgada, equivalente a unos pocos micrones, era suficiente para bloquear la radiación UV de manera efectiva. Ambas versiones, a base de camelia y de girasol, consiguieron un factor de protección solar (SPF) de aproximadamente 30, valor comparable a protectores solares convencionales.
Además, el gel minimizó el daño e inflamación celular en la piel durante las pruebas. Destacó también la fórmula procedente de camelia, ligeramente más eficaz, y cuyo origen autopolinizante le atribuye un bajo potencial alergénico.

El nuevo protector presentó otra ventaja significativa al usuario: ayuda a regular la temperatura de la piel. Debido al bajo nivel de absorción energética en el espectro visible e infrarrojo cercano, el gel de camelia mantuvo la superficie de la piel hasta 9 grados Fahrenheit más fresca durante veinte minutos, favoreciendo una sensación de confort adicional frente al sol.
Según el investigador principal, la visión del proyecto fue desarrollar un protector solar natural, asequible, eficaz, sin riesgo de reacción alérgica en los humanos y sin daños colaterales al medio ambiente.
Los resultados hasta ahora evidencian el potencial del polen como base de una opción sostenible, alineando la protección de la salud humana con la conservación de los ecosistemas marinos. Esta solución revela un camino prometedor para la industria cosmética en la transición hacia productos verdaderamente compatibles con la naturaleza.