Juan Soto no estará en el Juego de Estrellas 2025. Y aunque el dominicano lo ha tomado con humildad, cuesta entender cómo uno de los bates más consistentes del béisbol fue ignorado mientras otros, con números inferiores o con apenas el 30% de los juegos disputados, sí fueron seleccionados.
Es cierto que el dominicano, el atleta con el contrato más grande de la historia de los deportes, comenzó lento. Las primeras semanas de temporada generaron dudas y sus números lucían por debajo de lo esperado. Pero si algo ha demostrado es que la temporada es larga y él sabe ajustar. Desde mediados de mayo ha sido imparable: más de 20 jonrones, OPS entre los mejores del béisbol, y una capacidad de embasarse que supera .390. Su ritmo ha sido clave en la recuperación de los Mets de Nueva York. En los últimos 34 juegos, su OPS supera el 1.150. ¿Eso no merece una invitación?
Soto, por su parte, fue elegante: “A veces se logra y a veces no… parece que esta vez no. Solo me queda ser mejor”, dijo al New York Post. Palabras que reflejan carácter, pero también decepción.
Lo grave no es solo su ausencia, sino la presencia de otros que han jugado poco, tienen un WAR inferior y cuya elección parece responder más a la popularidad o a la regla de que todos los equipos deben tener un representante. ¿Qué sentido tiene un Juego de Estrellas si las verdaderas estrellas no están?
Juan Soto no necesita un parche en el pecho para demostrar lo que es. Lo sabe él, lo sabe su equipo, lo saben sus rivales y lo sabe la afición. Pero que el béisbol ignore ese rendimiento habla mal del sistema. Esta vez, el Juego de Estrellas se jugará sin una de las figuras más completas del béisbol actual.
Y aunque él lo acepte con clase, la injusticia está hecha. Solo queda esperar que para un futuro, esperemos no muy lejano, nuevamente la justicia, sustentada en números, sea la que haga visualizar a las estrellas en el clásico de mitad de temporada. Por ahora, nos toca ver un juego de estrellas si el astro más grande.