
El ambicioso plan de gasto y recorte de impuestos impulsado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, permanece bloqueado en la Cámara de Representantes debido a divisiones dentro del propio Partido Republicano. Aunque ya fue aprobado por el Senado, la propuesta —definida por el mandatario como la “Ley grande y hermosa”— enfrenta la oposición de legisladores conservadores y moderados que cuestionan su impacto fiscal y social, lo que impide su avance hacia la votación final.
La iniciativa abarca medidas centrales de la agenda económica de Trump: reducción de impuestos, mayor gasto en defensa, nuevas partidas para seguridad fronteriza y una reestructuración de programas sociales. El mandatario ha exigido que el texto sea aprobado antes del 4 de julio, Día de la Independencia, y ha intensificado su presión sobre el Congreso para lograrlo.
Sin embargo, los republicanos llevan días enfrentando un proceso legislativo lleno de obstáculos. El miércoles por la noche, una votación de procedimiento clave se mantuvo abierta durante horas mientras varios congresistas se negaban a emitir su voto. Mike Johnson, presidente de la Cámara, había convocado de urgencia a los legisladores para regresar a Washington luego del visto bueno del Senado, con la esperanza de aprovechar el impulso. “Nuestro camino es avanzar y lograrlo. Cumpliremos con el plazo del 4 de julio”, aseguró Johnson durante la madrugada, tras múltiples reuniones a puerta cerrada.

Los márgenes son extremadamente ajustados. Con una mayoría de apenas 220 a 212, los republicanos solo pueden permitirse tres votos en contra. Pero al menos cinco miembros del partido ya votaron con los demócratas para bloquear el procedimiento inicial. Además, varios republicanos se niegan a respaldar sin condiciones la versión aprobada por el Senado, apenas 24 horas después de su adopción. Mientras tanto, toda la bancada demócrata ha rechazado la propuesta. “¡Ni hablar!”, exclamó el líder demócrata Hakeem Jeffries, rodeado de sus colegas frente al Capitolio.
Los desacuerdos en el Partido Republicano son múltiples. Legisladores conservadores acusan al plan de desviar al partido de sus objetivos fiscales, al sumar 3,3 billones de dólares al déficit federal, según estimaciones independientes. Por su parte, representantes moderados de distritos competitivos rechazan los recortes al programa de salud Medicaid incluidos en la versión final.
Una señal temprana de los problemas internos fue la estrecha aprobación del marco de debate en el Comité de Reglas de la Cámara el miércoles por la mañana. Ya en el pleno, el proceso volvió a frenarse mientras se esperaban legisladores retrasados por problemas de transporte y se negociaba con los disidentes.

Para destrabar la situación, Johnson y su equipo apelaron directamente al presidente. Varios congresistas acudieron el miércoles a una reunión de dos horas en la Casa Blanca para discutir sus inquietudes con Trump. “El mensaje del presidente fue: ‘Estamos en racha’. Él quiere ver esto aprobado”, dijo el representante Ralph Norman, de Carolina del Sur.
En paralelo, Trump mantuvo conversaciones telefónicas con legisladores durante todo el día. En la noche, expresó su frustración en la red Truth Social: “¿Qué están esperando los republicanos? ¿Qué intentan demostrar?”. Y añadió una advertencia política: “¡Esto les costará votos!”.
El contenido del proyecto refleja muchas promesas de campaña de Trump. Además de recortes fiscales y aumento del gasto en defensa, prevé financiamiento para una campaña masiva de deportaciones, impuestos sobre remesas y energía renovable, y restricciones a la asistencia alimentaria. Se calcula que unos 17 millones de personas perderían su cobertura de salud y millones más quedarían excluidas de los cupones de alimentos. Expertos advierten que cientos de hospitales rurales podrían cerrar debido a los recortes.
Las voces críticas no solo provienen del Congreso. El empresario Elon Musk, que colaboró con Trump al inicio de su segundo mandato en propuestas de reforma administrativa, también ha criticado públicamente el aumento proyectado del déficit.

Los demócratas han rechazado de forma unánime el proyecto. Jeffries lo calificó como una “vergüenza” y acusó a los republicanos de someterse a “la agenda extrema de Donald Trump”. Aseguró que el partido buscará capitalizar el rechazo ciudadano a la ley en las elecciones legislativas de 2026.
Por la noche, cuando las pizzas llegaban al Capitolio para alimentar las negociaciones a puerta cerrada, el desenlace aún era incierto. Johnson insistía en que la votación definitiva tendría lugar el jueves por la mañana. Si la Cámara aprueba el procedimiento, se abrirá un debate de fondo que podría durar horas antes de someter el texto a votación final.
Trump, decidido a firmar el proyecto el 4 de julio, sigue presionando para que el Congreso cumpla con el plazo. Pero la oposición interna dentro del Partido Republicano ha expuesto las fisuras de una mayoría que, por ahora, no logra cerrar filas en torno a su presidente.
(Con información de AFP, EFE y The Associated Press)