
Un simple recorrido por redes sociales revela hasta qué punto las imágenes circulan, se repiten y, con el tiempo, ganan una inesperada credibilidad. Pero, ¿puede el cerebro terminar creyendo en la autenticidad de una fotografía únicamente porque la ha visto varias veces? En una era saturada de imágenes —muchas de ellas creadas por inteligencia artificial— un reciente estudio de la Universidad de Tel Aviv arroja luz sobre los mecanismos que están detrás de esta percepción engañosa.
Un estudio internacional dirigido por la Universidad de Tel Aviv y publicado por la Asociación Estadounidense de Psicología expone que la exposición repetida a imágenes, sin importar si son auténticas o generadas por inteligencia artificial, incrementa notablemente la credibilidad que los usuarios asignan a esas imágenes.
Este fenómeno, conocido como “efecto de mera exposición”, adquiere especial importancia en una sociedad donde la desinformación visual se propaga de forma acelerada en redes sociales y plataformas digitales.
El equipo de investigación liderado por Guy Grinfeld, de la Facultad de Ciencias Sociales Gershon H. Gordon de la Universidad de Tel Aviv, junto a especialistas de Alemania, Bélgica y España, diseñó un experimento para comprobar si la familiaridad visual tiene el mismo peso que la textual a la hora de evaluar la veracidad. El estudio, publicado en el Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition, mostró a los participantes una secuencia que incluía tanto fotografías reales como imágenes creadas por inteligencia artificial.

Más adelante, los participantes debieron analizar imágenes que ya habían visto mezcladas con otras completamente nuevas y calificar cuán veraces les parecían. La Universidad de Tel Aviv documenta que la mera repetición logró que incluso las imágenes falsas fueran percibidas como reales. Este resultado se mantuvo en todas las categorías, según la propia casa de estudios y la Asociación Estadounidense de Psicología.
El fenómeno ha sido reflejado en medios internacionales como The Guardian y BBC News, que advierten que la familiaridad visual, producto de la reiteración en redes sociales, refuerza la sensación de legitimidad, incluso ante contenidos manipulados por inteligencia artificial.
Los resultados del estudio de la Universidad de Tel Aviv son claros: las imágenes ya vistas obtuvieron un nivel de credibilidad superior, independientemente de su origen. El efecto, además, fue más pronunciado en quienes suelen declararse escépticos ante lo que ven en Internet. El análisis difundido por la Asociación Estadounidense de Psicología destaca que este grupo se apoyó aún más en la familiaridad proporcionada por la repetición como indicador de autenticidad. En consonancia, The New York Times advierte que en situaciones de crisis, la aparición constante de una misma fotografía (aunque sea falsa) puede consolidarse en el imaginario colectivo como un hecho real, especialmente cuando los algoritmos priorizan ese tipo de contenidos virales.

“El efecto de mera exposición implica que aquello que se repite se percibe como más creíble. Nuestro trabajo demuestra este fenómeno con las imágenes, no solo con los textos”, explicó Guy Grinfeld, líder del estudio de la Universidad de Tel Aviv.
Según el investigador, este mecanismo psicológico plantea riesgos significativos para la opinión pública, porque facilita que la información visual falsa circule como auténtica. “Si antes se decía que ‘una mentira repetida mil veces se convierte en verdad’, hoy podríamos decir que ‘una imagen vista muchas veces se convierte en realidad’”, agregó.
La velocidad y el volumen de la circulación en redes sociales dejan poco margen para la verificación, como advierte BBC News, y contribuyen a que contenidos artificiales sean aceptados y replicados masivamente.
El equipo de la Universidad de Tel Aviv advierte que el fenómeno estudiado implica un desafío de enormes proporciones para la lucha contra la desinformación visual. La Asociación Estadounidense de Psicología subraya que la facilidad con la que hoy se crean y difunden imágenes falsas mediante herramientas de inteligencia artificial supone una amenaza directa para la evaluación certera de la información.

El acceso masivo a tecnologías capaces de generar y alterar imágenes en minutos vuelve casi indistinguible lo auténtico de lo manipulado. Tanto la Universidad de Tel Aviv como organismos especialistas insisten en que resulta imprescindible desarrollar nuevas estrategias de monitoreo, fortalecer la educación digital y diseñar mecanismos más eficaces de verificación para sostener la integridad informativa.
“El principal reto es preservar la capacidad de discernir lo real de lo falso en un ecosistema donde el contenido visual se multiplica y difunde sin freno”, sostiene el equipo de la Universidad de Tel Aviv, poniendo a prueba la confianza y el juicio crítico de millones de usuarios frente a cada imagen que aparece en sus pantallas.
Frente a este panorama, el estudio de la Universidad de Tel Aviv marca un punto de partida para comprender cómo opera nuestro cerebro ante la saturación visual y refuerza la necesidad urgente de combinar tecnología, educación y pensamiento crítico para frenar la propagación de la desinformación digital.