El Porteñazo: La revuelta castrista a la que puso freno el presidente venezolano Rómulo Betancourt

CARACAS.- Cuando la democracia venezolana recién daba sus primeros pasos tras la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), Venezuela sufrió una sublevación militar conocida como El Porteñazo, guiada por el ideario comunista de Fidel Castro, sofocada con eficacia por el gobierno de Rómulo Betancourt, logrando reafirmar el rumbo del país, sin dictaduras militares ni totalitarismos ideológicos.

La madrugada del 2 de junio de 1962 comenzaba con estruendo en Puerto Cabello, estado Carabobo (centro-norte). Oficiales de la Marina de Guerra venezolana tomaban posiciones en la ciudad portuaria con la intención de derrocar al presidente Betancourt, conocido como el padre de la democracia venezolana, en un alzamiento ideológico, respaldado moralmente por la "revolución cubana" y el discurso emancipador de Fidel Castro.

La sublevación estuvo liderada por el capitán de corbeta Manuel Ponte Rodríguez y secundada por jóvenes oficiales, quienes respondían a una "simpatía abierta" con el castrismo y un rechazo al sistema democrático representativo, que perduró por cuatro décadas en Venezuela.

Durante tres días, Puerto Cabello se convirtió en un campo de batalla. Las fuerzas leales al gobierno recurrieron a la aviación y al despliegue terrestre para recuperar el control, dejando un saldo trágico de más de 400 muertos, en su mayoría civiles.

Betancourt, el venezolano que enfrentó el comunismo castrista

Sin embargo, el desenlace de esta insurrección, una de las más sangrientas en la historia contemporánea de Venezuela, no fue solo militar, sino político, simbólico e internacional.

Betancourt, reconocido líder civilista y arquitecto de la democracia venezolana del siglo XX, había asumido una postura clara frente a la expansión del comunismo castrista en América Latina, que desde esas épocas buscaba penetrar en los países de la región.

La respuesta fue la conocida Doctrina Betancourt, con la que rompió relaciones diplomáticas con el régimen cubano en 1961 y denunció activamente su injerencia en movimientos armados y guerrilleros no solo en Venezuela, sino en el continente.

El Porteñazo, junto al Carupanazo, ocurrido semanas antes en el estado Sucre (noroeste), fue la evidencia interna de que el país suramericano estaba siendo atacado no solo por armas, sino por "ideas foráneas" que, según Betancourt, pretendían "encerrar a los pueblos en una dictadura de partido único".

La imagen que recorrió el mundo

De esta trágica batalla, entre el humo y las municiones militares, una foto recorrió el mundo: La ayuda del padre, la célebre imagen captada por el reportero gráfico Héctor Rondón, que le valió el Premio Pulitzer en 1963.

Esta imagen, en la que se observa a un sacerdote dando los últimos auxilios a un soldado herido en plena calle, dejó un testimonio visual del dolor que deja la violencia cuando se convierte en método político.

Democracia sitiada

63 años después, el Porteñazo sigue siendo una de las páginas más complejas de la historia moderna de Venezuela. Fue un levantamiento que buscaba imponer una supuesta "vía revolucionaria", pero que, no obstante, terminó reforzando la idea de que la democracia debía defenderse de cualquier forma de autoritarismo, viniera de la derecha o de la izquierda.

Cuatro décadas después, el fantasma del totalitarismo, que aún recorre América Latina, logró tomar en Venezuela, bajo el mando de Hugo Chávez (1999-2013) y del dictador Nicolás Maduro, marcando un fuerte contraste con la postura de Betancourt, que enfrentó con todos los recursos del Estado el primer intento de Fidel Castro de adueñarse del país suramericano, rico en recursos naturales.

FUENTE: Con información de El Nacional / Fundación Empresa Polar / Redes sociales / Redacción DLA