
El opositor bielorruso Sergei Tijanovski salió en libertad este sábado, después de permanecer más de cinco años en una prisión bielorrusa. La noticia la confirmó su esposa, Svetlana Tijanovskaya, líder de la oposición en el exilio y una de las principales figuras críticas contra el régimen de Alexandr Lukashenko. La liberación de Tijanovski se produjo en un contexto de negociaciones y aproximaciones diplomáticas impulsadas por representantes de Estados Unidos y la mediación de actores internacionales.
Tijanovskaya expresó su alegría por la liberación de su esposo mediante un mensaje en sus redes sociales: “Mi marido Sergei ha sido liberado. Es difícil describir la alegría que siento en mi corazón”.
Asimismo, agradeció la intervención del presidente estadounidense Donald Trump, así como la del enviado especial para Ucrania, Keith Kellogg, quienes desempeñaron un papel relevante en las gestiones diplomáticas que precedieron la liberación. La opositora también mencionó el trabajo conjunto de los aliados europeos en este proceso, que culminó con la excarcelación de uno de los presos políticos más emblemáticos del país.
Sergei Tijanovski había sido detenido en 2020 en la ciudad de Grodno, acusado de organizar disturbios masivos cuando intentaba registrarse como candidato para las elecciones presidenciales. Aquel proceso electoral, celebrado ese mismo año, resultó ampliamente cuestionado por su falta de transparencia y por las denuncias de fraude atribuidas a la maquinaria estatal que respalda a Lukashenko, quien gobierna Bielorrusia desde 1994. Tras su detención, Tijanovski fue condenado en 2021 a 18 años de prisión, convirtiéndose en uno de los símbolos de la represión política en el país.

La liberación de Tijanovski se enmarca en un momento de intensos movimientos diplomáticos y acuerdos en la región.
Este sábado, Keith Kellogg viajó a Bielorrusia para reunirse con el dictador Alexandr Lukashenko, un encuentro que se interpreta como parte de las gestiones internacionales orientadas no solo a la situación de los presos políticos, sino también al futuro de la seguridad en Europa Oriental y la posible resolución de la guerra en Ucrania.
En la reunión con Kellogg, Lukashenko defendió su derecho a dialogar con Estados Unidos y abordar las relaciones bilaterales entre ambos países. “Ha generado mucha controversia internacional con su visita, pero me pregunto por qué, ¿acaso no podemos dialogar con normalidad y hablar de nuestros asuntos, de las relaciones entre Bielorrusia y Estados Unidos?”, remarcó el mandatario durante el encuentro con el emisario estadounidense.
Medios internacionales sugieren que el contacto entre ambas partes respondería también a la reciente dinámica de intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y Rusia, en la cual Bielorrusia participó con la liberación de varios detenidos, entre ellos un periodista estadounidense de Radio Liberty en febrero pasado.
Durante el encuentro, Kellogg subrayó la importancia de la prudencia y la justicia para evitar una escalada de las crisis internacionales. Advirtió sobre el peligro que representa el agravamiento de los conflictos en la región, instando a la adopción de una postura responsable en la gestión de los problemas actuales. Lukashenko, por su parte, garantizó la seguridad de Kellogg durante su estancia en el país y reiteró su disposición a mantener conversaciones sinceras y abiertas “para obtener los mejores resultados”.

Bielorrusia permanece bajo la lupa de la comunidad internacional por la represión ejercida contra las voces críticas del régimen. Organizaciones defensoras de derechos humanos contabilizan más de 1.275 presos políticos detenidos en las cárceles del país. De ellos, según cálculos de estos organismos, al menos 224 presentan severos problemas de salud, con riesgos elevados de fallecimiento tras las rejas, lo que intensifica la presión internacional para exigir su liberación y mejores condiciones penitenciarias.
La continuidad de Alexandr Lukashenko en el poder ha generado tensiones constantes con la oposición, que se encuentra en gran medida en el exilio tras los comicios presidenciales de enero pasado. El dictador se adjudicó así un séptimo mandato, convirtiéndose en el líder europeo con más años consecutivos en el cargo. Las denuncias de fraude y represión han sido reiteradas por la dirigencia opositora y respaldadas por varias cancillerías occidentales.
El contexto de la liberación de Sergei Tijanovski también está marcado por la situación de la guerra en Ucrania y el papel que Bielorrusia desempeña como aliado de Moscú. Las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia para encontrar vías de solución al conflicto han experimentado avances y retrocesos. El pasado 16 de junio, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, anunció la cancelación de una nueva ronda de negociaciones bilaterales por iniciativa de la parte estadounidense, añadiendo más incertidumbre al panorama diplomático.

Por su parte, la libertad de Tijanovski representa un hecho significativo en un país donde el debate político permanece restringido y la sociedad civil sufre fuertes limitaciones. Líderes opositores como Tijanovskaya han ganado considerable reconocimiento internacional, impulsando campañas para visibilizar la situación en Bielorrusia y buscar respaldo en Occidente. La intervención de Estados Unidos y otros actores internacionales sigue siendo determinante en el desarrollo de la política doméstica y en el monitoreo de la situación de los derechos humanos en el país.
El caso de Sergei Tijanovski pone de relieve la persistente represión que caracteriza al entorno político bielorruso, así como los desafíos que enfrenta la oposición. Su liberación, luego de más de cinco años, es presentada por la dirigencia opositora y sus aliados como un paso fundamental para seguir reclamando mayores libertades políticas y el respeto a los derechos fundamentales. La comunidad internacional mantiene su atención sobre el futuro de Bielorrusia y el destino de los cientos de presos políticos que todavía permanecen bajo custodia del Estado.