
El llamado “Princess Bob” se consolidó como uno de los cortes más influyentes de la temporada, inspirado directamente en la transformación de la princesa Olympia de Grecia. Conocida por su melena larga y brillante, la hija de Pavlos, príncipe heredero de Grecia, marcó un antes y un después al optar por un nuevo look tras su ruptura con Perry Pearson.
La revista Tatler lo bautizó oficialmente como “The Princess Bob”, convirtiéndose así en un referente inmediato en el mundo de la moda capilar y entre la alta sociedad. Además, en una entrevista con los especilistas, recrearon el corte y color de la famosa princesa.
Diversos referentes de la cultura pop encuentran eco en este gesto de cambio estético tras una ruptura, como ocurrió anteriormente con personajes como Gwyneth Paltrow en la película Sliding Doors o Carrie Bradshaw de la serie Sex and the City. Olympia, siguiendo esa tradición, se presenta ahora como ejemplo de reinvención a través del cabello, impulsando la democratización del bob como un accesorio más en el arsenal de estilo personal.
Fotografías de la princesa durante festivales y en destinos vacacionales europeos con su nuevo corte, destaca por una estética a la vez vanguardista y elegante.

El proceso de obtener un “Princess Bob” implica una atenta personalización según las características individuales de cada clienta. Harriet Kean, protagonista de la experiencia, decidió adoptar una versión más corta y aún más llamativa que la de Olympia. Para ello, recurrió al estilista Neale Rodger, apodado “The Bob King” en el exclusivo salón Hershesons de Fitzrovia en Londres.
La elección de la longitud a la altura de la mandíbula, más corta que la original de Olympia pretendía maximizar el impacto visual y la versatilidad editorial del corte. Durante la consulta, Rodger resaltó las diferencias de estructura capilar entre la princesa Olympia (con cabello fino y liso) y la clienta, quien presentaba una melena más densa.
Para evitar un efecto abultado o desproporcionado, se decidió integrar más capas con el fin de eliminar peso y aportar un acabado equilibrado y sofisticado.
El proceso incluyó la revisión de diferentes estilos en las redes sociales de la princesa, sirviendo de inspiración y referencia para ajustar los detalles del corte a cada necesidad concreta.
Antes de proceder con el corte, la coloración y el tratamiento capilar jugaron un papel esencial en el resultado final del “Princess Bob”. El primer paso fue una sesión con la colorista India Warrender, quien forma parte del círculo de estilo y socialité al que pertenece la princesa Olympia.
La clienta manifestó su deseo de lograr un rubio inspirado en el tono glacial de Olympia, sin comprometer la salud de su cabello tras malas experiencias previas con tratamientos de decoloración.

En la consulta, se acordó realizar una decoloración parcial, correspondiente a tres cuartos de la cabeza, utilizando mechas rubias y una lámina dorada para aportar luminosidad.
Así, se buscaba no solo alcanzar un color acorde a la inspiración original, sino también preservar la textura y el brillo del cabello, elementos fundamentales para el éxito visual del corte bob.
La técnica aplicada al “Princess Bob” combina precisión y creatividad para reproducir la forma “Box Bob”, un estilo estructurado que enmarca el rostro y culmina justo en la línea de la mandíbula.
El estilista Neale Rodger hizo el corte con atención meticulosa, buscando una silueta tan pulida como impactante. Posteriormente, la clienta pasó por un doble lavado y un masaje en el lavacabezas, realzando la experiencia del salón de lujo.
El secado inicial resultó deliberadamente desordenado, tras lo cual Rodger utilizó tijeras de entresacar para añadir lo que denominó “capas invisibles”. Esta técnica se orienta a eliminar peso del cabello en las zonas estratégicas, brindando movimiento y textura profunda sin dejar marcas visibles ni escalones evidentes.
El resultado es un bob que mantiene su aspecto compacto y sofisticado, pero con una sensación más ligera y con mayor dinamismo, adecuado tanto para estilismos de pasarela como para la vida cotidiana.

El resultado final del “Princess Bob” fue recibido con entusiasmo tanto por la clienta como por el equipo de estilistas. El nuevo tono rubio, potenciado gracias al cuidado capilar y al uso del producto, destacó la perfección del corte pulido y la manera en que la nueva longitud aportaba carácter y vitalidad al look general.
Shannon, la colorista, definió el acabado como “elegante”, haciendo referencia a la textura y el brillo conseguidos post-decoloración.
Por su parte, Neale Rodger expresó satisfacción al haber llevado la longitud del corte hasta el límite dispuesto, lo que, en su opinión, añadió energía y actitud al peinado.
El “Princess Bob” dejó de ser únicamente un gesto de renovación para convertirse en una declaración de sofisticación contemporánea, capaz de traducirse a diferentes tipos de cabello y de adaptarse a las exigencias de cada clienta que busque un cambio radical y a la vez versátil.