
Casi dos décadas después del nacimiento del iPhone, Steve Jobs sigue siendo el modelo a seguir para cualquier fundador de tecnología que busque sorprender al mundo con su último producto. Los eventos de lanzamiento que él lideró en Apple, con su mezcla de espectacularidad y glamour, captaron la atención mundial y dieron a los clientes potenciales la sensación de que el futuro finalmente había llegado. Fue en estos brillantes pasos que Sam Altman, director de OpenAI, intentó seguir el 7 de agosto, cuando la firma de inteligencia artificial (IA) lanzó GPT-5, su último modelo. El lanzamiento de una hora, con sus especificaciones técnicas y demostraciones en vivo, lució con orgullo la influencia de Apple.
La firma, que busca una nueva ronda de financiación con una valoración de 500 000 millones de dólares, hizo mucho hincapié en la IA como tecnología de consumo. Hasta ahora, los usuarios han tenido que lidiar con una sopa de letras de modelos. Para las tareas que priorizaban la velocidad, existía el delicado 40; para la prosa elegante, el 4,5; Para trabajos de codificación pesados, el gigante que fue o3-pro. Todo esto ahora está integrado en GPT-5, un modelo denominado “unificado” que puede decidir por sí mismo la mejor manera de abordar cualquier pregunta. Como consecuencia, algunos usuarios ocasionales podrían tener acceso a la IA de vanguardia por primera vez.
Sin embargo, una vez que cayó el telón y se apagaron los focos, los expertos que asistieron a la presentación del Sr. Altman se preguntaron lo mismo que quienes solían seguir a Jobs: ¿qué tan buena es la tecnología? GPT-5 parece ser la mejor del mundo en diversos ámbitos, destacando en áreas como la ingeniería de software y el razonamiento científico. Según OpenAI, también es el que más se acerca a superar a los expertos humanos en un parámetro interno que mide “trabajo de conocimiento complejo y económicamente valioso”. Sin embargo, el modelo supera al resto del mundo por un estrecho margen: es ligeramente mejor que el GPT-o3 de OpenAI, lanzado en abril, que en sí mismo representó una modesta mejora con respecto al GPT-o1 del año pasado. En otras palabras, GPT-5 no representa el salto transformador que algunos esperaban. Pero unos años más de progreso constante como este podrían dar lugar a sistemas de IA con un poder transformador.
La mejora gradual no debería sorprender. GPT-5 llega menos de dos meses después del último lanzamiento de OpenAI, o3-pro, y esta actualización representa aproximadamente dos meses de progreso en el dinámico campo de la IA. Además, según METR, un laboratorio de investigación, GPT-5 se sitúa prácticamente en el punto donde cabría esperar que se encontrara la frontera de la capacidad de IA en el verano de 2025.
En 2019, GPT-2 logró una precisión del 50 % en tareas que a los ingenieros de software les tomaban dos segundos completar correctamente. Para 2020, GPT-3 podría rivalizar con estos ingenieros en tareas que tomaban ocho segundos; para 2023, GPT-4 podría abordar con fiabilidad tareas que tomaban cuatro minutos. Los datos, según METR, sugieren una duplicación cada 200 días. Más de 800 días después, GPT-5, siguiendo la tendencia, puede gestionar tareas que a un humano le tomarían poco más de dos horas.
¿Qué significa esto para el logro de la “inteligencia artificial general” (IAG)? Los promotores afirman que, en un par de años, los modelos podrían alcanzar la IAG, o el punto en el que realicen gran parte del trabajo que actualmente realizan los trabajadores administrativos, transformando así la economía global. GPT-5 sugiere que la tecnología aún podría estar en vías de alcanzar dicho objetivo. Dentro de dos años, la tendencia de METR sugiere que un modelo podrá completar el trabajo de una jornada laboral completa. Los modelos superinteligentes, como se les conoce a aquellos con capacidades que van más allá de la IA general, podrían tardar solo unos años más.
Como consecuencia, el GPT-5 preocupa a algunos expertos en seguridad. Gaia Marcus, directora del Instituto Ada Lovelace del Reino Unido, un centro de estudios británico que monitorea el progreso de la IA, advirtió que la publicación del GPT-5 hace “aún más urgente” regular exhaustivamente el uso de los modelos. El Future of Life Institute, un grupo de seguridad que en su momento solicitó una pausa de seis meses en todo el desarrollo de la IA, advierte que las capacidades de desarrollo de software del GPT-5 demuestran que OpenAI está inmersa en una búsqueda imprudente de “autosuperación recursiva”: la creación de sistemas de IA que puedan mejorarse a sí mismos. Las tendencias sugieren que, si continúa el progreso actual, podrían surgir sistemas de IA que revolucionen el mundo en pocos años. El GPT-5 no descarta esta idea.
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