
(Desde Jerusalén, Israel) Frente a la guerra aérea que libra Israel contra Irán, la ciudad vieja de Jerusalén amaneció hoy protegida por la policía local para evitar posibles ataques terroristas.
El temor del gobierno israelí es que atacantes palestinos vinculados a Hamas o Hezbollah se muevan desde Cisjordania a Jerusalén para apuñalar a turistas o vecinos que recorren las cercanías del Muro de los Lamentos.
Las fuerzas de seguridad vigilan la zona y adentro de la Ciudad Vieja para monitorear los escasos autos que han quedado estacionado, revisar los tachos de basura y pedir documentos a todas las personas que caminan por las calles estrechas de Jerusalén.
Chequear los autos y los tachos de basura es clave: allí los terroristas pueden dejar una bomba que asesine a sangre fría.
Todos los negocios están cerrados. Los turistas se quedan en sus hoteles, el movimiento en las calles es escaso, por fuerza mayor, y a plena luz del día.
En Jerusalén ya se sabe que Irán ataca cuando la noche cae, y las sombras se ciernen sobre la muralla histórica de la ciudad.

A las 10 AM (seis horas menos en la Argentina), llegué hasta la Puerta de Jaffa, en la parte oeste de la Muralla. Había una verja de metal, una sombrilla -ya hacía 30 grados-, y cuatro oficiales de la policía israelí.
Saqué la credencial de periodista de Infobae, dije shalom y empece a caminar. Estaba a ocho cuadras del Muro de los Lamentos, al inicio del barrio musulmán.
-No puede pasar-, me dijo un polícia.
-Soy periodista...
-¿De dónde es?
-Argentina.
-No puede pasar...
-Argentina: Messi, Maradona...
-No puede pasar. Lo pueden matar. ¡Pum, Pum, Pum!.
-¿Ni un minuto?
-No. Lo pueden matar. Vuelva al hotel. Shalom.
-Shalom.
Distinta fue la suerte de Natalie que se casó hoy.
Tenía pensado ir al Muro de los Lamentos, junto a sus amigas. Ella tampoco pudo entrar. Y en medio de la fiesta de casamiento, sonaron las sirenas.
Irán atacaba de nuevo, cuando nadie lo aguardaba.
Los misiles caían sobre Jerusalén. Pero Natalie y sus amigas no perdieron el espíritu: se pusieron a bailar adentro del refugio, en el segundo subsuelo del hotel King David.
La ciudad Vieja de Jerusalén estará blindada y cerrada sine die.
El ataque preventivo de Israel a Irán para destruir su proyecto nuclear se transformó en una ofensiva militar que erosiona la estabilidad política del líder religioso Ali Khamenei.
En este contexto, fedayines palestinos pueden ejecutar actos de sabotaje en Tel Aviv y Jerusalén para apoyar el esfuerzo bélico de Irán.
El régimen chiita no pudo contener la avanzada bélica diseñada por Benjamín Netanyahu, que en 60 horas anuló la cadena de mandos de las Fuerzas Armadas, canceló a una docena de científicos vinculados a su iniciativa atómica, destruyó el sistema de defensa aérea, explotó las refinerías de petróleo y gas, bombardeó los laboratorios que enriquecen uranio, saboteó las fábricas de misiles y drones, y mantuvo despierta y aterrada a Teherán y sus barrios cercanos.
Y ahora el temor de la fuerzas de seguridad de Israel es que terroristas escondidos en Cisjordania lleguen a Jerusalén y Tel Aviv para ejecutar actos fundamentalistas en solitario como sucedió en Washington y Colorado.

La ofensiva bélica del premier israelí es apoyada por Estados Unidos -aunque no esté explicitado-, y consentida por Líbano, Irak, Siria y Jordania, que no han cuestionado que los aviones de Israel utilicen sus espacios aéreos para llegar a Irán y atacar sus blancos tácticos.
Netanyahu inició una guerra con Irán que puede cambiar el tablero geopolítico de Medio Oriente con la eventual caída de Khamenei.
Ese es el objetivo esencial del primer ministro de Israel.