La Torre de la Libertad, más que una estructura común, es la brújula narrativa de Miami, pues observó en silencio el boom inmobiliario de los años veinte del siglo pasado, se convirtió en el faro de la libertad de prensa siendo sede del primer periódico que circuló en la naciente urbe, periódico The Miami News y, sobre todo, abrió sus puertas como ‘El Refugio’ para cientos de miles de exiliados que buscaban una nueva vida.
Hoy, tras un ‘silencio’ de casi tres años, el sonido de las herramientas y el murmullo de los historiadores anuncian su renacimiento.
En un recorrido exclusivo para DIARIO LAS AMÉRICAS, entre el ajetreo de los trabajos finales y el esmero de los curadores, la atmósfera del edificio es única: aquí, el legado de un siglo de historia se fusiona con la promesa de un futuro innovador.
Nos guía María Carla Chicuén, directora ejecutiva de Asuntos Culturales del Miami Dade College (MDC), la institución que ahora custodia este tesoro. Su voz denota una mezcla de orgullo institucional y una profunda conexión personal con el alma del edificio.
“Nos sentimos muy orgullosos en el Miami Dade College de ser custodios de la Torre de la Libertad y haber liderado en los últimos años una renovación total del edificio, su restauración histórica, así como el desarrollo de nuevas exhibiciones”, afirma Chicuén mientras avanzamos por el vestíbulo principal, donde los azulejos sevillanos originales, meticulosamente restaurados, brillan de nuevo.
La empresa es titánica. Con una inversión que supera los 25 millones de dólares, provenientes de una robusta alianza público-privada que incluye al estado de Florida y la Knight Foundation, el proyecto va más allá de una simple mano de pintura. Se trata de una profunda transformación que preserva su valioso legado para convertirla en un centro cultural de relevancia mundial.
Maria Carla Chicuen Asuntos Culturales MDC
María Carla Chicuén, directora ejecutiva de Asuntos Culturales de Miami Dade College.
I. Pedraza
‘Resurrección’
La restauración, liderada por la firma MCHarry Associates con la asesoría histórica de R.J. Heisenbottle Architects, enfrentó el desafío de modernizar un ícono sin borrar su esencia.
El trabajo ha sido exhaustivo y profundo. Se repararon columnas y vigas de hormigón, se trató la corrosión del acero que soportó un siglo de brisa salina y se modernizaron todos los sistemas esenciales, desde los ascensores hasta los controles de acceso.
“Hemos recibido la colaboración estrecha de los mejores equipos de construcción, de arquitectura, de diseño de exhibiciones, así como de artistas, académicos y la comunidad en general”, explica Chicuén. La meta era clara: asegurar la integridad estructural y funcional del edificio para su próximo siglo de vida… Y quizás más.
Una de las prioridades fue la accesibilidad. En sus ‘vidas’ anteriores, la torre no fue concebida para todos. Ahora, nuevas rampas y ascensores aseguran que cada rincón de su historia sea accesible.
“Queremos que todas las personas de la comunidad puedan disfrutar de la Torre de la Libertad”, subraya la directora de Asuntos Culturales de MDC. Esta filosofía de inclusión es el pilar de la nueva era del edificio, que bajo la tutela de la alta Casa de Estudios se consolida como un espacio educativo y cívico.
La institución, con la mayor población estudiantil hispana de Estados Unidos, entiende que la torre no solo pertenece a una comunidad, sino que su historia de migración y resiliencia resuena con innumerables culturas que hoy llaman a Miami su hogar.
Pero el renacimiento no solo es físico. El corazón de la transformación reside en la curaduría de sus nuevos espacios. Cuatro pisos de exhibiciones contarán la historia completa del edificio, desde su concepción como sede del periódico The Miami News hasta su papel como epicentro del éxodo cubano y su consolidación como símbolo del espíritu de Miami.
Para ello, se embarcaron en un ambicioso Proyecto de Historia Oral que recopiló más de 400 testimonios. “Los comienzos de mucha gente en Miami, sus metas personales, profesionales, son el corazón de las historias que aquí contaremos”, detalla Chicuén.
Legado interactivo
Al ascender a los pisos superiores, el pasado cobra vida de una forma sobrecogedora. En la exhibición principal, dedicada a ‘El Refugio’, el tiempo se detiene. Se ha recreado la sala de procesamiento por donde pasaron más de 400.000 refugiados cubanos entre 1962 y 1974.
Las sillas de espera, los escritorios de los funcionarios, las banderas y hasta las losas del suelo transportan al visitante a un momento de incertidumbre y esperanza. Es un espacio cargado de una emoción palpable, un homenaje a la primera parada en un largo camino hacia la libertad.
Dentro de este espacio, una exhibición conmueve de manera particular: la primera y única exposición permanente dedicada a la Operación Pedro Pan.
Aquí se relata el éxodo de más de 14.000 niños no acompañados. Se exhiben objetos personales, registros de viaje y testimonios que dan voz a aquellos pequeños que cruzaron el mar solos. No es nada menos que un recordatorio potente del sacrificio y la valentía que definieron a toda una generación.
La interactividad es clave en la nueva experiencia. Una de las instalaciones más simbólicas es la ‘Pizarra de la Suerte’, una recreación del tablero donde se anunciaban ofertas de empleo y oportunidades de reasentamiento. Mientras los recién llegados buscaban allí su primer trabajo, a menudo ya leían en DIARIO LAS AMÉRICAS las noticias de su patria perdida y las claves para entender su nuevo hogar.
Cerca de allí, un pequeño estudio de grabación rinde tributo a la emisora de radio WIOD, que operó desde la torre. Pero su función trasciende el homenaje: invita a todos los visitantes, sin importar su origen, a grabar su propia historia de migración, sus propios caminos.
“Si tienen alguna historia sobre cómo llegaron, a dónde fueron, un camino que hayan emprendido, la pueden dejar grabada en nuestros archivos”, comenta Chicuén.
Salon Torre Libertad I Pedraza
Salón renovado de la Torre de la Libertad.
I. Pedraza
“Cronista de la comunidad”
En este contexto de memoria y medios de comunicación, la presencia de DIARIO LAS AMÉRICAS, fundado en 1953, adquiere un significado especial.
El periódico, que ha sido el cronista por excelencia de la comunidad hispana del sur de la Florida y del exilio cubano, ocupa un lugar de honor. En uno de los salones de la torre, una impresionante instalación interactiva captura la atención.
Se trata de un gran rollo plástico que evoca los utilizados en las antiguas máquinas rotativas de impresión. Los visitantes podrán girarlo manualmente para hacer desfilar ante sus ojos una selección de portadas y páginas históricas del rotativo.
Desde los primeros días del éxodo hasta los momentos clave en la transformación de Miami, el rollo es una cápsula del tiempo tangible.
Chicuén se detiene frente a la pieza y reflexiona sobre su importancia: “DIARIO LAS AMÉRICAS ha sido el cronista de nuestra comunidad durante más de siete décadas. Su historia está entrelazada con la de esta torre y con las personas que pasaron por ella”.
Y agrega sin ambages: “Era fundamental que su voz estuviera presente de una manera que honrara tanto su labor periodística como el legado de libertad de prensa que nació en este mismo edificio”.
Símbolo renovado
El recorrido culmina en la galería ‘Voces de Miami’, un espacio solemne y luminoso. Las paredes están cubiertas con los retratos de las personas que compartieron sus testimonios para el Proyecto de Historia Oral.
La fotógrafa local Clara Toro capturó con una dignidad extraordinaria los rostros de exiliados, empresarios, artistas y ciudadanos comunes. Cada retrato es una ventana a una vida, una pieza del vasto mosaico que conforma Miami. Juntos, celebran la diversidad y la fuerza de una comunidad que se reinventó a sí misma.
Con su reapertura programada para el otoño, en concordancia con el final de las celebraciones de su centenario, la Torre de la Libertad no solo volverá a abrir sus puertas. Se ofrecerá al mundo como un centro cultural dinámico y un destino ineludible.
Además de sus exhibiciones permanentes, albergará la primera sede del Museo de la FIFA en Norteamérica, una colaboración que une la pasión por el fútbol con las historias de migración global, justo a tiempo para la Copa del Mundo de 2026.
El Miami Dade College planifica un amplio calendario de eventos que incluye días familiares, ciclos de cine y exposiciones de arte. La torre será, una vez más, un epicentro de la vida cívica y cultural.
“Esperamos que cada persona que visite Miami tenga una parada obligatoria en la Torre de la Libertad”, concluye Chicuén. “Que sea un lugar que les ofrezca una oportunidad extraordinaria de conocer cómo ha florecido nuestra ciudad”.
Al abandonar el edificio, de vuelta al bullicio del downtown, la torre ya no parece solo un monumento del pasado. Se siente viva, resonante, llena de las voces que habitan entre sus muros. Su restauración no es solo la recuperación de una estructura, sino la reafirmación de un propósito.
La Torre de la Libertad, en su renacimiento, está lista para seguir como la brújula narrativa de Miami, un faro que no solo ilumina el pasado, sino que guía el camino hacia el futuro de una urbe pujante.