
La tarde del miércoles 30 de julio, la familia, amigos y fanáticos de Ozzy Osbourne se reunieron para despedir al legendario cantante de Black Sabbath en una ceremonia cargada de simbolismo, celebrada en su residencia de Buckinghamshire.
Más de 110 personas acudieron al servicio privado junto a Sharon Osbourne, sus hijos Jack (39 años), Kelly (40 años), Aimee (41 años), y Louis (50 años), este último hijo del primer matrimonio de Ozzy con Thelma Riley.
Entre los asistentes se encontraban verdaderas leyendas del rock, como Marilyn Manson, Zakk Wylde —quien fue visto saliendo con dos guitarras en mano—, Corey Taylor de Slipknot, James Hetfield de Metallica, Yungblud, y Sir Elton John. La presencia de los miembros de Black Sabbath completó el círculo de una despedida profundamente simbólica.
La mansión de los Osbourne, Welders House, adquirida en 1993, fue el epicentro del adiós. Un amigo cercano de la familia le dijo a The Sun que la casa estaba adornada con fotografías del cantante, y cada asistente recibió una imagen suya como recuerdo.

Asimismo, la fuente describió el evento como “una hermosa despedida. Hubo lágrimas, sí, pero también muchas risas”.
En el corazón de la ceremonia, una corona floral con las palabras “Ozzy f***ing Osbourne” fue colocada junto al lago, donde reposan ahora sus restos. Otro arreglo, con el nombre “Ozzy” en flores, fue instalado cerca de una fuente.
La elección del lugar no fue casual: según allegados, Ozzy deseaba que su lugar de descanso final estuviera en casa, en el entorno tranquilo que compartió durante décadas con Sharon.

La organización del evento fue meticulosa. Invitaciones negras con una cruz y la frase “In loving memory of Ozzy Osbourne” marcaron el tono. Desde el hotel The Crowne Plaza y The Bull, los asistentes fueron trasladados en vehículos con cristales polarizados.
A las 15:00 horas comenzó el servicio en una gran carpa montada en los terrenos de 250 acres, donde se alzaba un escenario desde el cual artistas y amigos rindieron tributo al ídolo.
El dolor se trasladó al día siguiente a Birmingham, la ciudad que vio nacer a Ozzy. Miles de fanáticos se congregaron en puntos clave como el puente y la banca de Black Sabbath, y también frente a la casa de infancia del músico.
El cortejo fúnebre, liderado por una banda de metales local, Bostin’ Brass, recorrió las calles con música en vivo. En Londres, hasta la Guardia Real interpretó el clásico “Paranoid” frente al Palacio de Buckingham, en un gesto histórico.
Sharon, con la alianza de Ozzy colgando en una cadena sobre su pecho, caminó junto a sus hijos visiblemente emocionada. Kelly y Jack la sostuvieron mientras ella depositaba una rosa en el memorial.
Aimee, usualmente alejada del foco público, se unió al tributo con un broche en forma de murciélago, en un guiño al icono que fue su padre. Louis, con una corbata púrpura —color simbólico del duelo y de Black Sabbath—, completaba el cuadro familiar.
Los fanáticos no se quedaron atrás. Globos, pancartas pintadas a mano y tatuajes en honor a Ozzy llenaron el ambiente de devoción.
Un libro de condolencias fue abierto en el estadio Villa Park, donde Ozzy ofreció su último concierto, titulado Back To The Beginning, el cual recaudó fondos para causas benéficas..