La mañana del jueves 17 de abril, el campus de la Universidad Estatal de Florida (FSU, por sus siglas en inglés) se convirtió en escenario de un tiroteo que dejó al menos dos personas muertas y seis heridos, desatando una operación de evacuación masiva. El ataque, ocurrido cerca del Student Union en el corazón del campus en Tallahassee, obligó a cientos de estudiantes y profesores a refugiarse, improvisar barricadas y seguir órdenes policiales mientras se desplegaba un operativo de seguridad a gran escala.
El tiroteo activó de inmediato las alertas de emergencia y mensajes de “shelter in place” (“refugiarse en el lugar”), que aparecieron en pantallas electrónicas y se difundieron por el sistema de altavoces. Estudiantes que se encontraban en clase, caminando entre edificios o en los alrededores del Student Union vivieron momentos de confusión y miedo, mientras intentaban protegerse o evacuar en medio de la incertidumbre.
Según reportaron MSNBC y el Tallahassee Democrat, la evacuación del campus fue fragmentada y marcada por la urgencia. Las escenas incluyeron aulas convertidas en refugios, puertas bloqueadas con muebles y patrullas escoltando a estudiantes con las manos en alto hacia zonas seguras.
Ryan Cedergren, estudiante de FSU, fue uno de los primeros en notar el pánico que se extendía por el campus. “Vi gente corriendo”, dijo a MSNBC. Su reacción fue inmediata: alejarse del lugar lo más rápido posible. Como muchos otros, no escuchó disparos en ese momento, pero entendió rápidamente que se trataba de una situación de tirador activo.
Paige Miller, estudiante de primer año, se encontraba en el baño del edificio Moore, junto al Student Union, cuando escuchó lo que pensó que era el derrumbe del techo. “Entonces entraron tres chicas, una llorando, y una de ellas me dijo que llamara a la policía porque había un tirador activo”, declaró al Tallahassee Democrat. Con la puerta sin cerradura, sostuvieron la entrada durante veinte minutos hasta que llegaron agentes de policía.
Al salir, Miller vio a un hombre en el suelo rodeado por oficiales, y más adelante a dos personas heridas cerca del Student Union. Escuchó a los agentes mencionar que buscaban una escopeta, mientras la evacuación seguía en marcha bajo fuerte presencia policial.
En el sótano del Student Union, Sam Swartz y Sean Gulledg estaban trabajando en un proyecto con seis compañeros cuando comenzaron a escuchar disparos. “Todos comenzaron a enloquecer”, contó Swartz. El grupo se trasladó a un pasillo y comenzó a bloquear la entrada con basureros y madera. “Recuerdo haber aprendido que hay que hacer todo lo posible para que se demoren, porque no quieren perder tiempo”, explicó.
La tensión también se vivió en el edificio Rovetta, donde Rafael Fernández, estudiante de segundo año, estaba en clase cuando una alerta apareció en la pantalla del aula. Su profesor cerró la puerta con llave y agrupó a los estudiantes en un área sin ventanas. Minutos más tarde, policías llegaron al aula y ordenaron la evacuación con las manos en alto. “Nos escoltaron hacia una zona segura”, contó al Tallahassee Democrat.
En el College of Business, adyacente al Student Union, un profesor corrió por el pasillo alertando a los alumnos. Angel Dejesus, estudiante de tercer año, relató que su clase se trasladó a un salón interno y cerraron la puerta. Uno de los estudiantes, sobreviviente del tiroteo en Parkland en 2018, expresó: “Nunca pensé que esto volvería a pasar”.
Mae Baltz, de 24 años y estudiante de posgrado, se encontraba en clase cuando otros estudiantes ingresaron pidiendo esconderse. Su profesor no sabía cómo actuar, y fue entonces cuando Baltz recordó su entrenamiento en simulacros de tirador activo en la escuela Suncoast, cerca de Parkland. Con la ayuda de otro alumno que había trabajado en un casino, bloquearon la puerta con escritorios y apagaron las luces.
Baltz intentó comunicarse con el 911, pero no obtuvo respuesta. “Apagamos el proyector para que no nos vieran, pero después pensamos que los policías no sabrían que estábamos ahí”, dijo. Cinco minutos después, escucharon radios policiales y supieron que estaban a salvo. Posteriormente, las autoridades les informaron que el edificio Bellamy era parte de la escena del crimen, ya que uno de los heridos había huido hacia allí.
Algunos estudiantes lograron escapar o alertar a otros por casualidades del momento. Chase Magee, miembro de la fraternidad Sigma Alpha Epsilon, se dirigía al edificio HCB cuando escuchó siete disparos provenientes del Student Union. “Vi a gente corriendo a toda velocidad”, contó. Entró al aula para avisar a sus compañeros y luego se dirigió a Collegetown para alejarse del campus.
Durante toda la tarde, agentes del Departamento de Policía de Tallahassee y de seguridad de FSU continuaron evacuando edificios, revisando pasillos y escoltando a estudiantes a zonas seguras. Cada grupo evacuado debía salir con las manos en alto y ser revisado antes de abandonar el edificio, según reportó el Tallahassee Democrat.
El tiroteo del jueves revive recuerdos del ataque ocurrido en 2014 en la misma universidad, donde un exalumno armado con una pistola semiautomática hirió a tres personas en la biblioteca Strozier. En esta ocasión, la rápida actuación de estudiantes, profesores y autoridades permitió ejecutar una evacuación que, aunque caótica, evitó una tragedia mayor en el campus de una de las principales universidades de Florida.