
Shiloh Hendrix enfrenta tres cargos por alteración del orden público en Rochester, Minnesota, tras ser acusada de agredir verbalmente a un niño afroamericano usando un insulto racial en un parque local, reportó Newsweek. El incidente ocurrió en abril y fue grabado en video por un testigo, imagen que desató un debate nacional y una respuesta pública significativa. Hendrix, cuya dirección figura en esa ciudad, pero que podría haberse trasladado, no ha podido ser contactada por la policía y, de acuerdo con los registros judiciales, se representa legalmente a sí misma.
La denuncia penal presentada por los fiscales del condado indica que Hendrix “participó de manera ilícita y dolosa en una conducta ofensiva, obscena, abusiva, bulliciosa o ruidosa, o utilizó un lenguaje abusivo, obsceno u ofensivo que, razonablemente, podría generar alarma, ira o resentimiento en otras personas”. La acusada fue citada por tres delitos menores, cada uno con una posible sentencia de hasta 90 días de cárcel y una multa de 1.000 dólares.
El video del altercado muestra a un hombre enfrentando a Hendrix tras escuchar el insulto dirigido al menor, un niño de ocho años diagnosticado con autismo. En la grabación, Hendrix admite el insulto repitiendo la expresión racista en respuesta a la confrontación, además de levantar el dedo medio hacia el testigo.
Con la difusión del video, millones de usuarios en redes sociales expresaron indignación, lo que llevó a una oleada de solidaridad y reacciones oficiales. A raíz de la exposición, Hendrix abrió una campaña de recaudación en la plataforma cristiana GiveSendGo, donde, según Newsweek, consiguió recaudar más de 800.000 dólares tras iniciarse los cargos. Hendrix fijó el objetivo de la campaña en un millón de dólares y, en una actualización publicada en junio, desestimó las críticas recibidas considerándolas “información tonta”.
El proceso penal, de acuerdo con la oficina del Fiscal de la Ciudad de Rochester, se extendió debido “a la naturaleza sensible y complicada del caso” y la necesidad de consultar a la familia del menor afectado antes de formalizar los cargos. La citación judicial para Hendrix está prevista para el 29 de octubre.

El incidente ocurrió cuando el niño, según consta en la denuncia, tomó por error un paquete de compota de manzana que pertenecía a otra familia dentro del parque. El padre del menor y Hendrix persiguieron al niño para recuperar la comida, y fue entonces cuando ella le dirigió el insulto racial. En la confrontación inmediata con un testigo presente, Hendrix justificó su acción al declarar que podía emplear ese término “si él actúa como tal”, reiterando la palabra y agregando insultos hacia el adulto.
Las autoridades indicaron que Hendrix mantiene oficialmente una dirección en Rochester, pero no pudieron ubicarla y aún no han tenido éxito en contactarla de manera directa. La acusada representa su propia defensa ante las acusaciones.
Las autoridades y organizaciones comunitarias respondieron públicamente después del hecho. La alcaldesa de Rochester, Kim Norton, expresó mediante un comunicado que “esta fue una situación que afectó profundamente a muchas personas, especialmente a nuestras comunidades de color, y causó un verdadero trastorno en nuestra comunidad”. Norton subrayó el impacto perdurable para los directamente involucrados, así como el alcance del debate en el estado y en el país.
Por su parte, el capítulo local de la NAACP Rochester lanzó una campaña separada de recaudación en GoFundMe para apoyar a la familia del menor, con la que se recaudaron 340.000 dólares antes de cerrar la colecta en mayo. La organización calificó públicamente el acto como “un ataque verbal intencionado, racista, amenazante y de odio contra un niño”.
En una comunicación de junio en GiveSendGo, Hendrix agradeció el respaldo de sus seguidores, sugiriendo que estaba experimentando “cambios de vida” y animó a continuar “luchando por la Primera Enmienda”, sin entrar en detalles sobre su situación judicial. La próxima comparecencia de Hendrix ante el tribunal está programada para el 29 de octubre, mientras tanto, el caso sigue motivando discusiones sobre racismo y libertad de expresión en Minnesota y a nivel nacional.