
El Ejército de Israel aseguró este domingo haber atacado una instalación nuclear iraní en Isfahán, en el centro del país, en el marco de la ofensiva en curso contra objetivos estratégicos de la República Islámica. La operación fue confirmada por el portavoz militar israelí, coronel Avichai Adraee, quien afirmó que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) atacaron “con fuerza un centro estratégico importante”.
El ataque se produjo después de que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) verificara daños en cuatro edificios críticos en Isfahán, entre ellos una instalación de conversión de uranio y una planta de fabricación de placas de combustible. El organismo, que depende de Naciones Unidas, informó sobre las afectaciones el sábado por la noche tras inspecciones de urgencia.
Según el portavoz de las FDI, los ataques alcanzaron también “laboratorios e instalaciones de contención” en la zona, aunque no se precisó el momento exacto en que ocurrieron los bombardeos.
Adraee advirtió que Israel continuará atacando las capacidades nucleares iraníes “para eliminar la amenaza que representan”. Se trata del golpe más directo contra infraestructura nuclear iraní desde el inicio de la actual escalada, y marca un punto de inflexión en el conflicto regional.

La ciudad de Isfahán alberga una de las principales infraestructuras del programa nuclear iraní, incluida la planta de conversión de uranio, que actúa como parte fundamental del ciclo de producción de combustible para las centrifugadoras. El OIEA, que ha tenido inspectores en Irán desde hace décadas, expresó su preocupación por la integridad física del sitio y advirtió sobre el potencial riesgo de diseminación nuclear en caso de nuevos ataques.
Hasta el momento, la agencia no ha informado sobre la liberación de material radiactivo como consecuencia del bombardeo. No obstante, fuentes diplomáticas occidentales en Viena señalaron que los técnicos del organismo siguen trabajando para evaluar el alcance total de los daños.
El bombardeo marca un nuevo y delicado episodio en el conflicto entre Israel e Irán, que en los últimos días ha escalado de manera sostenida. A diferencia de ataques anteriores centrados en blancos militares o logísticos, este golpe tiene un carácter abiertamente nuclear, con lo que se cruza una línea que hasta ahora muchos actores internacionales consideraban de alto riesgo.
Desde el viernes, Israel ha intensificado su campaña militar como parte de la operación “Rising Lion”, en respuesta al creciente número de ataques con cohetes y drones lanzados desde Irán y sus aliados regionales.
Según el balance más reciente publicado por las FDI este domingo a las 11:15, se han registrado más de 200 lanzamientos de cohetes en los últimos días. En total, 22 misiles impactaron directamente en suelo israelí, provocando 13 muertes —incluidos tres menores— y al menos 380 heridos, de los cuales nueve permanecen en estado grave.
Por su parte, el régimen iraní ha prometido responder. El ministro de Exteriores, Abás Araqchí, declaró que Teherán continuará atacando territorio israelí mientras persistan las agresiones. “Si se detiene la agresión israelí, nosotros también pararemos”, dijo en una reunión con embajadores extranjeros celebrada en la capital iraní, según reportó el diario Tehran Times.

La ofensiva israelí ya ha causado más de 100 muertos en Irán, entre ellos altos mandos militares y científicos vinculados al programa nuclear. El viernes, medios estatales confirmaron la muerte del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, general Mohamad Hosein Baqerí, así como del comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, general Hossein Salamí, y del general Gholam Ali Rashid, responsable de la base aérea Khatam ol-Anbiya. También fueron asesinados los científicos Mohammad Mehdi Tehranchi y Fereydoun Abbasi, vinculados al enriquecimiento de uranio.