Jackie Chan revela sus trucos para mantenerse activo en el cine de acción a sus 71 años

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Jackie Chan, a los 71 años, continúa haciendo sus propias acrobacias y dando patadas, las cuales realiza él mismo sin necesidad de buscar un doble de acción para que lo reemplace, sin importar la edad que tiene.

Chan, que cumplió 71 años en abril, no está interesado en bajar el ritmo, revelando que siempre realizará sus propias acrobacias y que no tiene planes de retirarse, para él es parte de su esencia.

“Por supuesto, siempre hago mis propias acrobacias. Así soy yo. Eso no cambiará hasta el día en que me jubile, ¡que no será nunca! Cuando lo has hecho durante 64 años seguidos, ya no hay preparación física. Todo está en tu corazón y en tu alma; es memoria muscular”, expresó en una entrevista realizada por la revista Haute Living.

Esto demuestra que el retiro no está en sus planes y se mantendrá involucrado con las películas y sus escenas de acción. Su filosofía ha sostenido el atractivo único de sus películas y lo colocó como una referencia insoslayable del cine físico.

El compromiso con el riesgo físico no responde únicamente a una cuestión de estilo o marketing, sino a un código personal, algo que tiene marcado desde su niñez, con un entorno que le exigía disciplina y compromiso, lo que se observa que cada una de sus apariciones en la gran pantalla.

Más de 60 años es el tiempo en el que Chan ha entrenado y se ha expuesto al riesgo de su trabajo. Con la edad actual, sigue realizando sus propios movimientos de acción no se apoya solo en el entrenamiento físico, sino en un estado mental construido a lo largo de las décadas.

“Cuando lo has hecho durante 64 años seguidos, ya no hay preparación física. Hago entrenamiento cruzado al menos tres veces por semana”, reveló el actor en conversación con el medio WebMD.

Lesiones y perseverancia

Cuando se habla de Jackie Chan, lo primero en que se piensa es en las incontables películas en las que hemos visto al actor hongkonés haciendo gala de su talento para las artes marciales en escenas muy locas.

Sin embargo, a lo largo de su carrera ha sufrido las consecuencias de sus actos, con lesiones y cicatrices. Tal fue el caso de la filmación de Armour of God en 1986, cuando una caída de un árbol casi termina en tragedia, lo que marcó un antes y un después en la vida del actor.

Pero las lesiones no lograron desplazarlo ni modificar su esencia en cada producción, el dolor y la fragilidad pasaron a ser parte de la rutina, integrados en una biografía donde la resiliencia es central.

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