
James Franco inicia una nueva etapa profesional, motivado por su creciente vínculo con el cine italiano y una renovada búsqueda de equilibrio entre la vida personal y laboral. El actor estadounidense, que presidió el jurado de largometrajes en el Festival de Cine de Milán, compartió en una entrevista con Vanity Fair su reflexión sobre una carrera que abarca más de tres décadas y ochenta y cinco películas.
El actor reconoció que, durante mucho tiempo, su impulso estuvo marcado por una intensa necesidad de validación profesional: “De joven era adicto al trabajo, mi subconsciente me decía: ‘Tienes que seguir trabajando, una y otra vez’. Y lo hice, seguí adelante, pero todo me parecía demasiado, tanto, que no le di importancia a lo demás”, confesó.
James Franco explicó que esa autocrítica lo llevó a replantear sus prioridades y a buscar un estilo de vida más saludable. “El equilibrio, la conexión con los demás, porque el riesgo de trabajar así es perderse. Cuando haces una película, todos buscan lo mejor y quieren que sea buena, pero nunca sabemos cómo terminará”, reflexionó. Esta nueva perspectiva influyó en la elección de sus proyectos y en su forma de relacionarse con colegas y colaboradores.

El actor también reconoció: “El cine funciona cuando es colaborativo. De joven intentaba controlarlo todo, y luego tuve que aprender una cosa: que tuve que dirigir, para que cuando me tocara, pudiera supervisar el conjunto, la visión global”.
Destacó que su experiencia en películas como Milk: un hombre, una revolución, una esperanza, dirigida por Gus Van Sant y protagonizada por Sean Penn, marcó un antes y un después en su formación, al enseñarle a escuchar y valorar la visión de los directores.
La reciente participación de Franco como presidente del jurado en el Festival de Cine de Milán le permitió profundizar su vínculo con la cinematografía italiana. El actor se mostró entusiasta por la invitación a un evento que, bajo la dirección artística de Claudio Santamaria, busca renovar su identidad. Franco describió su experiencia como “divertida y sorprendente”, destacando la calidad de las películas exhibidas y el ambiente profesional del festival.

Durante su estancia, presentó nuevamente Hey Joe, dirigida por Claudio Giovannesi, una producción que considera un “regalo” y que reforzó su interés por el cine italiano. Recordó que antes de conocer al director, había visto Pirañas: los niños de la Camorra y quedó impactado por la solidez de las propuestas contemporáneas en Italia. “Al verla, pensé: ‘Ahora quiero hacer películas así’. Creo que menos de seis meses después, conseguí el guion”, relató.
El contacto con la cultura italiana despertó también el deseo de establecerse en el país. “Tengo que hablarlo con mi novia, pero me gustaría vivir aquí”, comentó, según la entrevista. Esta afinidad se refleja en su intención de participar en más producciones locales y en su valoración del ambiente creativo que encontró durante su paso por el festival.
A lo largo de su carrera, James Franco trabajó con figuras clave del cine internacional, como Sean Penn y Gus Van Sant, y participó en proyectos que exploran el arte cinematográfico desde dentro, como The Disaster Artist: obra maestra. Explicó que su identificación con personajes apasionados por hacer cine lo llevó a conectarse profundamente con ciertas historias.

“Me ayudaron a ser mejor actor, al dejar de ‘luchar’ con quienes me dirigían, y empecé a elegir proyectos en los que creía, donde simplemente podía ayudar a hacer realidad su visión”, expresó. Este enfoque guio su evolución profesional y su disposición a asumir papeles que impliquen un reto creativo.
El actor también reflexionó sobre la importancia de preservar su identidad personal en una industria exigente. “La pregunta es: ¿en qué quiero trabajar? ¿Y cuánto tiempo quiero dedicarle? Es lo único que puedo controlar”, afirmó.
Además de Hey Joe, Franco participó en Squali, dirigida por Daniele Barbiero y basada en la novela homónima de Giacomo Mazzariol. En este filme interpreta a un personaje inspirado en Gordon Gekko, el villano de Wall Street, adaptado a la era tecnológica como fundador de una incubadora de startups en Roma. Franco expresó su entusiasmo por trabajar con nuevos talentos y explorar narrativas actuales.
Sobre la icónica frase de Gekko —“La codicia es válida, es correcta, funciona, aclara, penetra, atrapa”—, respondió de forma categórica: “Claro que no”. Esta afirmación refuerza su distanciamiento de una filosofía centrada en el éxito a cualquier costo y su preferencia por una vida con sentido y balance.
El actor concluyó la entrevista reafirmando su compromiso con una carrera más enfocada en la colaboración y el crecimiento personal. Tras años de actividad intensa, elige proyectos que le permitan desarrollarse de manera integral. Esta nueva etapa, marcada por la apertura a nuevas culturas y formas de trabajo, representa un giro significativo en su trayectoria, con el equilibrio personal como norte.