
La crisis de asequibilidad de la vivienda en Estados Unidos ha llevado a jóvenes de las generaciones más recientes a buscar caminos alternativos para acceder a la propiedad de una casa. Una tendencia emergente muestra que un número creciente de estos compradores, especialmente de las generaciones Z y millennial, recurre a la venta de criptomonedas para financiar el pago inicial de sus viviendas. Según revela un estudio de Redfin, en mayo de este año el 12,7% de los jóvenes compradores utilizó criptomonedas en sus procesos de adquisición, mientras que entre generaciones mayores la proporción fue notablemente menor.
Específicamente, el 3,5% de la Generación X y apenas el 0,5% de los baby boomers dispusieron de activos en criptomonedas para cubrir el pago inicial de sus viviendas. Para Johnny Schiro, corredor inmobiliario en Texas de la firma RealOpen, el reciente auge del mercado de las criptomonedas ha entregado a los menores de 40 años una oportunidad de apalancamiento financiero que generaciones previas no tuvieron. “Cerca del 40% de los estadounidenses menores de 40 años posee criptomonedas, frente a solo el 10% de los mayores de 65”, subrayó el especialista en declaraciones a Newsweek.
Schiro argumenta que los movimientos recientes del mercado generan una redistribución de la riqueza entre los jóvenes, quienes históricamente estuvieron excluidos del mercado inmobiliario por los altos precios y las barreras de acceso. Las criptomonedas les permiten a muchos crear riqueza sin depender de los sistemas financieros tradicionales, y ahora también facilitan su entrada a la propiedad de bienes raíces de alto valor.

El mercado de las criptomonedas ha registrado incrementos históricos en las últimas semanas. Bitcoin, la criptomoneda más conocida, superó por primera vez los 118.000 dólares, motivada por un incremento en la demanda y por la consolidación de su papel en los mercados internacionales y en la vida cotidiana de muchas comunidades. Yaël Ossowski, subdirector del Consumer Choice Center y miembro del Bitcoin Policy Institute, explicó a Newsweek que el precio del Bitcoin siempre ha sido volátil, pero que la madurez del mercado y la estabilidad de su protocolo han permitido que nuevos grupos sociales y económicos adopten estos activos.
Ossowski observa que, en parte, el uso de criptomonedas responde a la exclusión bancaria que todavía existe en regiones como América Latina y África, así como a la popularidad de herramientas tecnológicas y de desarrollo en mercados desarrollados. Añadió que jóvenes estadounidenses perciben a las criptomonedas como dinero que no sólo mantiene sino que aumenta su valor, lo que les ayuda a fijar metas de ahorro y a mantener la disciplina necesaria para reunir la entrada de una vivienda.
Callum Brown, especialista inmobiliario de ABI Group, destacó en diálogo con Newsweek que el aumento en los precios de las criptomonedas, vuelve a poner sobre la mesa la posibilidad de que estos activos digitales transformen el acceso a la vivienda y a servicios financieros para quienes tienen menos de 35 años, tradicionalmente excluidos por los sistemas convencionales y el alto costo de entrada.
A pesar de la tendencia, la mayoría de quienes utilizan criptomonedas para financiar la compra de una vivienda no lo hacen mediante una transacción directa. El proceso habitual implica la liquidación de los activos digitales a dólares estadounidenses y, a partir de allí, la transferencia del dinero a cuentas fiduciarias. Según explica Schiro, a ojos del vendedor la operación se realiza en efectivo, sin diferencias con una venta de acciones u otro activo tradicional, aunque para el comprador puede ofrecer ventajas como rapidez o privacidad.
En el caso estadounidense, el uso directo de criptomonedas como forma de pago integral está limitado casi exclusivamente al segmento de lujo, y enfrenta obstáculos regulatorios importantes. Ossowski señaló en Newsweek que las normas vigentes de entes como Fannie Mae exigen que los compradores liquiden las criptomonedas antes de considerar ese dinero como parte de su entrada, lo que añade impuestos y dilaciones a la operación. Schiro también destaca que la falta de capacitación sobre activos digitales por parte de agentes inmobiliarios ha frenado la adopción masiva de estas soluciones.

El escenario podría cambiar si prosperan iniciativas nacionales para considerar saldos en criptomonedas como parte del análisis hipotecario de empresas como Fannie Mae y Freddie Mac. Schiro lo resume en palabras recogidas por Newsweek: “Permitir que las criptomonedas cuenten en la solicitud de hipotecas inyectaría billones en riqueza al sistema crediticio”. Sin embargo, advierte que la obligatoriedad de mantener esos activos en exchanges aún es un freno para muchos poseedores serios de criptoactivos.
Otro desarrollo relevante es la tokenización de bienes raíces, que transforma las propiedades en activos digitales fraccionables en la blockchain (tecnología que registra datos en bloques conectados y distribuidos, garantizando seguridad y transparencia sin intermediarios). Este mecanismo puede facilitar la liquidez, el acceso global y nuevas formas de inversión, y según un informe conjunto de Boston Consulting Group y ADDX citado por Brown, la tokenización podría representar cerca del 10% del PIB mundial para 2030. Schiro y Brown ven en esta herramienta un potencial punto de entrada para que jóvenes realicen sus primeras inversiones inmobiliarias.

No obstante el entusiasmo de algunos actores del mercado, el uso de criptomonedas para comprar vivienda en Estados Unidos sigue siendo la excepción más que la regla. Solo el 14% de los estadounidenses declara poseer criptomonedas, según una encuesta reciente de Gallup, y la mayoría percibe estos activos como demasiado riesgosos.
Dan Green, presidente de Homebuyer.com y con más de 20 años en el sector hipotecario, dijo a Newsweek que el uso masivo de criptomonedas en compras inmobiliarias todavía está lejos. Aseguró que, aunque quienes han acumulado grandes montos pueden beneficiarse, para el grueso del mercado se trata de un activo más, sin un rol determinante.
Daryl Fairweather, economista jefe de Redfin, sostuvo que las criptomonedas pueden ayudar a unos pocos jóvenes a reunir un pago inicial, pero su impacto estructural en la transformación del sector hipotecario de EEUU es reducido. “Comprar una vivienda sigue siendo un proceso tradicional: se necesita dinero en efectivo para la entrada, y pasar el filtro de entidades de crédito”, concluyó en su diálogo con Newsweek. Para la mayoría, la adquisición de viviendas mediante criptomonedas sigue siendo una rareza, y el método convencional —ya sea con ahorros o hipoteca— continúa predominando en el mercado estadounidense.