
La Hermana Eva tiene apenas 21 años, pero su historia ya ha dado la vuelta al mundo. Nacida en Brasil y con un pasado en el mundo del modelaje y los certámenes de belleza, su presente está dedicado por completo a la vida religiosa.
Su rostro y, sobre todo, su sonrisa se han vuelto virales en TikTok y otras redes sociales, luego de protagonizar una sencilla pero conmovedora campaña solidaria.
Antes de adoptar su nombre religioso, Eva era conocida como Kamila Cardoso. Incluso, llegó a ser coronada reina en uno de esos certámenes. Sin embargo, lejos de aferrarse a la fama superficial, su vida dio un giro profundo cuando sintió el llamado de la fe.
“Ser modelo ya no me llenaba el corazón. Ser la esposa de Jesús es una de las vocaciones más hermosas”, confesó en una entrevista y añadió que su decisión de ser monja la tomó cuando, durante una misa, estaba rezando el rosario y la presencia de una monja la dejó impactada.

Eva decidió abandonar los reflectores y dedicarse a una vocación mucho más silenciosa pero no menos poderosa: el servicio espiritual. Actualmente forma parte de la Congregación Sancta Dei Genitrix, una comunidad religiosa independiente de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
La congregación está dirigida por el sacerdote ortodoxo José Ribamar Dias, una figura también conocida en el mundo digital, con más de 287 mil seguidores en redes sociales.
La joven monja se hizo viral tras la difusión de un video donde se la ve tocando timbres en un barrio humilde de Brasil, vendiendo llaveros para ayudar a construir el edificio del convento donde vive junto a otras hermanas.

“Hola, somos hermanas de una comunidad católica. Estamos vendiendo llaveros para ayudar a construir nuestra casa. ¿Querés colaborar con nosotras?”, se la escucha decir en portugués, mientras sonríe con dulzura y extiende su mano con los pequeños colgantes.
La escena, filmada por una vecina, captó la atención de miles de usuarios que no tardaron en compartir y comentar la publicación. Lo que primero atrajo fue su apariencia, ya que los usuarios consideraron que su belleza resplandecía incluso bajo el hábito.
Desde la propia comunidad religiosa, agradecieron las muestras de apoyo y explicaron que cada pequeño llavero vendido representa un “ladrillo” en la construcción del convento.
Lejos de grandes campañas institucionales, Eva y sus compañeras apelan a la solidaridad directa, tocando puertas, conversando cara a cara, con fe y sin intermediarios.

El lugar donde desarrollan su misión también es parte de su compromiso. “Aquí, en Sol Nascente, somos una región periférica. Es la favela horizontal más grande de Latinoamérica, por lo que hay muchas familias que necesitan ayuda”, explicó Eva, dejando claro que su vocación no se limita a lo espiritual, sino que se ancla profundamente en la realidad social de su entorno.
Hoy, Eva camina las mismas calles que una vez recorrió en pasarelas, pero con un propósito radicalmente distinto: llevar un mensaje de amor, fe y servicio.
Su historia es más que una curiosidad viral. Es un testimonio de transformación, autenticidad y coraje. Representa a una generación de jóvenes que no teme seguir caminos distintos, guiados por convicciones profundas.

La Hermana Eva demostró que la belleza no está reñida con el compromiso, y que incluso el gesto más sencillo —como vender un llavero en una esquina— puede resonar profundamente cuando está cargado de sentido.