LA HABANA. - Un residente de la ruinosa cuartería ubicada en la céntrica calle Reina entre Manrique y San Nicolás, municipio Centro Habana, en Cuba, contó a DIARIO LAS AMÉRICAS que estaba tomando una taza de café cuando sintió que el viejo edificio se estremecía. “Primero pensé que era una alucinación debido a la resaca del alcohol. Luego que era un terremoto. Me dije, algo está pasando. Y no precisamente bueno. Me puse un short y unas chancletas y salí disparado pa’ la calle”.
Según algunos vecinos eran las seis y media de la mañana del lunes 18 de agosto. Una parte de la estructura colapsó. En el inmueble vivían quince familias. 48 personas entre niños, jóvenes y adultos. Magaly, una anciana de 76 años, sufrió diversas fracturas cuando un trozo de techo del tercer piso impactó sobre ella. La trasladaron de urgencia al hospital. “Ningún funcionario del partido (comunista) ha pasado por aquí. A esos barrigones no les importa lo que le pasa al pueblo. Solo piensan en robar la mayor cantidad de dólares y en cebarse como puercos”, señaló una mujer en tono molesto.
Ya para el mediodía los residentes pusieron en el portal sillones, colchonetas, sofá, refrigeradores y televisores obstruyendo el paso de los transeúntes. “Han armado una especie de campamento gitano. Y lo peor está por llegar. Ahora los mandan para un albergue colectivo que es lo más parecido a una prisión. Una hermana mía lleva casi treinta años residiendo en una antigua posada en el municipio Cerro, después de que se le cayó su casa”, dijo una vecina.
La mayoría de las familias pasaron la noche del lunes durmiendo a la intemperie. Los derrumbes en La Habana ya no son noticia. En un mes cualquiera, revela Sofía, trabajadora social, “ocurren entre siete y diez derrumbes parciales o totales en la capital. Y las viviendas reconocidas como inhabitables se cuentan por miles”. El edificio colapsado fue la antigua Cámara de Comercio China, transformada en cuartería después de que Fidel Castro ocupó el poder en enero de 1959.
Luis Mario, residente en Arroyo Naranjo, reconoce que cuando “llueve en La Habana, al día siguiente se derrumba un edificio o una casa. Son muchos años sin repararlos. El
El alarde oficial
Estado vive alardeando de que va a construir miles de viviendas y la realidad es que el déficit de casas en Cuba supera el millón. Vivo con mis tres hijos, mis padres y mi esposa en una casa considerada inhabitable. La vivienda tenía cuatro cuartos y dos baños. Debido a varios derrumbes parciales solo queda la sala, una parte de la cocina y un baño. El resto de la casa colapsó. Si no tienes 20.000 dólares olvídate de arreglarla. Solo nos queda rezar para cuando el techo se desplome no nos mate. Es como estar en un pabellón de condenados a muerte”.
Mientras el holding militar de GAESA gastó 20.000 millones de dólares en los últimos quince años en la construcción de hoteles y guarda en sus bancos 18.000 millones de dólares en plena crisis multisistémica, Cuba hace agua por todas partes. Los servicios públicos son un caos. La pobreza extrema ronda el 90 por ciento. Y el salario de un trabajador estatal cada vez vale menos debido a la bestial inflación.
La Isla es un Estado fallido. Solo funciona la represión y el control social aplicado por la Seguridad del Estado. La dictadura ya no tiene argumentos para intentar aplacar el descontento popular. La corrupción y la burocracia imperan en las instituciones estatales. Para Naomi, ama de casa, vivir en Cuba es una pesadilla. "El pasado martes tuvimos un apagón de trece horas seguidas por un supuesto fallo en un transformador. Nos cansamos de llamar a la empresa eléctrica y nadie cogió el teléfono. Esa noche muchos vecinos comenzamos a tocar los calderos”.
Según el Observatorio Cubano de Conflictos, hasta el mes de junio hubo 283 desafíos al Estado policial: protestas con potencial para provocar acciones generadas principalmente por la subida de precios de internet, apagones y déficit de agua. La cifra incluye un total de cuarenta y un letreros o pintadas en las paredes en contra de la dictadura. La carencia de agua potable está afectando con severidad a más de un millón de cubanos.
En La Habana, 248 mil personas no tienen un suministro regular de agua potable, los más 'afortunados' la reciben una vez a la semana. Otros pueden demorar dos o tres semanas. La escasez del preciado líquido ha ocasionado decenas de protestas en varios municipios de la capital.
Hay que presionar
Olga, residente en Arroyo Naranjo, al sur de la ciudad, relata que “junto a un grupo de vecinos fuimos a la sede del partido comunista para exigir que nos pusieran el agua. La gente estaba alterada y aquello se puso caliente. Le dije a un funcionario que si esa noche no entraba el agua iba a cocinar y bañarme allí. Nos plantamos. No teníamos agua para descargar el baño ni cepillarnos los dientes. Esa tarde nos mandaron una pipa y por la noche entró el agua. Ya hemos aprendido que cuando le armas un bateo gordo a esta gente (el régimen) por arte de magia te ponen la luz, suministran agua y aparecen los recursos. ¿El gobierno lo hace de forma consciente? ¿O será un experimento para ver hasta dónde aguantan los cubanos?”.
Pasada las ocho de la noche del martes 19 de agosto, más de setenta vecinos del barrio pobre y mestizo de Los Sitios, en la acera de enfrente donde ocurrió el derrumbe, en medio de un apagón bloquearon la calle Reina con cubos y envases vacíos en protesta por la falta de agua y el abandono de las autoridades. La mayoría de los residentes de la cuartería colapsada se sumaron a la protesta. “Ya estoy cansada de tanta mariconá. Qué se piensa esa partía de singaos, que somos camellos y podemos sobrevivir sin tomar agua”, gritaba una joven con su hija llorando en sus brazos.
Otra mujer amenazaba con tirar jabas con excremento y pomos de orine a la sede del partido. “Hasta cuándo van a seguir abusando de los cubanos. Tienen al pueblo sin comida, con apagones y sin agua. Nos van a matar de hambre y enfermedades. El que se salve de esto queda loco”. Al poco tiempo se apareció una furgoneta policial y tres autos patrulleros. La gente continuó con la protesta mientras dos oficiales de la policía intentaban mediar.
Reaccionan bajo protesta
Decenas de curiosos filmaban con sus teléfonos móviles la protesta y luego colgaban el video en las redes sociales. Pasada las nueve de la noche llegaron dos camiones cisterna. Entonces la disputa fue para ver quién podía llenar los cubos de agua. Carlos, sociólogo, considera que es una táctica usual del régimen. “Para aplacar la protesta traen un poco de comida o agua. Nunca la suficiente. Si en esa zona de Centro Habana, por su densidad, se necesitaban cinco o seis pipas, deliberadamente traen una menor cantidad para acabar con la protesta y la gente se faje entre ellos para coger el agua”.
“Fidel Castro lo hizo cuando en 1980 diez mil personas se asilaron en la embajada del Perú. Con toda intención repartía mil cajitas de comida y mandaba a un equipo de filmación para vender el relato al pueblo que esa gente eran delincuentes y desalmados. Aplican esa estrategia para presentar a los que se quejan contra el gobierno como marginales o confundidos”, asevera el sociólogo habanero.
Daniela, ingeniera, opina que el “gobierno es el culpable por la mala administración de los servicios básicos. No funciona ninguno. Fue Fidel, no el pueblo, quien decidió que erigir ese sistema de un papá Estado que controlara, suministrara y organizara la sociedad. Pero la atrocidad mayor es que mientras en los mercados estatales no venden ni agua para tomar, el régimen abre una tienda tras otras para vender en dólares. ¿En qué país del mundo te pagan con una moneda y para comprar los productos de primera necesidad tienes que pagar con divisas?”.
La dolarización
Sin fanfarrias, la dictadura sigue inaugurando tiendas en dólares. Hace unos meses el mercado de 5ta. Avenida y Calle 92, Playa, al oeste de La Habana, comenzó a vender en divisas. Luego se sumó la tienda ubicada en el reparto Flores del mismo municipio. Y en días recientes abrió el mercado de Altahabana, en Boyeros, y otro ubicado en los bajos del edificio Focsa en el municipio Plaza. Según una funcionaria de comercio interior, se prevé “abrir una veintena más de tiendas por divisas en La Habana”
La moneda virtual, MLC, con la cual una persona debía depositar moneda dura para poder comprar con una tarjeta magnética tiene sus días contados. “Ahora se apean con otra estafa, la tarjeta Clásica, tienes que depositar cuatro dólares para tener acceso a ella. O pagar con dólares en efectivo”, apunta un chofer que espera para llenar el tanque de combustible en una gasolinera en divisas.
La explicación dada por el régimen es un auténtico trabalenguas. Según Manuel Marrero, primer ministro, en esta etapa que las autoridades llaman guerra económica, “primero vamos a dolarizar parcialmente la economía, para luego des dolarizarla”. Mientras la dictadura traza sus estrategias para recaudar divisas, los cubanos sufren extensos apagones, escasea el agua potable y la mayoría come poco y mal.