El retrato de una ballena jorobada llamada Sweet Girl, captado por la fotógrafa estadounidense Rachel Moore tan solo cuatro días antes de su muerte tras ser embestida por una lancha rápida, se convirtió en la imagen ganadora del Concurso de Fotografía del Día Mundial de los Océanos de las Naciones Unidas 2025. Esta fotografía, que muestra el ojo de la ballena mirando directamente a la cámara, puede leerse como la expresión de la vulnerabilidad de las especies marinas ante las amenazas humanas y fue seleccionada entre miles de imágenes enviadas por fotógrafos de todo el mundo.
El certamen, que este año celebró su 20° edición, es organizado por las Naciones Unidas en colaboración con la División de Asuntos Oceánicos y del Derecho del Mar, DivePhotoGuide (DPG), Oceanic Global y la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO. El jurado, presidido por la curadora y galardonada fotógrafa subacuática belga Ellen Cuylaerts y conformado por figuras internacionales de la fotografía como Ipah Uid Lynn (Malasia), William Tan (Singapur), Vanessa Mignon (Francia) y Marcello Di Francesco (Italia), evaluó las obras en cuatro categorías:
- Maravilla: Sustentando lo que Nos Sustenta
- Rostros Subacuáticos Grandes y Pequeños
- Paisajes Marinos Subacuáticos
- Paisajes Marinos Sobre el Agua
La edición 2025 del concurso destacó imágenes que retratan la diversidad y fragilidad de la vida marina. Entre las fotografías premiadas se encuentran la de una foca leopardo curiosa, un enjambre de medusas y una foca leopardo con expresión desafiante. Todas las imágenes seleccionadas buscan no solo celebrar la belleza de los océanos, sino también llamar la atención sobre los peligros que enfrentan. En este sentido, los organizadores exigieron a los participantes la firma de una carta de 14 compromisos éticos para la fotografía submarina, en respuesta a la delicada situación de los ecosistemas marinos.
El Día Mundial de los Océanos, que se conmemora cada año el 8 de junio desde 2008, tiene como objetivo sensibilizar sobre la importancia de los océanos, considerados los “pulmones azules” del planeta. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 70% de la superficie terrestre está cubierta por océanos, los cuales generan al menos el 50% del oxígeno mundial y albergan una vasta biodiversidad. Además, desempeñan un papel fundamental en la economía global y en la seguridad alimentaria de miles de millones de personas.
Los océanos atraviesan una crisis sin precedentes. Investigadores de Harvard advierten sobre señales de una posible extinción oceánica, mientras que la ONU estima que el 90% de las grandes especies de peces han desaparecido y el 50% de los arrecifes de coral están destruidos. El lema de este año, “Despertar nuevas profundidades”, busca impulsar la reflexión sobre el impacto humano y promover una gestión sostenible de los mares.
El “Informe sobre el Estado del Océano 2024”, elaborado por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, revela que la contaminación por plásticos ha aumentado de manera alarmante desde la década de 1990. El informe calcula que más de 170 billones de partículas plásticas flotan en los océanos. Esta contaminación afecta directamente a la biodiversidad marina y a los seres humanos, ya que los microplásticos ingresan en la cadena alimentaria a través de peces y mariscos, exponiendo a las personas a sustancias tóxicas y disruptores endocrinos.
La contaminación marina por plásticos alcanza aproximadamente 2,4 millones de toneladas y, de acuerdo con un estudio publicado en la revista PLoS One, para 2040 esta cifra podría multiplicarse por 2,6. Los plásticos no solo dañan la vida marina, sino que también transportan contaminantes químicos y patógenos, amplificando los riesgos para la salud humana.
Otro desafío crítico es la eutrofización, provocada por el exceso de nutrientes como nitrógeno y fósforo provenientes de actividades agrícolas, acuícolas y descargas de aguas residuales. Este fenómeno genera un crecimiento desmedido de plantas y fitoplancton, lo que deriva en hipoxia o falta de oxígeno en el agua, alterando las redes alimentarias marinas. El informe de la UNESCO advierte: “Las alteraciones en la estructura de las redes alimentarias debido a la eutrofización están ocurriendo en muchos ecosistemas marinos costeros”.
La acidificación oceánica representa otra amenaza significativa, intensificada por la absorción de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. A medida que los océanos absorben más CO2, el agua se vuelve más ácida, lo que afecta especialmente a organismos con conchas de carbonato de calcio, como corales y moluscos. El informe subraya que “la acidificación oceánica es una amenaza significativa para la biodiversidad marina y la seguridad alimentaria global”. Los especialistas recomiendan implementar estrategias para reducir los nutrientes y mitigar los impactos de la acidificación, incluyendo mejoras en las prácticas agrícolas y el tratamiento de aguas residuales.
Los océanos absorben aproximadamente el 23% de las emisiones anuales de CO2 generadas por la actividad humana y capturan el 90% del exceso de calor causado por el cambio climático. Sin embargo, el calentamiento oceánico ha alcanzado niveles récord, provocando olas de calor marinas, la destrucción de arrecifes de coral y la alteración de los patrones climáticos globales. Según un artículo en Advances in Atmospheric Sciences citado por Infobae, en 2023 los océanos del mundo absorbieron más calor que en cualquier otro año registrado.
El aumento de la temperatura del agua contribuye al incremento del nivel del mar, ya que cerca del 50% de este fenómeno se debe a la expansión térmica. Una publicación en Nature Climate Change advierte que, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el nivel medio global del mar podría aumentar entre 0,28 y 1,01 metros para el año 2100. Ciudades costeras como Barranquilla (Colombia), Maracaibo (Venezuela), Río de Janeiro y Porto Alegre (Brasil), y Punta del Este (Uruguay) figuran entre las más amenazadas, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos.
Las Áreas Marinas Protegidas (AMP) se presentan como herramientas clave para enfrentar la crisis oceánica. Estas zonas resguardan a más del 70% de las especies marinas en peligro de extinción y son esenciales para la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, un estudio realizado en Francia y publicado en el Journal of Applied Ecology reveló que el 62% de las AMP diseñadas para proteger peces migratorios se encuentran fuera de sus hábitats principales, lo que limita su efectividad.
La producción de alimentos acuáticos alcanzó un récord de 218 millones de toneladas en 2021, consolidándose como un pilar de la seguridad alimentaria global. La acuicultura y la pesca sostenible no solo proveen proteínas a miles de millones de personas, sino que también sostienen la economía oceánica y las comunidades costeras. La gestión responsable de estos recursos resulta fundamental para garantizar su disponibilidad futura y reducir la presión sobre los ecosistemas terrestres.
El informe de la UNESCO destaca que la integración de las Áreas Marinas Protegidas y las prácticas sostenibles en la producción de alimentos acuáticos puede fortalecer la resiliencia de los ecosistemas marinos y facilitar la adaptación al cambio climático. Más de 100 autores de 28 países participaron en la elaboración del informe, que enfatiza la necesidad de colaboración internacional y políticas robustas para asegurar que los océanos continúen regulando el clima y proveyendo recursos alimentarios a las generaciones futuras.
En el contexto de la emergencia oceánica, el Concurso de Fotografía del Día Mundial de los Océanos de las Naciones Unidas se convierte en una plataforma para visibilizar tanto la belleza como la fragilidad de los mares. Las imágenes ganadoras, como la de Sweet Girl, celebran la vida marina e invitan a la reflexión sobre la urgencia de proteger los océanos ante las múltiples amenazas que enfrentan.