Con el paso del tiempo, los sentimientos en una relación evolucionan. En ocasiones, se debe a la madurez que trae consigo el amor adulto: una sensación de estabilidad en la convivencia. No obstante, otras veces, las personas dejan de sentir aquello que les motivaba a continuar la relación y entran en un conflicto consigo mismos. Esto puede ser muy contradictorio para aquellos que llevan tanto tiempo dedicándose con cariño a un vínculo y de repente se ven llenos de dudas.
Una psicóloga y divulgadora de contenido (@juliapsicologa) ofrece una herramienta para ayudarnos a construir un criterio sobre el estado de nuestra relación. Se trata de un ejercicio de análisis para diagnosticar los pros y contras y esclarecer nuestros sentimientos ante la vorágine de emociones que supone replantearse tantas cosas. Según explica la psicóloga, no se trata de un ejercicio barato, sino de una forma de entrar en consonancia con lo que uno siente con respecto a la relación. En el mundo de las relaciones, no hay respuestas fáciles. Muchas veces no existe un sí o un no sencillo. Los afectos están llenos de claroscuros. Por ello, es muy importante aprender a moverse en ellos, elaborando un juicio razonado.
El ejercicio se trata de buscar tres cosas que son imprescindibles en las relaciones para nosotros: mínimos, no negociables y preferencias. Los mínimos son aquellas cosas que consideramos que merecemos por el hecho de ser humanos: que nos traten con respeto, que no nos griten cada vez que discutimos, que no haya manipulación que, ante todo, nos tengan en cuenta y respeten nuestra dignidad. Sin embargo, esto no hace atractiva a una persona, esto no debería ser un condicionante para que nosotros quisiéramos estar con alguien. Es algo que todo el mundo debería cumplir de forma estricta, porque es la única manera natural en la que los humanos deben tratarse los unos a los otros; con consideración y respeto.

Ante todo, las relaciones nos tienen que sumar. Las personas no eligen a otras porque les haga falta, sino porque ven en el otro un valor añadido que puede llegar a ser muy beneficioso para sus vidas. En consecuencia, una vez entendido esto, llegaríamos a los no negociables, es decir, esas cosas que buscamos en una persona: aquello por lo que yo te voy a admirar. Si, por ejemplo, el deporte es un pilar fundamental en la vida de una persona, eso puede constituirse como un negociable a la hora de entablar vínculos afectivos de calidad.
Por último, estarían las preferencias. La psicóloga lo compara como los toppings que añadimos al final de un postre. No son estrictamente necesarios para que esa otra persona nos guste, pero son cosas que nos gustaría que estuvieran ahí de alguna manera. Por ejemplo, siguiendo con la importancia del deporte, se puede dar el caso de que yo haga pádel y mi pareja haga fútbol. El deporte está ahí, a pesar de que sean distintos. Por un lado me gustaría que mi pareja hiciese pádel conmigo, por otro, entiendo que su afición y dedicación al deporte va por otro lado y respeto su autonomía.
En definitiva, la psicóloga propone este sencillo ejercicio para determinar si nuestra pareja nos está ofreciendo aquello que buscamos en una relación. Es una forma fácil de hacer diagnóstico de nuestros vínculos, elaborando juicios fundamentados ante las posibles dudas que pueden surgir con el tiempo.