Longevidad, hábitos invisibles y la revolución de los 60: cómo la nueva vejez desafía creencias y transforma la vida social, según Pere Estupinyà

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Pere Estupinyà sostiene que la longevidad requiere preparación física, psicológica, financiera y social para vivir mejor

En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, el bioquímico y divulgador científico Pere Estupinyà reflexionó sobre la nueva manera de hacerse mayor y cómo el envejecimiento ya no significa lo mismo que antes. Abordó la longevidad desde una mirada integral: no solo desde la salud, sino también desde la preparación psicológica, financiera y social, y destacó la importancia de cultivar hábitos, vínculos y una actitud positiva que permitan aprovechar mejor tanto el presente como el futuro.

Además, analizó cómo los sesgos cognitivos y las emociones influyen en nuestras decisiones diarias, desde la alimentación hasta la gestión del tiempo. Habló de los “snacks de ejercicio” y de la necesidad de generar rutinas que faciliten elecciones saludables. También advirtió sobre lo engañoso del sesgo de confirmación en una época marcada por la sobreinformación y las pseudociencias. El episodio completo podés escucharlo en Spotify y YouTube.

Pere es un bioquímico y divulgador científico español conocido por transformar temas complejos de la ciencia en contenidos accesibles para el gran público a través de libros, conferencias, radio y televisión. Tiene formación en Química y Bioquímica y un máster en Nutrición y Metabolismo; fue becario Knight en el MIT y ha trabajado en instituciones como los NIH (Estados Unidos), experiencias que combinó con su interés por la comunicación científica.

Es autor de varios libros de divulgación y desde hace años dirige y presenta en TVE el programa de reportajes y entrevistas científicas El cazador de cerebros, además de participar habitualmente en espacios radiofónicos; su labor le ha valido reconocimientos como el premio CSIC-Fundación BBVA de Comunicación Científica.

El divulgador destaca que laEl divulgador destaca que la calidad de vida a los 60, 70 y 80 años ha mejorado y recomienda hábitos y vínculos para un envejecimiento activo (Imágen Ilustrativa Infobae)

— Vengo escuchando tus conferencias y quiero empezar preguntándote en qué temas estás trabajando. ¿Qué te interesa?

— En la nueva manera de hacerse mayor. Estoy escribiendo un nuevo libro sobre longevidad, pero no desde la perspectiva de salud, que también, sino todo esto que vemos nosotros, ¿no? Todos. Que la gente de 60 años de ahora no tiene nada que ver con los de 60 años de antes y tal, de que envejecemos mejor. Quizás no es que vivamos muchísimos más años, pero sí la calidad de vida que tenemos a los 60, a los 70, incluso a los 80, es mucho mejor. Y mucha más gente llega a estas edades estando bien en comparación con antes. Estoy escribiendo un libro sobre el impacto psicológico y cultural que tiene eso. No solo en consejos para llegar con la mejor salud posible, sino también llegar mejor preparado psicológica, financiera, y socialmente y con una actitud proclive al envejecimiento activo porque es algo que te hace reconfigurar tu plan de vida.

Yo acabo de cumplir 50 años y, de repente, noto que pensaba que a los 50 años sería diferente, porque tienes unas referencias de cómo eran tus padres, ya no tus abuelos. Y en mi caso, mi padre, cuando tenía 50 años, pues era un señor maduro casi viejo. Y ahora, tú a alguien de 70 años le dices que es viejo y te pega (risas). Yo creo que hay una nueva manera de hacerse mayor, que es lo que ocupa mi cabeza y mi mano, actualmente. Yo el libro lo enfoco más a nivel individual, de qué puedes hacer tú, tanto desde el desarrollo personal como desde los hábitos saludables, como bienestar financiero y, sobre todo, vida social, que es, más importante de lo que a veces pensamos, para llegar a esta edad pudiéndola aprovechar mucho más. Pero también aprovechando mejor el presente. Es decir, cuando estamos haciendo ejercicio físico de manera regular, no es solo porque dentro de unos años nos beneficiaremos de eso. Es también porque en ese momento, estamos mejor, nuestro cuerpo y nuestra mente funcionan mejor y nos hacen estar incluso más felices.

Estupinyà cree que los hábitosEstupinyà cree que los hábitos saludables logran resultados sostenibles cuando se vuelven parte natural de la rutina y no dependen solo de la motivación (Imágen Ilustrativa Infobae)

— ¿Creés que hay formas de “facilitarnos” las decisiones saludables sin depender solo de la motivación?

— Yo soy muy defensor de las decisiones inconscientes. La economía conductual, dice que nosotros no tomamos decisiones de manera tan racional como pensamos, sino que impulsados por emociones, sesgos cognitivos, y que esto se puede aprender a manipular. Si tú creas unas rutinas o simplemente pones unas pesas más cerca de un lugar donde a veces te paras sin saber qué hacer, harás más gimnasia que si están en otro rincón. Porque no es la decisión decir: “Voy a hacer gimnasia, voy a levantar pesas” y vas a buscarlas y las levantas. A veces ocurre. Pero muchas veces te las encuentras allí y dices: “Ah, pues mira, ya que estoy aquí, pues hago lo que llaman snacks de ejercicio”. Que serían como los snacks de comida, que son pequeñas dosis de comida. Pues los snacks de ejercicio serían momentos donde tú haces dos o tres minutos de algo intenso y ya te sirve. Entonces, si lo haces una vez al día, no. Pero si durante el día haces cuatro o cinco sesiones de snacks de ejercicio, al final acumulas un movimiento muscular que te da beneficios. Entonces, este concepto son como empujoncitos inconscientes para forzarte a tomar unas decisiones que sean saludables, beneficiosas psicológicamente, es muy positivo.

Estupinyà analiza cómo los sesgosEstupinyà analiza cómo los sesgos cognitivos y emociones influyen en decisiones diarias como la alimentación y la gestión del tiempo (Imagen Ilustrativa Infobae)

— ¿Tenés algún otro hack? Con la comida, por ejemplo.

— Hay uno muy clásico que es el tamaño del plato. Se hizo un estudio en bufets de hoteles viendo que la gente puede coger la comida que quiera, ¿vale? Pero si tú pones platos pequeños, terminan comiendo menos. ¿Por qué? Porque en el momento de poner la comida parece que hay más. Y esto es inconsciente. No es que tú decidas comer más o menos. No es que tú te sientes lleno antes o después. Simplemente que la percepción afecta a la toma de decisiones. Tú vas con un plato pequeño y te pones X croissants o X sandwichitos y ya parece que hay muchos. Si vas en un plato grande, te terminas poniendo más.

— Quiero que hablemos un poco sobre la toma de decisiones. ¿Cuál es el error que más solemos cometer?

-Es verdad que tomamos decisiones de manera más emocional que racional porque tenemos estos sesgos cognitivos. Si tú estás una noche cansada en casa y alguien te dice: “¿Quieres ir al cine a ver esta película?” Tú dices: “Esta película no me interesa tanto”. Pero la misma película, si estás con ganas de salir y te dicen: “¿Quieres venir a esta película?” Dices: “Qué interesante”. Es la misma película. No es que tú estés valorando si te interesa más o te interesa menos, sino tu estado emocional y físico está condicionando a cómo percibes la situación global en ese momento. Y luego lo justificamos. Es decir, tomamos decisiones emocionales y las justificamos racionalmente. Creemos que no vamos a ver la película porque el tema no nos interesa. Y no, es porque en ese momento tú no estás en el mood de ir a ver esa película. Otro ejemplo es ir a comprar comida con la panza llena o estando en ayunas. Si tú vas a comprar comida con hambre, terminarás comprando más y posiblemente de peor calidad que si vas saciado. Elegirás comidas menos saciantes, más sanas y tendrás una mejor decisión.

Estunpiyá dice que la percepción visual modifica las decisiones alimentarias, por ejemplo, el uso de platos pequeños reduce las porciones consumidas de forma inconsciente en cada comida.

— Por qué repetimos tanto los mismos errores, las mismas conductas que sabemos que después no son las mejores.

— Porque es más fácil. Porque la frase “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, tiene algo de realidad. Entonces, yo creo que en todas estas rutinas que nos hacen tener una vida muy cómoda, donde nos interesan un tipo de música, leemos las noticias en los mismos periódicos, salimos con la misma gente, comemos las mismas cosas... El no tener esa curiosidad por interesarse, por leer otro tipo de prensa, a ver qué pasa. Tomar una copa con esa persona que acabas de conocer y te cae bien, a ver qué afinidad hay. Incluso en mi caso, interesarse por la ciencia, que hay mucha gente que me dice: “Es que a mí no me interesa la ciencia”. Y dices: “¿Cómo? Pues si no la conoces y es una pasada”. Y entonces, cuando haces el esfuerzo de conocer algo del mundo científico, dices: “Guau, esto es más interesante de lo que pensaba”. Yo tengo una expresión que se llama rascar donde no pica que hace referencia a todo esto. Tú te rascas donde te pica. Si te pica la mano, pues te rascas, ¿vale? Pero no te rascas en el codo, si no te pica. Pero si de repente te rascas en el codo, empieza a picar. Pues esta promiscuidad intelectual, esta curiosidad por conocer cosas nuevas es un poco un rascar donde no pica. Rasca en el mundo de la ciencia, rasca en el mundo de la historia, rasca en el mundo de las amistades y verás cómo te empieza a picar y tendrás más ganas de rascar.

— Tiene mucho que ver con esto que hablamos de adquirir hábitos. Uno a veces espera estar motivado para tomar acción y en realidad es al contrario.

La gestión de hábitos es importantísima, porque al final nosotros tenemos rutinas y que una de ellas sea comer sano, al principio puede ser un esfuerzo, pero cuando se convierte en costumbre, es parte de nuestro comportamiento. O hacer ejercicio o tener una rutina de salir varias veces con ciertos amigos. Entonces, ¿cómo se consigue cambiar de rutinas? Tú te tienes que poner una meta, primero. Tú tienes que saber dónde quieres llegar. Quiero pasar menos horas en Instagram, pero para lograrlo tienes que ponerte pequeñas metas realistas y medir lo que estás haciendo. Y haces como microhábitos. Y entonces vas midiendo, porque en el teléfono tú puedes ver cuántas horas pasas en Instagram. Y vas cumpliendo unas metas mucho más fáciles de cumplir y esto, al final, se convierte en una rutina diferente. Pero lo que los psicólogos que analizan nuestro comportamiento saben es que es mejor hacerlo poco a poco para convertirlo en rutina. Pasa con las dietas. Si tú de repente haces una dieta estricta de un día para otro, al cabo de dos semanas la dejas y vuelves a comer mal. Porque no has cambiado la rutina, estás haciendo un esfuerzo. El hábito no tiene que ser un esfuerzo. Tienes que ser casi sin notarlo que haces este cambio, porque sí, con esfuerzo tú puedes dejar de cenar, pero el esfuerzo es muy difícil de sostener. El hábito se consigue poco a poco.

El bioquímico invita a explorarEl bioquímico invita a explorar fuera de la zona de confort, cultivando la curiosidad intelectual y social para favorecer el crecimiento personal (Imagen ilustrativa Infobae)

— Quiero que expandamos un poco más en sesgos cognitivos. Hay uno que creo que es el más conocido, que es el de la confirmación, que es: escucho o busco cosas que confirmen lo que yo ya creo. ¿Qué otros hay?

— Hay muchos. Hay de percepción, de memoria y de razonamiento, primero. De percepción son las ilusiones ópticas. Serían una especie de sesgo o la manera como percibes. Si yo te digo, por ejemplo: “¿Tú sabes a qué edad falleció Gandhi?” y dices: “No, exactamente no”. Y te digo: “Dime un número, pero antes te hago una pregunta: ¿Fue antes o después de sus 97 años?” Y dirás: “No, fue antes”. Y si en lugar de eso te pregunto: “¿Fue antes o después de sus 52 años? Dirás: “No, fue después”. “Ahora dime el número que tú crees que falleció”. Si primero te he sesgado diciéndote 97 hacia un valor alto, tú quizás dices: “Pues ochenta y cinco”. Y si te he sesgado a un valor más pequeño diciéndote 52, quizás dices 71, ¿vale? Porque es el frame effect. He condicionado tu pensamiento y eso los publicistas lo saben, economistas que diseñan cómo poner los productos en el supermercado, también lo saben. Es decir, cómo te condicionan a una decisión. Y en temas de razonamiento, yo creo que es clave en la sociedad que vivimos, porque estamos recibiendo cada vez más información. Lo que dices tú del sesgo de confirmación, yo creo que sí, que es fundamental. De percepción hay muchísimos.

Si yo te digo: “Rellena esta letra: ja, espacio, on”, y te estoy diciendo cosas de comida, dirás jamón. Y si te estoy poniendo imágenes de fondo de la casa, dirás jabón, ¿sabes? Hay muchos sesgos y en la memoria también. Elisabeth Loftus es la psicóloga a la que le dieron muchos premios por entender todo el tema de las memorias inventadas. Ella era capaz de inducir memorias falsas en un porcentaje bastante elevado de personas. ¿Qué quiere decir eso? En un experimento que hizo: entrevistó a personas que de pequeños se habían perdido, pero en realidad no se habían perdido. Ella les empezaban a decir: “Mira, yo vengo a hablar contigo porque estoy haciendo estas entrevistas a personas que se han perdido de pequeños”. Y dicen: “No, yo no me perdí”. “¿No te acuerdas que…?” Y decían: “No, yo no me perdí”. Pero tenía información sobre esas personas, entonces les decía: “Pero tú ibas a este supermercado, ¿no? Con tu abuela. ¿Y no subías unas escaleras mecánicas que había allí? No te acuerdas un día...?” Bueno, un 25 por ciento de esas personas terminaban diciendo: “Guau, lo había olvidado, pero es verdad. Ahora recuerdo que me había perdido”. Y era una memoria falsa. Entonces, las memorias son reconstrucciones. Si yo te digo a ti que te recuerdes esta mañana cuando te has duchado, la mayoría estarán creando una imagen donde se ven a ellos mismos duchándose. Yo me veo a mí mismo. No estoy viendo los primeros planos del jabón o la ducha. Y eso no lo he visto porque nadie se ve a sí mismo. Y con el sexo pasa lo mismo. Recuerda la última vez que tuviste una relación sexual. Pues no ves los primeros planos. Te ves a ti mismo teniendo esa relación sexual y eso no lo has visto, esto lo has reconstruido. Es una memoria falsa, con datos ciertos, pero, reconstruida.

El experto resalta que pequeñas acciones y rutinas adaptadas facilitan las elecciones saludables y refuerzan el bienestar general

— ¿Y con los sesgos de confirmación?

Estamos en un momento muy delicado. Yo soy gran defensor del conocimiento científico. Pero vía redes sociales, sobre todo, hay también mucha gente y pseudoexpertos que dan todo tipo de información y es muy difícil filtrar cuál es más fiable. Es posible que alguien diga una animalada y cuando esté editándolo diga: “Ostras, yo creo que esto es falso, pero es que si lo pongo es super viral”. Y estamos en un momento donde eso es lo que se prioriza. Es el editor que está cortando esa entrevista y ve que alguien por afán de notoriedad dice que beber agua de mar es lo más sano del mundo y que tiene propiedades. Es una barbaridad, pero eso se hace viral. Y si quien te lo dice tiene un aura de médico o experto en algo, pues de repente la persona que lo está viendo no lo sabe porque no tiene conocimiento científico suficiente para juzgar si eso es verdad o eso es mentira.

Si a ti te gusta creer en estas cosas, pues quizás el sesgo de confirmación hace que te lo creas. Si de repente alguien te habla de que hay una supraconciencia y de que después de morirnos, no nos morimos del todo, sino que nuestra alma o nuestra conciencia pasa a otro plano y desde ahí podemos vernos nosotros mismos y conectarnos con... ¡Claro que nos gustaría que fuera así! Y este sesgo de confirmación hace que nos suenen mejor las explicaciones de esa persona, que no tiene ningún sentido científico, por mucho que le meta la palabra “cuántica” por ahí, respecto de un científico que te dirá las cosas quizás de una manera más racional, más aséptica. Y dices: “Pero es que no es lo que quiero escuchar”. Y entonces pensarás que no tiene razón, que te gusta más el otro. El sesgo de confirmación es muy tramposo.

Decisiones como la cantidad deDecisiones como la cantidad de ejercicio o alimentación pueden optimizarse al modificar el entorno y ajustar pequeñas variables diarias ( Imagen Ilustrativa Infobae)

— Cuando hablabas de la memoria, hace poco vino Mariano Sigman y explicaba que uno también tiene un sesgo en la forma de recordar. Es decir, vos podés vivir una experiencia con muchos estímulos y sensaciones distintas, pero en algún momento necesitás categorizarla como algo “bueno” o “malo”. Y cuando la repetís, lo que te queda no es la experiencia en sí, sino el recuerdo de esa categorización, que no necesariamente coincide con lo que viviste realmente.

— Un ejemplo clarísimo son los restaurantes. ¿Cuántas veces alguien te pide recomendación para un restaurante y dices: “Fui a este que era buenísimo”. Y dicen: “¿Qué comiste?” Y responden: “No me acuerdo”. No sabes lo que comiste, no te acuerdas. Lo que guardas es la emoción. Lo que guardas es la sensación de agradable. El cerebro asoció una emoción positiva a ese restaurante. El recuerdo de si comiste carne o pescado, a veces sí que lo recordarás, pero en muchas otras no. O si tuviste una experiencia negativa, sea por la comida o sea por el trato con el camarero, porque te tocó esperar mucho o por lo que sea, tendrás un recuerdo negativo y no lo recomendarás y quizás lo olvidarás más fácilmente. Entonces, es verdad que lo que decía Mariano, claro, que para el cerebro es mucho más fácil guardar estas emociones y ya está.

Y hay otro sesgo muy divertido, relacionado con la memoria también, que es en las experiencias, cómo tanto las iniciales como las finales de un viaje, por ejemplo, afectan más al recuerdo de esas experiencias. Esto inicialmente lo hizo Daniel Kahneman con un estudio con colonoscopias, que es un proceso engorroso, doloroso, y vio que si la parte final, si tú lo hacías más largo, si añadías más tiempo a una colonoscopia, pero la última fase, ese tiempo que añadías, era menos molesto, el recuerdo de la gente era de que había sido menos molesto, a pesar de que había sido lo mismo, más una fase extra, pero una fase extra menos mala. Entonces, si tú te vas de viaje, por ejemplo, a Nueva York o donde sea y tienes seis días y dices: “Lo que más ilusión me hace es subir a la Estatua de la Libertad”, por decir algo. No lo hagas el tercer día, hazlo el último. Dices: “No, la gente no, porque ¿y si llueve?, ¿y si pasa algo?, ¿y si no...?” Pero primero te mantendrá con esa ilusión durante todo el viaje de que todavía queda algo muy atractivo por hacer. Y luego, que el subidón que tendrás el último día hará que regreses con una sensación de que el viaje ha sido brutal. En cambio, si lo haces el segundo día y la sensación es la misma, es maravillosa, pero el último día ya es más aburrido porque has hecho todo lo que querías y ya te empieza a cansar esto de Nueva York y el ruido y tal, pues igual regresas diciendo: “Ha estado muy bien”. Pero no tan bien como si hubieras repartido diferente en las actividades.

El entrevistado subraya la importanciaEl entrevistado subraya la importancia de la vida social y el desarrollo personal para disfrutar tanto del presente como del futuro con mayor plenitud (Imagen Ilustrativa Infobae)

— Pienso también en una frase que me dijo Enrique Rojas: la felicidad está en la antesala de la felicidad. O sea, disfrutamos mucho más la anticipación que después los hechos que terminan ocurriendo.

— Sí. Eduard Punset, que fue mi jefe durante mucho tiempo, tituló un libro El viaje a la felicidad, diciendo que la felicidad está en el camino hacia la felicidad, en el viaje hacia la felicidad. Es verdad. Y por eso lo del propósito vital es interesante, porque tener objetivos muy marcados te permite llegar más fácilmente a ellos. Pero, ¿qué pasa una vez ya los has cumplido? Ya tienes que buscar otros, porque ya la motivación se pierde. En cambio, si tú tienes propósitos menos definidos, que simplemente te vas acercando hacia ellos, la motivación se mantiene. Y en la felicidad pasa un poco lo mismo. Si tú dices: “Yo para ser feliz quiero conseguir esto”. Bueno, está bien, pero es que una vez lo consigas, ¿qué vas a hacer? Yo escribí este libro de la ciencia del sexo. Es un poco parecido. O sea, yo siempre decía que lo más importante de la sexualidad es el deseo, no el placer. El deseo, el sentir esa atracción, ese estado corporal que es muy dopaminérgico, que es lo que te impulsa a querer hacer algo, es lo que te da una sensación de bienestar mayor. El placer también y el orgasmo, obviamente, pero desaparece enseguida una vez lo has experimentado. Entonces, el gozo de ese momento cerebral tan intenso está en los momentos previos de conseguir el hito.

El autoconocimiento y la curiosidadEl autoconocimiento y la curiosidad enriquecen la vida sexual, alentar nuevas experiencias favorece el bienestar individual y de pareja (Imagen Ilustrativa Infobae)

— ¿Qué sentís que fue lo más interesante, lo que más te sorprendió, que aprendiste escribiendo la ciencia del sexo?

— Normalmente hablo de la parte intelectual y ahora ya hace tiempo que lo he publicado, te diré que a nivel personal me cambió a mí también la mirada hacia la sexualidad. Yo creo que tenía una mirada muy convencional. Al final eres un tío hetero, convencional, que tiene sus relaciones, algunas más largas, otras más cortas, porque tienes un tipo de sexualidad más básica que ya crees que sabes todo y que no sientes tampoco una especial curiosidad por cosas que crees que no te gustan, que es lo que decíamos antes. Es verdad que la sexualidad tiene unas connotaciones, pero ya estamos en el siglo XXI. No estamos hablando del sexo como algo pecaminoso, como algo que en la frontera de la ética. Estamos hablando de algo positivo, beneficioso, algo que conecta a las personas, algo que es bonito, algo que te hace sentir bien. Entonces, ¿por qué no probar también algunas prácticas que si no te gustan, pues no las repites? Pero el sexo tántrico, dices: “Uy, eso es esotérico, no sé”. Pero interésate, prueba. Si te dicen que respires de esta manera, que acaricies de esta otra, que toques... Pruébalo a ver qué se siente, ¿no? Entonces, antes de empezar a escribir este libro, pues yo quizás tenía esta visión más convencional de pues yo estoy bien así. 'No siento más curiosidad porque no necesito más’. Y primero empecé en la parte más científica, intelectual, pero obviamente vas conociendo todo tipo de subculturas.

Yo estaba soltero en ese momento, viviendo en Nueva York, imagínate, nadie te conoce, haces lo que puedes y más. Y muchas de esas cosas se incorporaron a mi manera de ver y practicar la sexualidad. Yo creo que esta mirada más positiva de la sexualidad, con menos connotaciones negativas y no solo la sexualidad entendida como algo muy físico o coital sino de relaciones entre personas, de poner el deseo por delante, del placer, de sentir que estás conectando íntimamente con alguien y que eso va a tener una trascendencia. Y luego, a nivel más académico, te diría también lo rico que es intelectualmente en hacer el comportamiento sexual humano desde esta perspectiva biopsicosocial. Biopsicosocial quiere decir que en que tú llegues de una manera o no llegues al orgasmo o que te guste cierta práctica como sexo o te guste algo, hay un componente biológico, ¿vale?, de las hormonas, del sistema nervioso...

Hay un componente psicológico de lo que hayas aprendido, de las experiencias previas y hay un componente cultural de cómo tu entorno valora ciertas prácticas o te conduce a hacer unas cosas u otras. Entonces, temas como la atracción o lo que te decía de disfunciones sexuales, o sea, los y las ginecólogas, los psicólogos, los urólogos, cuando alguien le llega con algún problema, a veces es difícil distinguir si la causa es biológica o es psicológica. Puede ser algo hormonal, psicológico, puede ser algo de presión del trabajo, de cosas familiares, de rutina con la pareja... Entonces, resumiendo, yo cuando empecé a interesarme desde esta perspectiva más académica por el comportamiento sexual humano, yo pensaba que escribiría un libro cortito (risas) y es fascinante porque además tiene algo muy bonito que es muy oculto. La gente habla de los restaurantes, de las comidas, de las extraescolares que hacen sus hijos, de los viajes que han hecho, pero no suelen hablar tanto de las experiencias sexuales que han tenido, quizás entre chicas o entre chicos un poco, pero no tanto. Está más oculto y se habla muy en petit comité. Entonces, el que esté tan oculto, le da un extra de interés casi antropológico, cultural y científico de investigarlo.

Pere Estupinyà destaca que la ciencia ayuda a desmitificar miedos y amplía la comprensión sobre la diversidad sexual humana

— Porque es un tema que no se discute, te hace sentir mucho más solo en eso. Como que el problema tal vez es solo tuyo y en realidad es algo que le pasa a la mayoría de la gente.

— Total. Pues, como no sabes qué es lo habitual, la gente se preocupa de si es normal o no lo que me pasa a mí, cuando la normalidad es mucho más amplia, ¿no? En muchas otras cosas no nos preocupamos de ser un poco diferentes. En sexualidad es como que preferimos ser más estándares. ¿Cuántos coitos es deseable que tenga una pareja a la semana? Esta pregunta, primero, no tiene mucho sentido. Porque todos somos diferentes. Pero alguien puede decir: “Yo no sé si tenemos poco o demasiado sexo”. Nadie dice que tiene demasiado sexo.

“Pero yo no sé si deberíamos tener más”. Primero, que debes tener el que tú quieras, ¿vale? Pero como no tienes esa referencia clara de qué es lo normal y tú quieres estar en lo normal, cuando no es necesario que estés normal, tienes que estar en lo normal en los niveles de colesterol. O tienes que estar en normal en los triglicéridos o en la tensión sanguínea. Si tienes más o menos coitos con tu pareja, haz lo que a los dos os dé la gana.

Pero, aun así, la gente se siente más cómodo si de repente hay una estadística que dice: “A partir de un coito a la semana no aumenta el nivel”. Y esta existe, ¿eh? No aumenta el nivel de satisfacción sexual de las parejas. Con que una pareja que lleva bastante tiempo junta tenga un coito a la semana, marcan de media un grado de satisfacción. Les preguntas un grado de satisfacción sexual. Las que tienen dos o las que tienen tres no marcan un grado mucho mayor. Entonces, alguien se puede sentir tranquilo diciendo: “Ah, vale, yo ya estoy en la media o en el grado de satisfacción”. Cuando no tendría por qué necesitar compararse.

Miradas positivas y abiertas sobreMiradas positivas y abiertas sobre la sexualidad permiten integrar prácticas, deseos y conversaciones sin tabúes ni juicios previos (Imagen Ilustrativa Infobae)

— Te voy a hacer la última pregunta que le hago todos los invitados que pasan por el podcast y es que nos dejes algo para compartir. Puede ser algo que en el último tiempo te conmovió, te gustó o te hizo pensar. Puede ser una recomendación de algo que viste, que escuchaste o leíste, una frase o una anécdota, lo que tú quieras.

Rascar donde no pica. Ya lo hemos comentado, pero yo creo que es uno de los mensajes que he lanzado que más me gustan. Interesaros intelectualmente, pero también social y emocionalmente, por cosas fuera de vuestras rutinas. Todos tenemos un tipo de vida, de amistades, de relaciones sociales, de hábitos... Pero date oportunidad a leer otras cosas, ver otro tipo de cine, escuchar otro tipo de música, hablar con otro tipo de personas, abrir un poco la mente porque descubriréis cosas que quizás no os gusten y no las incorporaréis a vuestras vidas, pero quizás algunas os sorprendan y os den mayor bienestar en el futuro.

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