Hoy, 30 años después, el que sufre la partida de un compañero de batallas democráticas soy yo: Miguel Uribe, un colombiano de mi generación, hijo, hermano, padre y esposo ejemplar. Una persona alegre, familiar y muy trabajadora.
Un político con P mayúscula, que siempre pensaba en cómo servirle al país desde cualquier posición, pero que tenía claro que quería ser Presidente y, desde ahí, trabajar por un país seguro, con justicia social y oportunidades. Un país en paz, donde no se repitiera su historia, en donde el narcoterrorismo no les arrebatara los padres a los niños.
Sin embargo, y para dolor de un país, la historia se repitió. El 7 de junio, en medio de una actividad de su campaña presidencial, los enemigos de Colombia le dispararon con el fin de silenciar una voz fuerte y firme en contra de la criminalidad. Después de luchar por más de dos meses por su vida, en la madrugada del lunes, Miguel se nos fue.
El mismo narcoterrorismo que asesinó a su madre y que combatió y denunció durante su vida fue el que terminó arrebatándonoslo. Ese narcoterrorismo, que fue premiado con impunidad por unos acuerdos rechazados por los colombianos. Ese narcoterrorismo, que alimenta una dictadura en Venezuela y que hoy pretenden que nuestros militares defiendan. Ese narcoterrorismo, que ha dejado millones de víctimas en nuestro país y que hoy quieren hacer ver como adalides de la verdad y la moral, subiéndolos a las tarimas o convirtiéndolos en gestores de paz.
Colombia segura y en paz
Ante esto, hago un llamado: Nuestro país tiene que despertar, y el asesinato de Miguel no puede ser en vano; debe lograr lo que tanto él quiso: ver una Colombia segura y en paz.
Los colombianos no podemos permitir que nuestra historia la reescriban nuestros enemigos, ni aceptar que desde el poder busquen dividirnos con discursos de odio y estigmatización.
Recuerdo lo que me dijo un amigo: “Cuando el poder suelta la palabra, la violencia aprieta el gatillo”.
Hoy, más que nunca, debemos unirnos en el propósito de país, donde la amenaza del crimen no siga primando. Donde mis hijas no tengan que repetir la historia y, en su generación, no haya mártires, sino héroes en vida. Es nuestro deber ciudadano; hoy, más que nunca, es nuestro momento de actuar y defender nuestro país.
No es el momento de desfallecer, es el momento de sacar la gallardía, el coraje y la resiliencia que nos caracteriza a los colombianos.
Hagámoslo por Miguel Uribe Turbay, el mártir de mi generación; hagámoslo por su familia y por todas las familias que los violentos han destruido.
P. D.: Desde estas líneas, quiero enviar un mensaje de solidaridad a su esposa, María Claudia; a sus hijos; a Miguel Uribe, papá; a su hermana, María Carolina; y a todos los suyos. Colombia está con ustedes y siempre enaltecerá la labor y entrega de Miguel.
Camilo Rubiano Becerra
Abogado, exconsejero de Relaciones Exteriores en el Consulado de Colombia en Miami, Estados Unidos.
FUENTE: RCN Noticias