“¡Muy caliente, muy caliente!”: la niña que gritaba y corría desnuda, y la imagen de un bombardeo en Vietnam que conmovió al mundo

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Kim Phuc Phan Thi correKim Phuc Phan Thi corre sin ropas mientras su cuerpo se quema. Detrás de la lente estaba el fotoperiodista Nick Ut, quien ganó el Premio Pulitzer en 1973 por esa imagen (AP)

Trảng Bàng, Vietnam. El 8 de junio de 1972, una fotografía en blanco y negro mostró al mundo la crueldad de los bombardeos y el sufrimiento de la población civil, de niñas y niños, sobre todo, durante la guerra. Ese mediodía, el sol iluminaba los arrozales y el calor en el sur vietnamita era casi abrasador, pero nadie imaginaba que, en cuestión de minutos, el mismísimo infierno caería como lluvia desde el cielo.

La aldea en la que vivía Kim Phúc Phan Thi, una niña de apenas 9 años, fue alcanzada por un bombardeo aéreo y el impacto del napalm, una sustancia que arde a temperaturas extremas y se adhiere como un gel a la piel, cayó sobre ella. Comenzó a quemar sus ropas y, en un desesperado acto heroico para salvarse, se las quitó mientras corría... Corrió desnuda por una ruta de asfalto caliente, con los brazos abiertos, la boca desencajada en un grito mudo que traspasaría las fronteras del tiempo.

Su cuerpo había sido devorado por ese fuego químico y su piel colgaba como si fuera harapos. Detrás y a sus costados, otros niños también huían. Unos lloraban. Otros parecían no comprender qué estaba pasando. Todos eran víctimas de una misma explosión.

Ese instante fue capturado por el fotógrafo vietnamita Nick Ut, de la agencia Associated Press. Cumpliendo con su trabajo, retrató a la pequeña que gritaba: “¡Muy caliente! ¡Muy caliente!“, pero no se quedó solamente con la satisfacción de la imagen capturada. “Sentí que tenía que hacer algo. No podía dejarla allí. Pensé que iba a morir”, declaró años más tarde.

Gracias a Ut, Kim Phúc sobrevivió. Con el tiempo, iniciaron un vinculo estrecho, compartieron eventos públicos, conferencias y actividades humanitarias. Juntos visitaron al Papa Francisco. Al cumplirse 50 años de aquel día, Infobae habló con Phan Thị Kim Phúc. “Gracias a Dios mis pies no se quemaron y pude salir de ahí corriendo y escapar del fuego”, contó.

Al lado de Nick Ut,Al lado de Nick Ut, Kim Phuc sostiene el negativo original de la foto que la inmortalizó, en el archivo fotográfico de Associated Press, al cumplirse el 50° aniversario de la imagen (AP/Chuck Zoeller)

El 8 de junio de 1972, las fuerzas del Ejército de Vietnam del Sur intentaban recuperar el control del pequeño pueblo de Trảng Bàng, que había sido ocupado por soldados del Viet Cong, un grupo paramilitar comunista. Como parte de esa ofensiva, aviones de la aviación survietnamita sobrevolaron la zona y, al suponer que los comunistas se escondían entre las casas de la aldea y entre la vegetación, lanzaron cuatro bombas de napalm, una sustancia incendiaria gelatinosa, fabricada con nafta y un agente espesante que, al encenderse, se pega en la piel y arde como si fuera lava volcánica.

Esas bombas cayeron cerca de un templo donde estaban refugiados decenas de civiles, entre ellos Kim Phúc y su familia.

“La guerra vino de golpe, fue la primera vez que llegaba a nuestra aldea. No sabíamos a dónde ir, entonces mi madre decidió que nos escondiéramos en un templo porque pensamos que al ser un lugar sagrado era un lugar seguro… El tercer día (de estar escondidos) fue el 8 de junio de 1972. Como éramos chicos, nos dejaban jugar en el patio interior, cerca del refugio antibombas. De pronto los soldados nos empezaron a gritar a los niños diciéndonos que corriéramos, teníamos que irnos de ahí“, recordó Kim Phúc en una entrevista que brindó a Infobae en 2022.

Soldados y fotógrafos observan elSoldados y fotógrafos observan el impacto de bombas de napalm lanzadas por la aviación survietnamita durante una ofensiva contra posiciones del Viet Cong

Dijo también que vio a un avión que se dirigía hacía donde ella estaba y, sorprendida por la rapidez y el ruido, se quedó como petrificada.

“Luego miré para arriba y vi al avión, y después vi cuatro bombas cayendo… Entonces escuché el ruido: ‘Bu bu boom, bu bu boom’. De repente el fuego estaba en todos lados, me rodeaba. Mi ropa se quemó por completo con el fuego, y también mi brazo izquierdo. De inmediato usé mi mano derecha para apagarlo. Pensé: ‘Dios mío, me quemé toda y seré fea, y la gente me va a ver de una manera diferente a partir de ahora’. Estaba muy aterrorizada y no podía pensar en nada. Gracias a Dios mis pies no se quemaron y pude salir de ahí corriendo y escapar del fuego”, relató.

Durante la explosión ensordecedora, el cielo se volvió naranja. El fuego lo cubrió todo. El aire se llenó de humo, hubo muchos gritos y el olor penetrante de la carne humana quemada se convirtió en una de los recuerdos más traumáticos para los sobrevivientes. Kim sintió las llamas envolviendo su cuerpo. Su ropa se desintegró al instante.

"Corrí porque no sabía qué"Corrí porque no sabía qué más hacer. Solo quería escapar del fuego", contó Kim décadas mas tarde. Esta es otra de las fotos de Nick Ut

No les pasó los mismo a unos soldados. Muchos murieron porque sus uniformes no se desintegraron y fueron devorados por el fuego. Dos primos de Kim Phúc, de 9 meses y de 3 años, también murieron; su tía se quemó gran parte de la cadera. “Mi madre, mis hermanos y yo pudimos sobrevivir”, contó.

La carrera por salvar su vida fue larga. En un momento de completo agotamiento, el dolor y el shock fueron insoportables. Aunque intentó seguir corriendo, ya no tenía fuerzas: cayó al suelo inconsciente, con el cuerpo quemado por el napalm. Fue entonces cuando su tío la encontró entre los escombros y logró reanimarla. Al recuperar la conciencia, se levantó y comenzó a correr por la ruta, en carne viva, llorando de dolor.

Fue en ese instante, que Nick Ut la vio. Capturó un momento de desesperación que quedó convertido en símbolo universal del horror de la guerra. “Sentí que me moría. Me desmayé. Pero mi tío me ayudó a levantarme. Corrí porque no sabía qué más hacer. Solo quería escapar del fuego”, describió Kim en varias oportunidades.

Kim junto a su hermanoKim junto a su hermano y el resto de los chicos. Ut la vio venir y tomó la foto que lo haría mundialmente reconocido (Bettmann Archive)

“Yo intuía que algo terrible podía pasar después del bombardeo, así que estaba atento con mi cámara. Miré a través del humo negro y vi a una niña, desnuda, que corría directamente hacia nosotros”, relató años después Nick Ut. No lo dudó: alzó su cámara y apretó el obturador. Capturó una imagen que daría la vuelta al mundo: una niña con el cuerpo en carne viva, corriendo por la ruta como si buscara ayuda, justicia, consuelo. Como si gritara en silencio: “¡Mírenme! ¡Esto es la guerra!”.

Ut sabía que había capturado una imagen poderosa, pero no anticipó su impacto histórico. Al regresar a la redacción de Associated Press en Saigón, presentó la fotografía a sus editores. Según relataron varios periodistas y testigos de ese momento, dudaron en publicarla porque mostraba a una niña desnuda. Pero liego de largas conversaciones, el editor Horst Faas aprobó el uso de la imagen y fue enviada a las agencias internacionales.

Pasaron horas para que esa foto fuera replicada en diarios de todo el mundo. No demoró en convertirse en un símbolo global contra los horrores de la Guerra de Vietnam. Al año siguiente, en 1973, Ut recibió el máximo galardón a la labor periodística y el premio World Press Photo. Doce meses después, afirmó: “Esa foto ayudó a poner fin a la guerra”.

Aunque recibió múltiples reconocimientos, ese efecto político y humano de su trabajo fue, según él, el premio más importante.

Las llamas y el napalmLas llamas y el napalm quemaron primero el brazo izquierdo de Kim y su sencilla ropa de algodón se derritió sobre su piel (Bettmann Archive)

Apenas hizo la imagen, dejó la cámara y fue a ayudar a la niña: la envolvió con una manta mojada y la subió a su auto para llevarla al hospital. Al llegar, los médicos dudaron en atenderla, pero Ut les mostró su credencial de prensa y les advirtió: “Si esta niña muere, todos ustedes estarán en las noticias mañana”.

Kim tenía quemaduras en más del 60% del cuerpo. Los médicos pensaron que no sobreviviría. Pero lo hizo. Pasó más de un año internada, fue sometida a 17 operaciones, injertos de piel y tratamientos extremadamente dolorosos. La recuperación física fue larga. La emocional, probablemente interminable.

Durante años, el régimen de Vietnam utilizó la imagen de Kim Phúc como símbolo de propaganda y vivió bajo estricta vigilancia. No podía hablar libremente, ni trasladarse o salir del país sin autorización. Su identidad fue apropiada por el Estado y su libertad, limitada.

Recién en 1986, cuando ya tenía 23 años —tras más de una década viviendo bajo la estricta vigilancia del régimen comunista vietnamita—, Kim Phúc fue autorizada a dejar el país para estudiar medicina en Cuba, como parte de un acuerdo bilateral entre ambos gobiernos. Llegó a La Habana cargando no solo las cicatrices físicas del napalm, sino también el peso de haber sido convertida en un símbolo sin voz propia. Aunque tuvo supervisión diplomática, en la isla encontró una vida más libre, aprendió español, convivió con otros estudiantes extranjeros y comenzó a reconstruir su identidad. Allí su vida comenzó a tener otro sabor: conoció a Bui Huy Toan, también vietnamita. Iniciaron una relación y más tarde se casaron.

Kim y Nick Ut unKim y Nick Ut un año después de la foto (AP Photo)

En 1992, luego de la boda y con autorización de por medio, viajaron de luna de miel a Moscú. El vuelo hizo escala técnica en Gander, Terranova, en Canadá. Pero allí tomaron otra decisión: no subieron al siguiente avión y solicitaron asilo político en suelo canadiense. El pedido fue aceptado. Por primera vez, Kim dejaba atrás no solo su país de origen, sino también el papel impuesto de víctima ejemplar. Desde entonces, vive en Toronto, donde formó una familia, obtuvo la ciudadanía y se convirtió en una voz activa por la paz, el perdón y la dignidad humana. “No soy la niña de la foto. Soy una mujer que ha aprendido a sanar”, aseguró en varias ocasiones.

Aquella fotografía logró un vinculo entre la niña y Ut. Luego de ese 8 de junio de 1972, el reportero gráfico visitó a la niña al año siguiente, en 1973, mientras aún se recuperaba de las quemaduras y de las heridas. Su mudanza a Cuba y asilo en Canadá hizo que la distancia los separara, pero el lazo no se había roto. Se reencontraron en 1995, mientras Ut estaba de gira fotográfica en Toronto.

Al volverlo a ver, Kim abrazó a Ut con emoción: nunca olvidó que gracias a su rápida intervención ella sigue con vida. Desde entonces, mantienen una amistad cercana. Compartieron conferencias, exposiciones y actividades humanitarias. También distintos actos públicos, como en la sede central de Associated Press, en el Vaticano, y en escuelas y universidades de todo el mundo. “Nick es parte de mi familia”, aseguró Kim. Para ambos, la fotografía que los conectó dejó de ser solo un ícono del horror: se transformó en un símbolo de compasión, memoria y amistad.

El 11 de mayo deEl 11 de mayo de 2022, Kim Phúc y Nick se reunieron con el papa Francisco durante una audiencia general en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano (EFE/ Vatican Media)

Encontré la fe en el cristianismo y me ayuda. Creo que es gracias a Dios que seguimos vivos. Aún llevo el dolor físico y las cicatrices, pero el dolor emocional y espiritual fue aún más difícil de afrontar”, admitió Kim en una entrevista publicada en marzo de 2020 por Premier Christianity. También confesó que su fe le permitió encontrar sentido a su sufrimiento y perdonar a quienes la lastimaron. “Mi fe en Jesús me ha permitido perdonar a quienes me han herido y marcado”, dijo.

Desde entonces, tuvo el sueño de conocer al Papa Francisco y entregarle personalmente la foto de uno del momento más crudo de su vida. Lo hizo cuando se cumplieron 50 años de aquel día. “Fue un sueño hecho realidad”, reconoció emocionada.

El 11 de mayo de 2022, Kim y Nick se reunieron con el papa Francisco durante una audiencia general en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. El encuentro fue breve, pero profundamente simbólico, compartieron un mensaje de de paz y reconciliación con el Sumo Pontífice y ella misma le entregó al Papa una copia enmarcada de la fotografía que la muestra corriendo desnuda y herida por napalm, junto a un ejemplar de su libro autobiográfico Fire Road, donde cuenta su historia de vida marcada por el dolor, la resistencia y el perdón.

Papa Francisco en su encuentroPapa Francisco en su encuentro con los protagonistas de la foto de "La niña del napalm" (EFE/ Vatican Media)

Francisco observó la imagen con atención, conversó unos minutos con ellos y les dio su bendición. Para Kim, ese momento representó una instancia de cierre espiritual con el pasado que atormentó: “Él representa el perdón, y yo soy el resultado del perdón”, declaró.

Como sobreviviente de una guerra, envió un mensaje de rechazo al conflicto bélico en Ucrania: “Medio siglo después, como superviviente, me atrevo a decir que no queremos la guerra sino la paz porque el mundo necesita la paz”. Al final de esa audiencia, Francisco también se reunió con un grupo de esposas de soldados del batallón ucraniano Azov, quienes le pidieron que intervenga para “salvarle la vida” a los militares atrincherados en Mariúpol.

La niña que corrió desnuda y descalza por una ruta, envuelta en llamas se convirtió en una mujer que eligió no quedarse anclada al dolor. Aunque Su fotografía denuncia el horror, su vida, en cambio, habla de algo más difícil: la posibilidad de reconstruirse cuando parece que todo acabó.

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