Nuevo estudio sugiere que pacientes con cáncer de colon pueden mejorar su pronóstico con cambios en la dieta

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Investigaciones recientes vinculan ciertos hábitosInvestigaciones recientes vinculan ciertos hábitos alimenticios con mejores tasas de supervivencia en pacientes oncológicos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La alimentación podría jugar un papel crucial en la supervivencia de pacientes con cáncer de colon en estado avanzado, de acuerdo con los resultados preliminares de una investigación presentada en la reunión anual de la American Society of Clinical Oncology (ASCO, por sus siglas en inglés). El estudio, que analizó los hábitos alimenticios de más de mil seiscientas personas diagnosticadas con cáncer de colon en estadio 3, sugiere que las dietas que reducen la inflamación pueden estar asociadas con una mayor probabilidad de supervivencia.

Los investigadores encontraron que los pacientes que consumían de forma habitual alimentos asociados con procesos inflamatorios —como productos ultraprocesados, azúcares en exceso y grasas saturadas— tenían hasta un 87% más de riesgo de morir a causa de la enfermedad que quienes mantenían una alimentación basada en plantas y compuesta por verduras de hoja verde, zanahorias, café y té.

“Esta es la pregunta más común que los pacientes me hacen en la clínica: ¿qué puedo hacer yo misma para mejorar mis posibilidades, para vivir el mayor tiempo posible?”, dijo la doctora Kimmie Ng, autora principal del estudio y subdirectora de la división de oncología gastrointestinal en el Dana-Farber Cancer Institute, con sede en Boston.

Expertos en oncología advierten sobreExpertos en oncología advierten sobre el impacto potencial de las dietas inflamatorias en el curso del cáncer de colon. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El estudio —aún sin publicarse en una revista científica revisada por pares— incluyó a 1,625 adultos diagnosticados con cáncer de colon en estadio 3, es decir, con diseminación del tumor a los ganglios linfáticos cercanos, pero sin afectar a otros órganos. Todos los participantes recibieron el mismo tratamiento estándar: cirugía seguida de tres a seis meses de quimioterapia. Durante y después de sus tratamientos, completaron cuestionarios detallados sobre su alimentación.

Los hallazgos indican que la dieta podría tener una influencia directa en la progresión de la enfermedad, particularmente debido a que el cáncer de colon afecta directamente al tracto digestivo. “Lo que comemos inevitablemente pasa por el colon”, afirmó la doctora Sara Char, coautora del estudio y médica en formación del mismo instituto. La investigación siguió la evolución de los pacientes durante un periodo de cinco años.

Una dieta considerada como “menos inflamatoria” incluyó una mayor ingesta de vegetales, fibras y bebidas como café y té, mientras que evitó productos procesados, grasas saturadas y azúcares refinados. El efecto inflamatorio de ciertos alimentos podría actuar como un desencadenante en la progresión del cáncer, explicaron los investigadores.

En declaraciones recogidas por NBC News, Heather Greenlee, directora médica de medicina integrativa en el Fred Hutchinson Cancer Center de Seattle, subrayó que muchos centros oncológicos cuentan con dietistas especializados que trabajan junto a los pacientes para asegurar una nutrición adecuada durante el tratamiento. La quimioterapia, advirtió, puede generar efectos secundarios como pérdida de apetito o dificultades para tragar, lo que complica aún más la adherencia a una dieta saludable.

“La dificultad que enfrentan muchos pacientes es que no saben cómo realizar estos cambios alimenticios de manera sostenible a largo plazo”, señaló Greenlee, quien no participó en el estudio. Desde su centro, encabeza el programa Cook for Your Life (Cocina para tu vida), diseñado para ayudar a pacientes oncológicos a cocinar de manera saludable con base en evidencia científica.

Además de vegetales como brócoli, coliflor y legumbres, Greenlee recomendó incorporar alimentos ricos en fibra como parte fundamental de una dieta antiinflamatoria. “Ese es un buen punto de partida”, dijo.

La alimentación basada en vegetalesLa alimentación basada en vegetales podría jugar un papel relevante en la evolución de enfermedades digestivas complejas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los beneficios de un estilo de vida saludable no se limitan únicamente a la alimentación. Según el estudio, aquellos pacientes que combinaron una dieta antiinflamatoria con ejercicio físico regular —el equivalente a caminar a paso ligero una hora, tres veces por semana— mostraron un 63% menos de riesgo de muerte por cualquier causa durante el seguimiento de cinco años.

Un estudio complementario, también presentado el domingo en la reunión de la ASCO, respaldó esta conclusión al detectar una reducción del 28% en el riesgo de recurrencia del cáncer, aparición de nuevos tumores o muerte entre quienes realizaban actividad física de forma regular.

Julie Gralow, directora médica de la American Society of Clinical Oncology, afirmó que estas prácticas saludables pueden ser tan efectivas como los tratamientos farmacológicos: “No solo pueden tener un impacto después del diagnóstico, sino que probablemente los beneficios del estilo de vida sean incluso mejores que los de algunos medicamentos”.

Estudios clínicos sugieren que cambiosEstudios clínicos sugieren que cambios sostenibles en la dieta pueden influir en el pronóstico de algunos tipos de cáncer. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cada año, más de 150,000 personas son diagnosticadas con cáncer colorrectal en Estados Unidos, de acuerdo con cifras de la American Cancer Society. Para quienes enfrentan la enfermedad en etapas avanzadas, este tipo de hallazgos representa un cambio importante: no se trata solo de tratamientos médicos, sino también de decisiones cotidianas como lo que se pone en el plato o los minutos que se dedica al ejercicio físico.

Aunque el estudio liderado por Ng y Char aún espera su publicación formal, su impacto ya se deja sentir en el discurso médico. Como explicó Greenlee, “es fundamental que se sigan realizando estudios de esta magnitud, que muestran que existe un beneficio potencial en los cambios de comportamiento y estilo de vida frente a cánceres difíciles de tratar”.

A medida que crece la evidencia, crece también el interés por incluir intervenciones nutricionales y de actividad física como parte del protocolo estándar de atención a pacientes oncológicos. Porque, como quedó claro en Chicago, lo que se come también importa.

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