Sentir la urgencia de ir al baño y no poder hacerlo por la presencia de otras personas no es una rareza aislada. Se trata de una condición real que afecta a millones de personas en el mundo y que puede condicionar su vida diaria: la paruresis, también conocida como “síndrome de la vejiga tímida”.
La paruresis es un trastorno de ansiedad que impide orinar cuando alguien más está cerca o en un espacio público.
Quienes la padecen experimentan una tensión tan intensa que el cuerpo bloquea el inicio del flujo urinario, aunque la necesidad sea urgente. Esto no es una simple timidez: es una fobia social reconocida clínicamente.
Existe un trastorno similar, llamado parcopresis o “intestino tímido”, que provoca el mismo bloqueo pero en el momento de defecar. Ambas condiciones pueden generar angustia y afectar actividades cotidianas, desde viajes hasta reuniones sociales.
¿Por qué ocurre la paruresis?
Las causas no están completamente definidas, pero especialistas coinciden en que está relacionado con experiencias traumáticas o con predisposición a la ansiedad social.
Según la Cleveland Clinic, algunas personas desarrollan este temor tras situaciones incómodas en baños públicos, como burlas, acoso o falta de privacidad.
El miedo a ser visto, escuchado o juzgado por olores y sonidos genera un círculo vicioso: la persona se tensa, no logra orinar, aumenta la ansiedad y el bloqueo se intensifica.
De acuerdo con la psicóloga María González, del Instituto Centta, es la segunda fobia social más frecuente, después del miedo a hablar en público.
Evitar orinar por horas no solo provoca malestar psicológico: también aumenta el riesgo de infecciones urinarias, inflamación de la vejiga e incluso daño renal. A nivel emocional, quienes padecen paruresis o parcopresis suelen limitar salidas, rechazar viajes o renunciar a oportunidades laborales, todo por temor a no encontrar un baño adecuado.
¿Cómo se puede tratar la paruresis?
La buena noticia es que estas fobias tienen tratamiento. Los especialistas recomiendan:
- Terapia cognitivo-conductual: ayuda a modificar pensamientos negativos y afrontar el miedo gradualmente.
- Entrenamiento con exposición progresiva: usar baños públicos en etapas, empezando por espacios vacíos y aumentando la dificultad.
- Técnicas de relajación y respiración: reducen la ansiedad que bloquea la micción o evacuación.
En algunos casos, el tratamiento puede incluir apoyo farmacológico, siempre bajo supervisión médica.