
Pocas agrupaciones han experimentado una metamorfosis tan profunda y sostenida como la que vivió Pink Floyd, el legendario conjunto británico surgido en la Universidad de Cambridge durante la década de los 60. Desde sus inicios como un grupo de estudiantes inquietos hasta su consagración como uno de los pilares del rock progresivo y psicodélico, la historia de Pink Floyd se encuentra marcada por una serie de cambios de formación, tensiones creativas y episodios personales que influyeron de manera directa en su música y en la dinámica interna de la banda.
En los primeros años, Roger Waters, Nick Mason y Richard Wright integraron diferentes conjuntos estudiantiles en Londres, como Sigma 6, en una etapa en la que el rumbo musical todavía no se encontraba definido y las alineaciones variaban con frecuencia. La llegada de Syd Barrett como guitarrista y compositor resultó determinante para el futuro del grupo. Fue Barrett quien bautizó a la banda como The Pink Floyd Sound, un nombre que fusionaba los de dos músicos de blues y que anticipaba la impronta experimental que caracterizaría a la formación. Su carisma, su voz y sus letras de corte surrealista convirtieron a Pink Floyd en pioneros de la psicodelia británica, un sello que quedó plasmado en su álbum debut, The Piper at the Gates of Dawn (1967).

El ascenso de Pink Floyd coincidió con el deterioro de la salud mental de Barrett, quien enfrentó un diagnóstico de esquizofrenia agravado por el consumo de LSD. Esta situación lo volvió incapaz de actuar en vivo, lo que llevó a la incorporación progresiva de David Gilmour, amigo de la infancia de Barrett, como guitarrista y vocalista. Durante un breve periodo, la banda funcionó como un quinteto, pero en abril de 1968 Barrett fue apartado oficialmente. Gilmour asumió entonces un rol central, consolidando la formación clásica junto a Waters, Wright y Mason.
Con esta alineación, Pink Floyd alcanzó su etapa de mayor esplendor creativo y comercial. Entre 1973 y 1979, el grupo editó una serie de discos que redefinieron los límites del rock progresivo: The Dark Side of the Moon (1973), Wish You Were Here (1975), Animals (1977) y The Wall (1979). Estas obras maestras no solo expandieron el lenguaje musical del género, sino que también reflejaron las tensiones internas que comenzaban a gestarse. El control creativo de Waters se intensificó, generando fricciones, especialmente con Wright. Durante las sesiones de The Wall, Waters exigió la salida de Wright, quien fue despedido, aunque continuó participando en la gira como músico contratado.

La figura de Waters se consolidó como la del líder indiscutido de Pink Floyd, y en la práctica, como el único compositor de The Final Cut (1983), un álbum de tono personal y sombrío en el que ni Wright ni Gilmour tuvieron un peso real en la creación. Las tensiones internas alcanzaron un punto de quiebre, y en 1985 Waters anunció su salida del grupo, convencido de que la banda no tenía sentido sin su presencia. Intentó disolver legalmente a Pink Floyd, pero sus excompañeros optaron por continuar el proyecto.
Gilmour y Mason decidieron seguir adelante con el nombre de Pink Floyd, reincorporando a Wright como músico de sesión. En 1987 lanzaron A Momentary Lapse of Reason, el primer disco sin la participación de Waters. A pesar de la controversia legal que rodeó esta etapa, el álbum resultó un éxito y la banda emprendió una extensa gira mundial, demostrando que aún podían llenar estadios sin su antiguo líder. Esta nueva fase se caracterizó por un sonido más atmosférico y accesible, en contraste con la densidad conceptual de los trabajos previos.

La situación de Wright dentro de la banda se regularizó en 1994, cuando fue restituido como miembro oficial para la grabación de The Division Bell. Este álbum marcó un retorno a la colaboración grupal, alejándose del enfoque individualista que había predominado en los años anteriores. La gira de presentación de The Division Bell fue un éxito rotundo y representó el cierre simbólico de la era activa de Pink Floyd como grupo de estudio. Tras ese tour, los integrantes se enfocaron en sus proyectos solistas, dejando en suspenso cualquier posibilidad de reunión.
Un momento especialmente emotivo en la historia de Pink Floyd tuvo lugar el 2 de julio de 2005, durante el concierto benéfico Live 8. Por primera vez desde 1981, los cuatro miembros clásicos —Gilmour, Waters, Wright y Mason— compartieron escenario, en una actuación que pareció cerrar viejas heridas y que quedó registrada como la despedida definitiva del grupo. “Fue un momento emotivo que pareció cerrar viejas heridas”, según relataron los asistentes y la prensa especializada.
La muerte de Wright en 2008 puso fin a cualquier posibilidad de una reunión completa. No obstante, en 2014 Gilmour y Mason publicaron The Endless River, un álbum basado en grabaciones inéditas junto al tecladista, concebido como un homenaje final a su legado. “The Endless River” se basó en grabaciones inéditas junto a Wright, como homenaje final, consolidando el cierre de una de las trayectorias más influyentes del rock.
A lo largo de más de cuatro décadas, Pink Floyd experimentó una serie de transformaciones que no solo respondieron a decisiones creativas, sino también a circunstancias personales y a los egos de sus integrantes. “A lo largo de más de cuatro décadas, Pink Floyd sufrió varios cambios que fueron consecuencia de diferentes decisiones creativas y los egos de sus músicos, así como también distintas circunstancias personales que influyeron directamente en el sonido del conjunto”, resume la historia del grupo.
Desde los días de Sigma 6 hasta el emotivo reencuentro en Live 8, la evolución de Pink Floyd refleja la complejidad de las relaciones humanas y la capacidad de reinvención artística, elementos que contribuyeron a forjar su estatus como ícono mundial del rock.