Por este hecho, la Universidad de Maine le negó su título como maestra por 60 años

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Joan Alexander completó sus estudiosJoan Alexander completó sus estudios universitarios más de seis décadas después de haberlos iniciado. (Crédito: Facebook / Tracy Alexander)

Joan Alexander tenía poco más de veinte años cuando empezó sus estudios universitarios en la Universidad de Maine, soñando con convertirse en maestra. Era finales de la década de 1950, y el mundo académico tenía reglas estrictas, algunas no escritas, pero aplicadas con rigor: las mujeres embarazadas, por ejemplo, no podían hacer su práctica docente. A Joan, al quedar embarazada de su primer hija, se le negó ese requisito indispensable para titularse.

Pese a haber completado todo su plan de estudios, se le impidió graduarse. El calendario marcaba 1959 cuando Joan se convirtió en madre. Su vida tomó un rumbo distinto: acompañar a su esposo, Jim, un miembro de la Guardia Costera de Estados Unidos, y criar a sus cuatro hijas, muchas veces en solitario cuando él estaba desplegado. Joan se volcó a su familia y al voluntariado, dejando su sueño académico en pausa indefinida.

El domingo 11 de mayo de 2025, en una ceremonia de graduación en la misma universidad donde décadas atrás se truncaron sus aspiraciones, Joan Alexander finalmente recibió su título de licenciatura en Ciencias de la Educación. Lo hizo en ausencia física, pero con una presencia simbólica muy poderosa: su hija Tracy Alexander y su nieta Isabel Beck subieron al estrado en su nombre.

La Universidad de Maine reconocióLa Universidad de Maine reconoció formalmente una trayectoria académica interrumpida por razones de género. (Crédito: Facebook / Tracy Alexander)

La Universidad de Maine informó en un comunicado de prensa que Joan Alexander probablemente sea la persona de mayor edad en obtener un título de licenciatura en los 160 años de historia de la institución. Durante la ceremonia, la presidenta de la universidad, Joan Ferrini-Mundy, destacó su caso como una representación del espíritu del plantel: “La historia de Joan caracteriza lo que es el espíritu Black Bear”.

El reconocimiento oficial fue posible gracias a que su hija Tracy contactó a la Facultad de Educación y Desarrollo Humano de la universidad. Allí, el vicedecano Justin Dimmel revisó el expediente académico de Joan y comprobó que había completado todas las materias requeridas en su momento.

Además, la universidad reconoció como experiencia equivalente a la práctica docente un trabajo que Joan realizó en los años 80: fue asistente a tiempo completo en un programa preescolar en Southwest Harbor. Esa labor, valorada por la universidad como formación práctica sustancial, permitió cerrar el círculo académico que había quedado abierto más de seis décadas atrás.

Justin Dimmel expresó públicamente que la historia de Joan lo conmovió y que no dudó en hacer lo necesario para que se le reconociera su trayectoria. “Trabajar con Joan, su hija Tracy y toda la familia ha sido uno de los momentos más destacados de mi carrera académica“, afirmó en el comunicado emitido por la universidad.

Tracy Alexander, por su parte, no sólo fue intermediaria en el proceso, sino también testigo del valor simbólico que tenía para su madre el recibir ese título. La presencia de tres generaciones —Joan, Tracy e Isabel— en la ceremonia dio a la ocasión un carácter íntimo y familiar, además del institucional.

Joan explicó a la universidad lo que significaba obtener finalmente su título: “Mis padres no terminaron la universidad, así que esto era importante para mí. Mi esposo y mis cuatro hijas tienen sus títulos universitarios, y yo era la única que no lo tenía“. El acto de graduación no sólo fue una reivindicación personal, sino un punto de cierre que durante años había estado pendiente. ”No sabía cuánto significaría para mí, pero ahora siento que se ha sanado un hueco en mi corazón“, expresó Joan.

La graduación fue posible graciasLa graduación fue posible gracias a la intervención de su familia y a un proceso institucional de revisión. (Crédito: Facebook / Tracy Alexander)

El caso de Joan Alexander pone en evidencia los criterios restrictivos que por décadas limitaron el acceso de mujeres embarazadas a oportunidades académicas. Aunque no se trataba de una norma escrita, la imposibilidad de realizar la práctica docente por estar embarazada bastó para truncar su graduación. Más de sesenta años después, una institución educativa reconoció no solo su expediente, sino también su experiencia en el aula como un elemento legítimo de formación docente.

Este reconocimiento se produce en un contexto en el que diversas universidades, tanto en Estados Unidos como en otros países, han comenzado a revisar sus criterios históricos para revalidar o formalizar títulos interrumpidos por razones de género, raza o circunstancias sociales.

En la Universidad de Maine, la ceremonia del 11 de mayo de 2025 quedará marcada por el aplauso unánime que recibió una mujer de 88 años al cumplir un sueño aplazado desde el siglo pasado. El gesto, impulsado por su familia y respaldado por una administración universitaria comprometida, cerró una herida que había quedado abierta durante décadas.

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