Muchos acataron sin protesta la tasa impositiva de Washington, en especial los que pagarán entre un 10% y un 15%.
En varios casos como México, que comercializa el 80% de lo que produce con EEUU, Trump ha sido paciente y ha extendido el plazo de negociaciones en busca de convenios bilaterales beneficiosos para ambas partes. Porque el inquilino de la Casa Blanca no quiere abusos, sino lo justo, lo que verdaderamente debió ser hace décadas. También ha extendido plazos y ha permitido que las pláticas ocurran sobre una base pragmática con China y en busca de un entendimiento común.
Los aranceles entran en vigor el 7 de agosto. Muchos pensaron que Trump sólo advertía o amenazaba (la palabra de orden de sus adverdarios políticos) y que al final tendría que ceder a tantas presiones internacionales. ¡Craso error!
Como millones de estadounidenses ya saben, Trump no apuesta para perder, mucho menos para cambiar de rumbo. Ni la muerte de cerca lo hizo retroceder. Por el contrario. Tampoco tiene mucho tiempo para jugar, por eso en su debido momento ajusta la soga y al no ver respuestas, emprende decisiones o acelera estrategias. Así ocurrió con Europa.
Algunos critican a la presidenta de la Unión Europea, en especial el presidente francés Emmanuel Macron, que se ha empeñado en construir protagonismo a base de contradecir a Trump, mucho más después del manotazo famoso de su pareja matrimonial. Macron quiere demostrar determinación e independencia y de inmediato lamentó la supuesta debilidad de Úrsula Von Der Leyen frente a Trump.
Histórico acuerdo
La fórmula fue simple. Von Der Leyen captó muy bien el mensaje del presidente estadounidense, porque en el momento actual, Europa no está como para imponerse y atacar como león. Hay demasiadas cosas en juego y la presidenta -sin muchas opciones- usó la balanza.
En la historia de Estados Unidos, después del pacto con China en 2020, no se había logrado un acuerdo comercial de tal magnitud y relevancia como el que obtuvo el presidente Donald J. Trump con la Unión Europea y sus 27 países miembros.
El convenio contempla un arancel del 15% a los productos europeos que entren a EEUU y el compromiso de inversiones por más de 600.000 millones de dólares adicionales a los antes acordados en diferentes sectores de la economía norteamericana hasta el 2029.
Lo anterior fortalece la consolidación del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial, frente a las intenciones de los países miembros del BRICS (bloque socialista) de destruir la hegemonía financiera de Washington.
Mientras algunos economistas alineados a las políticas económicas del anterior gobierno de Joe Biden hacen pronósticos negativos, la realidad dicta lo contrario.
La economía estadounidense creció entre abril y junio (segundo trimestre) un 3%, como lo había previsto el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y asesores económicos de la Casa Blanca.
Sin embargo, los medios de prensa liberales siguen adelante con su agenda para fomentar la incertidumbre sobre los aranceles y el cambio estratégico de EEUU en el comercio mundial. También lo hace el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, quien se ha convertido en la piedra dentro de los zapatos del Presidente.
Powell propuso -por quinta vez consecutiva- dejar sin cambio la tasa referencial de interés del país en el rango de 4,25% y 4,50%, en un desafío abierto a los republicanos y al jefe de la Oficina Oval, que piden una reducción considerable de las tasas de interés para que la economía se mueva de forma más acelerada, al tiempo que los estadounidenses y las empresas tengan mejor acceso a préstamos y créditos.
A pesar de la decisión del Banco Central, Trump no se detiene en sus planes.
Golpe a Rusia y escalan tensiones con Putin
El tratado económico con la UE supone además la compra a Norteamérica de 750.000 millones de dólares o más en energía (petróleo, gas, carbón, etc), en sustitución del petróleo e hidrocarburos rusos.
Como va el ajedrez, el presidente de Rusia Vladimir Putin se giró hacia India -un histórico aliado- , pero ya Trump los puso en la mira y busca otra jugada de jaque mate a quien le ha hecho perder demasiado tiempo ordenando desde el Kremlin múltiples ataques contra Ucrania en los últimos dos meses, muy lejos de las expectativas del jefe del Despacho Oval en Washington.
Rusia ha lanzado más ataques con drones contra Ucrania en julio que en cualquier otro mes desde la invasión.
Tras comentarios desacertados, que no causaron ninguna gracia a Trump, del expresidente ruso Dimitri Anatolievich Medvedev (2008-2012) y primer ministro (2012-2020), hubo una reacción inmediata.
"He ordenado que se posicionen dos submarinos nucleares en las regiones apropiadas, por si acaso estas declaraciones insensatas e incendiarias son más que eso", escribió Trump en su plataforma Truth Social.
La respuesta de la Casa Blanca surge porque Medvedev no es un político retirado del poder. Ahora funge como vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia y sus palabras representan una amenaza muy seria.
Y es que el Kremlin se sintió la estocada desde Washington. El pacto con la UE y en especial el acápite de energía es el mayor golpe económico y financiero que ha recibido el presidente Vladimir Putin, con amplia diferencia respecto a todas las sanciones inefectivas impuestas por el gobierno predecesor de Joe Biden.
Las reacciones del Kremlin surgieron de inmediato. Y el nivel de tensiones ha escalado.
Diplomacia rusa
El jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, estimó horas después del anuncio que el acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea representa un "golpe muy duro a la industria europea”. Pero en realidad significa un mazazo para Moscú, que ya veía venir y por eso, en parte, la reacción de Putin a continuar su ofensiva en Ucrania como represalia a las acciones de Trump en el comercio global y en específico con Europa; con un impacto contundente a Moscú.
"Este enfoque llevará a una ‘mayor desindustrialización’ de Europa, a un flujo de inversiones de Europa hacia Estados Unidos, y por supuesto, será un golpe muy duro," expresó el canciller Lavrov, sumido en la frustración.
El presidente Trump ha practicado siempre un tono conciliador -hasta con los enemigos de EEUU- pero sin caer en estratagemas de falsos amigos; tampoco lo hizo en su primer mandato cuando el líder ruso caminó de la mano de su homólogo norteamericano. Ahora Putin parece envalentonado con la guerra y actúa ebrio de poder, algo con lo que Trump no contaba.
Lo que ha dado a entender Putin es que desea continuar con la guerra hasta cumplir sus todos sus objetivos (como ha reiterado antes) o que se quedó cimbrado en la debilidad de la anterior administración y su incapacidad para frenarlo. Tampoco el máximo dirigente ruso tiene muchas opciones hasta donde ha llegado con Ucrania.
Rusia ha gastado en Kiev su viejo arsenal de reserva y lo ha renovado casi completamente, de acuerdo con expertos. Esta ha sido una de las estrategias del Kremlin con la guerra.
Trump se ha sentido engañado y decepcionado por el jefe ruso, quien le prometió terminar la guerra. Por el contrario, Putin ha recrudecido los ataques contra Ucrania y contra sectores civiles en los últimos tres meses.
"Realmente sentí que iba a terminar. Pero cada vez que pienso que terminará, vuelve de nuevo. "Ya no estoy tan interesado en hablar (con él) otra vez", manifestó el inquilino de la Casa Blanca.
A diferencia de los 50 días que había otorgado a Moscú para finalizar la guerra, Trump dio un ultimátum de 10 o 12 días. De no cumplirse, emprenderá acciones directas contra Moscú y países que comercian con él, lo que sería un impacto adicional importante a la economía exsoviética.
He ahí parte de la relevancia de este acuerdo comercial con la UE y el efecto en el fin de la guerra en Ucrania, que Trump no ha podido terminar por la vía de las negociaciones con sus implicados.
El tratado comercial con la UE obliga como nunca antes a Putin a ceder en su posición frente a Kiev o enfrentará consecuencias reales e inmediatas. Es precisamente eso lo que tiene demasiado incómodo al mandatario ruso. Como arte de magia trumpista, ahora se encuentra en aprietos.
Los nuevos aranceles y "América Primero"
El 1ero de agosto, Trump firmó la orden presidencial sogre los nuevos aranceles impuestos por Washington a las naciones que no han llegado a un pacto con la primera economía del mundo, en medio de un nuevo orden del comercio internacional y bajo las nuevas políticas económicas de la Casa Blanca. Los países comenzarán a pagar el 7 de agosto.
Antes de esa fecha, Trump advirtió a India sobre el 25% de aranceles si no llegaba a un acuerdo con Washington y firmó un decreto que sube a 50% los aranceles a importaciones brasileñas.
La Casa Blanca considera que las acciones del gobierno del ultraizquierdista brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, "constituyen una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos".
"La persecución, intimidación, acoso, censura y enjuiciamiento políticamente motivados del gobierno de Brasil contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro y miles de sus seguidores son graves violaciones de los derechos humanos que han socavado el estado de derecho en Brasil", indicó el comunicado gubernamental.
Washington asegura que miembros del gobierno brasileño "han ejecutado medidas sin precedentes para coaccionar de forma tiránica y arbitraria a empresas estadounidenses para que censuren el discurso político, expulsen a usuarios de sus plataformas, entreguen datos confidenciales de usuarios estadounidenses o modifiquen sus políticas de moderación de contenido".
Las tasas arancelarias más elevadas se aplicarán a Siria (41%), Laos y Myanmar (40%), Suiza (39%) e Irak y Serbia (35%).
"El presidente Trump ha comenzado a recalibrar décadas de política comercial fallida para Estados Unidos", señaló un comunicado de la Casa Blanca.
En fecha reciente, el Congreso de EEUU aprobó el presupuesto para financiar el megaplan económico de los republicanos y Trump, que se basa en la plataforma “America First”.
Los aranceles, un plato fuerte del proyecto económico de Trump, han dado un giro de 180 grados al [falso comercio libre mundial], que no era verdaderamente libre y mucho menos equitativo.
En estas dos escenas, EEUU lleva durante más de seis décadas las de perder. Por una parte, pagando altos impuestos por la exportación de sus productos en medio de numerosos mercados cerrados a Norteamérica; por la otra, decenas de naciones con gravámenes por debajo del 10% y otras en casi cero bajo la categoría de "naciones favorecidas miembros de la Organización Mundial de Comercio".
Entre este amplio grupo se encontraban los 27 países que conforman el bloque europeo, a las que Washington cobraba un simbólico 4,8% de aranceles como promedio general, frente a más del 30% y el 70% que se le cobraba a la mayoría de las exportaciones norteamericanas. A algunos productos se les tasaba incluso por encima del 80% y el 100% de impuestos en varios de países bajo el estatus de "importantes y estratégicos" socios comerciales con Washington.
La Comunidad Europea imponía gravámenes significativamente superiores a los de EEUU en la industria química, automotriz, tecnología, productos manufactureros, en agricultura y ganadería.
Desde antes de su retorno a la Casa Blanca, Trump prometió un cambio radical en el comercio internacional, y sobre todo con los beneficios justos para EEUU.
“La extensa época de abuso y la desventaja de EEUU en el comercio mundial terminó. Nunca más volverá”, ha dicho en varias ocasiones el mandatario estadounidense, que ha emprendido hasta ahora más del 90% de sus grandes promesas de campaña.
El nivel de aprobación de su gestión entre los republicanos es del 88% como promedio, de acuerdo con sondeos recientes.
Este es el mayor respaldo popular de los conservadores a un presidente republicano, por encima incluso del exitoso mandatario Ronald Reagan. En sentido general, el respaldo se ubica en un 63% en la última encuesta publicada por la cadena izquierdista CNN, un nivel nunca visto a sólo seis meses de mandato.
El comercio con la Unión Europea
Los acuerdos comerciales firmados con Japón, Indonesia, Filipinas, Vietnam, el Reino Unido (cuatro países) y la Unión Europea (27) suman un total de 35 naciones que decidieron negociar con Washington antes de pagar la cuota fijada por la Casa Blanca.
Muchos, con gravámenes entre un 10% y 15%, están dispuestos a pagar y se han evitado el proceso negociador.
Falta aún que los miembros del Consejo Europeo se reúnan y aprueben el entendimiento de Úrsula Van Der Leyen con Trump en Escocia.
El comercio de bienes y servicios entre la UE y EEUU se duplicó en la última década y registra unos 2 billones de dólares. Esta cifra supone más de 4.280 millones de dólares diarios en intercambio bilateral de un lado al otro del Atlántico y representa el 45% del comercio global, según la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Trump se había quejado de que Europa no abría su mercado a muchos productos estadounidenses y no lo suficiente a otros como los vehículos fabricados en EEUU. En estos momentos, el 30% de las importaciones europeas provienen de empresas estadounidenses, de acuerdo con estadísticas del Banco Central Europeo (BCE).
El pacto logrado por Trump es tan sobresaliente que el presidente conservador húngaro Viktor Orbán declaró: “Sospechábamos que sucedería, porque el presidente de EEUU es un peso pesado en negociaciones, mientras que la señora Úrsula Von Der Leyen es un peso pluma".
Y agregó que el pacto de Von Der Leyen con Trump “está muy por debajo del logrado por el Reino Unido”.
"No fue Trump quien llegó a un acuerdo con Úrsula Von Der Leyen, sino más bien que Trump se desayunó a Von Der Leyen", acotó con una sonrisa a medios internacionales de prensa el líder húngaro de derecha.
La mayoría de los miembros de la Unión Europea defendió el acuerdo sellado con Estados Unidos para de esta forma evitar una escalada de guerra comercial, que hubiese traído graves consecuencias para el bloque del Viejo Continente, en un momento de extrema debilidad económica de su principal motor: Alemania; y otros problemas internos a pesar de su superávit comercial de 198.000 millones de dólares.
El pacto provocó entre sus integrantes reacciones divididas que van desde elogios al entendimiento hasta críticas que lo encuadran como una capitulación ante el poderío de Washington.
El falso temor sobre la imposibilidad de acuerdos comerciales diseminado por los medios de izquierda y ultraizquierda volvió a hundirse y cada pacto logrado por Trump y su equipo negociador dirigido por el secretario del Tesoro Scott Bessent han impuesto victoria tras victoria y han echado por tierra todos los vaticinios de "catástrofe" de los adversarios de la Casa Blanca.
Ese es el caso del acuerdo con Japón, la cuarta economía del planeta, y con el Reino Unido. Ambas firmas presionaron de forma directa a Von Der Leyen para extender la mano al líder republicano en menos de una hora de diálogo.
Trump, Bessent y el representante comercial de EEUU, Jamieson Greer, han ido tejiendo una estrategia geopolítica difícil de romper, siempre con el poderío económico, militar y tecnológico de respaldo.
Algunas de las particularidades
La Unión Europea sabía, al igual que Trump y sus asesores, que las empresas del bloque del Viejo Continente se enfrentaban a un grave problema de capital circulante por una inminente sobrecapacidad productiva, de no firmarse el acuerdo. Sabía además que -de no firmar el pacto con EEUU- Japón y el Reino Unidos absorberían una gran cuota de mercado europeo hacia Washington. Así lo consideran importantes economistas, entre ellos Daniel Lacalle.
Como parte del trato, Tokio abrió por primera vez por completo su mercado a EEUU, también lo hizo Vietnam y ahora se suma la Unión Europea respecto a los productos estadounidenses de la industria de la pesca, que incluyen el abadejo de Alaska, el salmón del Pacífico y el camarón.
También EEUU tendrá un mayor acceso en Europa a sus exportaciones agrícolas por encima de los 8.000 millones de dólares y se introducen productos como el aceite de soja, semillas para plantaciones, granos y frutos secos, así como el cacao, salsas de tomates, y otros alimentos elaborados.
Uno de los puntos esenciales del acuerdo sellado entre la UE y EEUU se refiere al 0% de aranceles en ambas partes para una serie de bienes estratégicos como la industria aeronáutica y sus piezas de repuesto, algunos productos químicos de valor esencial para las fábricas, equipos de semiconductores, materias primas cruciales y producciones agrícolas de alto valor de exportación y consumo.
El impuesto del 50% al acero importado de la UE no entra en el acuerdo actual, tampoco los farmacéuticos, que estarán sujetos a nuevas negociaciones entre ambas partes en las próximas semanas.
Entre los socios comerciales, el bloque tenía en sus manos mejores probabilidades de un rápido acuerdo ya que sólo tenía que levantar sus barreras comerciales y aceptar aranceles recíprocos frente a la gran complejidad de su comercio.
El déficit comercial y la decadencia de la manufactura de EEUU se habían agravado en las últimas dos décadas -entre otras causas- por estas barreras arancelarias y no arancelarias de decenas de países, entre ellos, los 27 miembros de la comunidad europea.
“El presidente Trump vuelve a tener razón respecto a las injusticias del comercio mundial. Los países, por primera vez frente a EEUU, reconocen sus desiguales barreras en el intercambio internacional. Los que se han negado a hacerlo tendrán algo más de gravámenes y los que dieron un paso de avance hacia la equidad, pues tendrán impuestos más bajos y diferencias respecto a los demás”, afirma el renombrado economista Lacalle.
El mejor ejemplo es "el Reino Unido con un 10% de aranceles por su pacto bilateral con EEUU. La Unión Europea se negó a levantar sus obstáculos medioambientales y por eso pagará el 15% de impuestos", explica el experto.
Otros beneficios
Pero las ventajas directas no son sólo para las arcas y empresas de EEUU, sino para los consumidores que en los próximos meses verán una amplia gama de nuevos productos internacionales en el sector minorista y mayorista.
El balance que Trump quería en el comercio global se irá reajustando a medida que se firmen más convenios o el cobro de aranceles a gran escala se impulse a partir de agosto.
En apenas cuatro meses, Washington ha recolectado más de 115.000 millones de dólares en impuestos arancelarios; y es sólo el comienzo.
A partir de ahora, las empresas estadounidenses competirán sin barreras en nuevos y consolidados mercados, lo que conlleva a traer productos más atractivos y de mejor calidad en una competencia más sana y legítima.
Con la eliminación de estas barreras impositivas en Europa y en otros mercados internacionales los productos se abaratan en vez de encarecerse, como afirman desde hace meses analistas vinculados a las tendencias liberales y medios de prensa de izquierda y ultraizquierda.
A la Unión Europea le cuestan estas barreras más de un billón (trillion) de dólares anuales. A los sectores de servicios y de manufactura le suponen una subida de precios del 110% y el 45% respectivamente, de acuerdo con un informe de la Cámara de Comercio Europea, avalado por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La facilitación de un comercio realmente libre favorece a los consumidores de ambos lados del Atlántico. Las empresas exportadoras saben que pueden absorber el 15% de aranceles, lo cual significa que los precios lejos de aumentar, bajarían en una competencia más amplia.
Lo mismo ocurre con las compañías japonesas, del Reino Unido, de Indonesia, Filipinas, Vietnam y otras.
Queda aún un extenso camino para los planes de la Casa Blanca, pero los primeros seis meses de gestión han sido en extremo intensos y a la vez fructíferos hasta el momento; en los que ha primado un avance acelerado contra viento y marea, pero sobre todo porque la administración actual ha podido día tras día sembrar los pilares centrales de la plataforma “America First” o “América Primero”.
FUENTE: Con información de AFP, Reuters, Fondo Monetario Internacional, análisis económico de Daniel Lacalle, documentos de la OMC y la Casa Blanca, entre otros.