
El colesterol y los triglicéridos elevados son dos de los principales factores de riesgo cardiovascular a nivel mundial. Aunque muchas veces no presentan síntomas, su impacto en la salud puede ser grave.
Mantenerlos en valores adecuados resulta fundamental para reducir las probabilidades de desarrollar enfermedades del corazón.
Datos recientes de la Sociedad Argentina de Cardiología advierten que solo un tercio de los pacientes cardíacos logra alcanzar los niveles recomendados, proporción que disminuye aún más en quienes presentan riesgo muy alto.
Los triglicéridos son un tipo de grasa que circula por la sangre y su función principal es almacenar las calorías no utilizadas para ser utilizadas como energía entre comidas.
Según la Clínica Mayo, cuando una persona consume más calorías de las que gasta —especialmente provenientes de carbohidratos— ese exceso se transforma en triglicéridos. Niveles elevados pueden derivar en enfermedades cardíacas, pancreatitis aguda y otros trastornos metabólicos.
Entre las causas comunes se incluyen el sobrepeso, la diabetes tipo 2, el sedentarismo y ciertos medicamentos como diuréticos y esteroides.

Una dieta rica en frutas y verduras frescas ayuda significativamente a reducir los triglicéridos en sangre, gracias a su aporte de fibra, antioxidantes y bajo contenido calórico. De acuerdo con especialistas del Reino Unido, se destacan:
- Manzanas y cítricos, por su fibra soluble y compuestos antioxidantes.
- Peras, que contribuyen al control glucémico.
- Brócoli, berenjena y espinaca, por su densidad nutricional y bajo índice glucémico.
- Zanahoria y remolacha, con alto contenido en carotenoides y flavonoides.
- Palta, rica en grasas insaturadas beneficiosas.
Consumir estos alimentos en forma regular, dentro de una dieta equilibrada, contribuye a disminuir los niveles de lípidos y mejora la salud cardiovascular.

Diversos alimentos complementan el efecto de frutas y verduras en la reducción de triglicéridos. Entre los más recomendados por guías internacionales se encuentran:
- Pescados azules (salmón, sardina, caballa): por su aporte de ácidos grasos omega-3.
- Frutos secos y semillas (nueces, almendras, lino y chía): con efectos hipolipemiantes y antiinflamatorios.
- Avena y legumbres, fuentes de fibra soluble que ayudan a reducir la absorción de grasas.
- Aceite de oliva extra virgen, considerado una grasa saludable.
- Cereales integrales como el arroz integral y el pan de grano entero, con menor impacto en la glucemia.
Investigaciones de universidades de India, Corea del Sur y Portugal señalaron que las semillas de chía ofrecen beneficios cardiovasculares, incluyendo una mejora del perfil lipídico.
Según especialistas de la Clínica Cleveland, este alimento también aporta antioxidantes, fibra, vitaminas del grupo B y ácidos grasos esenciales. Incorporarlas de forma moderada en la alimentación diaria puede resultar útil como parte de una estrategia integral.

Los niveles normales de triglicéridos se determinan mediante un análisis de sangre en ayunas. Las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) son:
- Menos de 150 mg/dL: nivel deseado.
- 150 a 199 mg/dL: límite alto.
- 200 a 499 mg/dL: alto.
- 500 mg/dL o más: muy alto, con riesgo de pancreatitis.
En personas con antecedentes cardiovasculares, el control debe ser más estricto. Según el doctor Alberto Lorenzatti, ex presidente de la Federación Argentina de Cardiología, se recomienda mantener el colesterol LDL por debajo de 70 mg/dL.
El tratamiento puede incluir cambios alimentarios, actividad física y, en muchos casos, medicación combinada.

Controlar los triglicéridos es esencial para prevenir enfermedades del corazón. Una alimentación basada en frutas, verduras, pescados grasos, semillas y granos integrales, junto con ejercicio regular y evaluación médica, permite alcanzar niveles saludables.
El abordaje debe ser sostenido y personalizado, con foco en hábitos duraderos y decisiones informadas que promuevan una mejor calidad de vida.